9 de noviembre de 2007
 
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Tiempo de Nostalgia

Por Pablo Alfonso / Diario Las Américas


Confieso que extraño las reflexiones del Comandante en Jefe. Lo digo en serio. Ya casi me había acostumbrado a leer esas disquisiciones, publicadas con cierta periodicidad, en la primera página del Granma.

No es que fuera una lectura profunda ni mucho menos; pero quizás, por eso mismo, uno se entretenía, con esos relatos de tiempos pasados en pose de líder mundial; con sus llamados a salvar a la humanidad del desastre ambientalista; o con la simple exposición de teorías tremendistas que anunciaban el derrumbe de la civilización occidental y del capitalismo moderno.

Las reflexiones del Comandante en Jefe podrían ser, incluso, divertidas. La senilidad tiende también a ser candorosa. Hasta tiene su lado feliz. Semejante a la ingenuidad infantil.

Por eso reitero sin sonrojo que extraño las reflexiones del Comandante en Jefe. La última la escribió un día después que el presidente de Estados Unidos, George W Bush, pronunció su discurso sobre Cuba, en un ambiente solemne, desde la sede del Departamento de Estado en Washington. Eso fue el pasado 24 de octubre.

Bush coronó su discurso con un: Viva Cuba Libre!, pronunciado en español. Castro lo acusó de apropiarse de una consigna mambisa. Días después el canciller cubano Felipe Pérez, reivindicó la frase en la tribuna de Naciones Unidas en New York. Fue algo así como un rescate de la soberanía nacional, según dijo.

Aceptemos, por ahora, que el Comandante en Jefe tiene mucho trabajo. Confiemos en las declaraciones de Mongo, su hermano mayor, quien aseguró que al hombre “hay que aguantarlo, para que no trabaje tanto”.

Mongo puede, a veces, parecer gracioso. Tiene la pinta de ese campesino amable, bonachón y pícaro, que resume le esencia del guajiro cubano. Allí estaba en la Feria Internacional de La Habana, como un hacendado de los viejos tiempos; enfundado en su guayabera blanca de hilo y tocado con un sombrero tejano, que hacía juego con el de su amigo, el ganadero floridano John P. Wright.

Wright parece ser también un personaje de los viejos tiempos. Sus padres fueron propietarios de latifundios ganaderos en el oriente cubano, confiscados por la revolución castrista. Pero el tiempo pasa y las nostalgia y añoranzas quedan. Al calor de las mismas hace ya algunos años que Wright, comenzó a venderle a Cuba vacas Holstein, para mejorar su “pie de cría” y recorre con su amigo Mongo, las fincas ganaderas del país.

En fin que la historia no solo es compleja sino también casquivana, dicho con todo respeto para los historiadores que se ocupan de ella.

Si lo duda no tiene más que leer una información publicada en Granma el pasado jueves. El órgano oficial del Partido Comunista de Cuba dio cuenta de un acto conmemorativo que es toda una pieza arqueológica. Fue casi un canto a la nostalgia, más que al acontecimiento histórico.

Resulta que el régimen quiso recordar, con toda devoción, el aniversario de la Revolución de Octubre, la asonada dirigida por Vladimir Ulianov Ilich Lenin, contra el Palacio de Invierno de la Rusia imperial zarista que dio inicio a la revolución bolchevique. Algo así como el parto de la revolución marxista-leninista y de lo que fue la Unión Soviética.

Hace quince años que aquel experimento terminó en fracaso. Para la mayoría de los cubanos, que luchan con intensidad por la sobrevivencia cotidiana, la fecha no les dice mucho. Las dictaduras no se caracterizan por mantener viva la memoria histórica. Es casi seguro que solo los cubanos que sobrepasan la treintena de años recuerdan el paso de los soviéticos por Cuba. Es posible que no puedan reconocer la huella que dejaron los comunistas soviéticos en la isla, aunque todavía la tengan que sufrir y soportar. homenaje por el 90 aniversario de la revolución socialista de Lenin, fue realizado en la Sala Universal de las Fuerzas Armadas.

“Cuba nunca olvidará la solidaridad y la ayuda prestada por la Unión Soviética”, afirmó el general de división Samuel Rodiles Planas, miembro del Comité Central del Partido, al inaugurar la ceremonia.

Fue una afirmación digna de la más genuina nostalgia. El general Rodiles siguió con un cántico a la ayuda recibida de la Unión Soviética, en armas, petróleo, técnicos y un largo etcetera.

El general habló siempre en tiempo presente. Se le olvidó señalar en su discurso que la Unión Soviética no existe. Se esfumó hace tres lustros.

pabloalfonso@comcast.net

 
 
 
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