29
en la charada china es ratón
Juan González Febles
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - Los asistentes a la Gala
Inaugural del 29 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, saludaron
el concierto del argentino Fito Páez con sus teléfonos
celulares encendidos. Se emocionaron, cantaron y algunos lloraron
de emoción. Alfredo Guevara, en sus palabras inaugurales,
aludió al hecho de que la revolución puede ser reversible.
Toda la ceremonia pareció estar recorrida
por la nostalgia. Curioso como algunos lloran lo que aún
no han perdido. Los invitados a la Gala dieron exactamente esa impresión.
Todos parecían venir de muy lejos. Desde el inefable Historiador
de la Ciudad, hasta el ministro de Cultura Abel Prieto. Gente ajena,
distante y diferente al resto.
Últimamente, cada nuevo festival de cine aporta
esa sensación de extrañamiento. Una fiesta ajena a
la que pocos se sienten invitados e identificados. La fiesta latinoamericana
con la que la mayoría siente tener muy poco o nada en común.
Luego del mini concierto de Páez, la gala
se dividió en dos, una para la mayoría de los televisores
y la otra para la minoría asistente. La mayoría tuvo
desde sus televisores una coproducción cubano-española
dirigida por Daniel Díaz Torres: Camino al edén. La
obra marca la pauta de ambivalencia, hecha a la medida de los tiempos
que se viven.
La minoría disfrutó del estreno en
Cuba de Redacted. Este es un filme norteamericano dirigido por Brian
de Palma. Palma es uno de de los más carismáticos
entre los amigos norteamericanos de Castro y su dictadura.
La claque artística del sur no se perderá el 29 Festival,
como no se ha perdido los 28 anteriores. Esta entrega contará
con la exhibición de más de 500 filmes. Los países
más representados son Brasil, Argentina y México.
Pero lo más singular de esta entrega fue el aire fantasmal
de despedida que se percibió entre los ricos y los famosos
de La Habana y sus invitados.
Guevara no lució ni sentencioso ni triunfalista
como es su costumbre. Melancólico en ocasiones y en ocasiones
grave, dio la sensación del marinero dispuesto a hundirse
en las aguas por fidelidad a su capitán, pero sin la menor
convicción, aliento o cualquier otro interés de su
parte.
Ninguno de los protagonistas políticos presentes
pareció disfrutar de la ocasión. Todos mantuvieron
el aire marcial y distante de quien escucha una despedida de duelo.
El mensaje para los otros, la película española
Camino al edén, trazó toda una parábola sobre
la condición humana y los valores con que el castrismo sustituyó
eso que dieron en llamar la vieja moral.
La protagonista Leonor, interpretada con oficio por
la española Pilar Punzano, es un monstruo bello y tierno,
que se pasó casi todo el metraje del filme traicionando a
todo y a todos. Cada infeliz que pasó por su lecho fue traicionado
por esta arpía. Al final, termina honrada como heroína
en la estatua de un parque del pueblo.
Este fue básicamente el mensaje para el pueblo
de Cuba y las claves de una élite para la eventual reconciliación.
En fin, algo así como: Las putas al estrado; los demás
que aplaudan. Por esos sortilegios de la mente, recordé sin
que venga al caso, un e-mail que recibí hace algún
tiempo.
El mensaje, fue recibido en la víspera en que se denunciaba
por medios opositores internos el colaboracionismo de inversionistas
extranjeros con el régimen de La Habana. En el correo mi
interlocutor explicaba que no sería posible ni conveniente
expropiar a los colaboracionistas extranjeros, porque para ese entonces
lo más importante sería promover la inversión
necesaria para reconstruir el país.
Entonces me vino a la mente que en Lawton, donde
resido, se les llama a los flojos, a los traidores, a los cobardes,
ratones, y ratón es 29 en la bolita.
Los hombres que escogen un código y lo siguen,
en raras ocasiones llegan a ministros o a millonarios. Por suerte
para mí, escribo. Me puedo dar el lujo de no ser ni lo uno
ni lo otro. Puedo, además, hacerme de un código y
seguirlo.
El 29 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano
(que ya no es tan nuevo) llegó con cifra de ratón.
También con nostalgias y con simbólicas y ambivalentes
alegorías. ¿Será el último?
|