La
Covadonga perdió su orgullo
Tania Díaz Castro
LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - En
1886, cuando los asturianos fundaron su propio centro de salud en
la barriada habanera del Cerro, no imaginaron jamás que aquel
hospital, llamado originalmente Quinta Covadonga (uno de los más
famosos de Cuba) perdería su orgullo en los primeros años
del siglo XXI.
En 1917 el Libro de Oro Hispano-Americano describía
al hospital Covadonga de este modo: “En medio de bellos jardines
que recuerdan los clásicos de Roma, se levantan los 18 modernos
pabellones que componen este soberbio hospital”.
A lo largo del siglo XX, el hospital Covadonga contó
con importantes remodelaciones y ampliaciones. En 1905, por ejemplo,
se inauguró una moderna sala de hidroterapia y electroterapia
y en 1921 un gran reloj lumínico sobre el edificio de la
dirección. Puede decirse que durante la primera mitad de
este siglo no cesaron las reparaciones, reconstrucciones y modernizaciones,
así como arreglos de sus extensos jardines y calles interiores.
Fue en este histórico hospital donde el destacado
científico cubano doctor Orfilio Peláez Molina, recientemente
fallecido, inició sus estudios sobre la Retinosis Pigmentaria.
En días pasados estuvo ingresado en ese centro
hospitalario un vecino del municipio Playa. Quedó horrorizado
con la experiencia. El hospital Covadonga, a pesar de que hace pocos
años el gobierno del Principado de Asturias apoyó
con financiamiento y recursos materiales la reconstrucción
y modernización de este centro, hoy es uno de los más
deteriorados del país.
Quienes lo visitan pueden comprobar que los baños
están en muy malas condiciones, así como el suministro
de agua y la higiene. La comida es de pésima calidad, las
ventanas están rotas, así como las camas y los colchones.
La asistencia médica no se considera buena porque está
en manos principalmente de alumnos, aunque supervisados por los
profesores.
Nadie se explica por qué el hospital Covadonga,
con más de dos mil trabajadores, adolece de un abandono total
desde el punto de vista ambiental. La higiene y el ornato público
no pueden encontrarse en peores condiciones.
Pero Covadonga no es la excepción. También
el hospital Calixto García, construido en 1914, adolece de
los mismos males.
Actualmente (es una verdad de Perogrullo)
los enfermos preferirían morir en casa que en un centro hospitalario
cubano, y se preguntan, entre sorprendidos y molestos, cómo
es que el gobierno es capaz de regalar hospitales a países
latinoamericanos, teniendo los propios en tan pésimas condiciones.
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