8 de noviembre de 2007
 
 
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8 de noviembre de 2007

Un hombre valiente y solitario

Juan González Febles


LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - El Dr. Oscar Elías Biscet González recibió la Medalla de la Libertad. Propuesto por el presidente de los Estados Unidos de América, George W. Bush, Biscet se convierte en el primer y el único opositor cubano de esta etapa en la lucha que recibe tan alto galardón.

En otro orden mundial, Biscet sería una figura de póster e intercambios mediáticos. Si estuviera encarcelado por una dictadura de derecha, sería héroe indiscutido para las juventudes de Occidente.

Las dictaduras y los dictadores de izquierda cuentan con muchos simpatizantes. Los poetas (de izquierda, por supuesto) se sienten obligados a cantarles. Lo hicieron en su momento, con el innombrable Stalin.

Pablo Neruda, Nicolás Guillen y Máximo Gorki marcaron su pauta de desvergüenza, pero nadie desde la izquierda los censuró por ello. No fueron a la cárcel como Ezra Pound, aunque merecían igual tratamiento. Digo, si es que las víctimas del GULAG y la Península de Kola pesan en la conciencia universal, tanto como las de Oswiecim y Dachau.

Para los que como yo tuvimos el privilegio de presenciar la actividad de Biscet en las calles y le vimos ascender hasta la dimensión de héroe, el suceso no resulta sorprendente. Biscet une un valor personal extraordinario con un coraje cívico fuera de serie.

Fue quien por primera vez aportó ingrediente de pueblo a las demostraciones callejeras. Junto a los valientes que le siguieron, disputó con éxito las calles de La Habana a los esbirros al servicio del régimen de la familia Castro.

Pienso que en esta medalla están representados Ángel Juan Moya Acosta, prisionero de conciencia como Biscet y miembro del Grupo de los 75. También Rogelio Menéndez, que hoy está en el exilio. Los miembros anónimos de esa Fundación Lawton de Derechos Humanos que creó. De esa medalla participa además “Antúnez” y el también valiente Presidio Político Pedro Luís Boitel, entre otros.

Todos los que le siguieron y salieron a las calles en demanda de libertad, participan de esa medalla. También los que se mantienen sin claudicar en las difíciles condiciones de las cárceles sin inspección internacional del régimen totalitario cubano. Por supuesto, también los que se mantienen luchando.

El presidente de los Estados Unidos de América, George W. Bush, merece mención aparte. Es un hombre valiente y capaz de asumir riesgos. Se lanza a fondo en defensa de lo que cree, aunque en alguna ocasión haya cometido errores. Por ello, ha pasado a ser el blanco de los peores ataques de la izquierda internacional.

Disfruta de la atención priorizada del dictador cubano, que lo estigmatiza desde sus “reflexiones”. Los mismos liberales de izquierda que apoyan la dictadura totalitaria de izquierda de la familia Castro son los peores críticos del presidente Bush.

Pero el presidente demostró de forma fehaciente, tenacidad, valor y determinación para defender los valores democráticos de Norteamérica. Ahora tuvo coraje cívico para premiar a Biscet; poco antes habló alto y claro contra la dictadura favorita de la izquierda liberal norteamericana.

No debe dejarse de la mano que Fidel Castro y su dictadura disfrutan de claras simpatías en los círculos liberales de Norteamérica.

También gozan del compromiso y la alianza de los países africanos, asiáticos y latinoamericanos beneficiados con el trabajo esclavo de médicos y especialistas cubanos. Cada dictador del mundo es, a su forma, aliado directo o indirecto de la dictadura cubana.

Hoy las cosas no se dilucidan entre izquierda o derecha. El dilema actual es democracia o dictadura. La batalla está afirmada entre los que defienden el derecho a ser libres y los que justifican un bien “mayor” para que un pueblo o un grupo de pueblos vivan sin libertad.

Los artistas, los creadores y los políticos de esa izquierda sin moral son los atacadores por excelencia del presidente Bush. Desde el presidente iraní de nombre impronunciable y el payaso del Palacio de Miraflores, hasta Danielle Mitterand y Rigoberta Menchú. Ellos son los más grandes enemigos de Cuba y de su libertad.

No importa a que lado del punto coloquen el cero de sus principios éticos. A mucha o a poca distancia desde la izquierda o desde la derecha, del santo y seña de la palabra democracia. Esa que defiende un hombre valiente y solitario desde Washington.



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