Memorias
de un soldado
Miguel Iturria Savón
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - Desde hace un lustro circula
misteriosamente en nuestro país un libro que constituye una
pesadilla para los ideólogos y los comisarios culturales
del régimen cubano. Pude localizarlo en el año 2001
en los anaqueles de la biblioteca del clausurado Centro Cultural
de España en La Habana. Pasaba de mano en mano sin llegar
a las mías. Desistí, a pesar de la insistencia de
una profesora de historiografía fascinada por “la mirada
crítica de un protagonista de primer orden”.
Alguien me lo presta ahora a cambio de una reseña.
Acepto el reto con escepticismo, pues estoy hastiado de los mamotretos
de y sobre Castro, Guevara, Chávez, el socialismo y otros
ismos que nos dejan sin voz ni energías para sobrevivir en
medio de tantos enredos, héroes y fantasmas revolucionarios.
Memorias de un soldado. Vida y muerte de la revolución
(Tusquets Editores, Barcelona, 2003), de Daniel Alarcón Ramírez,
el “Benigno” de la guerrilla de Ché, es una variante
de “lo mismo sobre lo mismo”. La diferencia está
en “la mirada crítica” y en el valor testimonial
de ese “protagonista de primer orden” que es el autor,
quien contó con la ayuda eficaz de la escritora y traductora
venezolana Elisabeth Burgos, la cual vivió tres años
en Cuba y fue esposa del intelectual francés Régis
Debray, mistificador del castrismo e impulsor de la violencia revolucionaria
en otros territorios.
El texto, de 354 páginas, se estructura en
cinco partes, un epílogo y los apéndices conformados
por la Cronología de “Benigno”, lo cual dinamiza
y favorece la introspección de un relato crítico sobre
un proceso largo y denigrante, que lleva al autor a la ruptura a
pesar de su origen campesino y del nivel alcanzado en la nomenclatura
estatal, en la que gozaba de viajes y prebendas por su grado de
coronel, su cercanía a Ché y por haber combatido en
Argelia, Angola, Congo y Bolivia, donde fue uno de los tres sobrevivientes
cubanos que escaparon y regresaron a la isla.
El autor relata sus excepcionales circunstancias
vitales y políticas con un lenguaje ameno, sencillo y directo.
Narra su incorporación incidental a la lucha armada en la
Sierra Maestra; describe los enfrentamientos entre las organizaciones
revolucionarias durante la insurrección y después
del triunfo de 1959. Cuenta cómo Fidel Castro se servía
de ellas para ir disminuyéndolas y concentrar el poder en
sus manos; mientras crecía como líder dentro y fuera
del país, con formas autoritarias y despóticas. Sobre
todo, al exportar la revolución y obligar a los Estados Unidos
a ocuparse de los movimientos bélicos en varios países,
con el fin de disminuir la presión sobre Cuba.
Como apunta Elisabeth Burgos en la Introducción,
los escritos de “Benigno” comprenden cuatro décadas
empleadas en la acción y la impaciencia de esa parte oculta
de la historia que el autor revela en su testimonio; asentado en
acontecimientos y personalidades mitificadas, de cuya cotidianidad
Daniel Alarcón Ramírez formó parte, y ahora
desacraliza desde su visión de campesino autóctono,
mostrándolas con sus reales virtudes y miserias humanas.
“Benigno” revela su ignorancia y su extrema
pobreza antes de empuñar las armas; habla de las novias y
amantes de sus primeros meses como militar en La Habana, donde hizo
suyo el lema “fidelismo si, comunismo no”, convirtiéndose
en un incondicional de Castro y de Ché, por lo cual accedió
a los hechos más secretos y contradictorios de la revolución
cubana. Hechos que devela con naturalidad en estas páginas
conmovedoras.
La aventura de Ché en Bolivia es uno de los
momentos más ricos y mejor descritos en Memorias de un soldado,
dada la experiencia de primera mano del narrador, quien sostiene
con argumentados ejemplos la existencia de desacuerdos entre los
hermanos Castro y Ché Guevara, por lo cual este marchó
hacia el Congo, donde no existían las condiciones necesarias
para librar las acciones guerrilleras.
El autor señala que la ausencia de situaciones
ineludibles y de infraestructuras y logísticas elementales
se repite después en Bolivia. Indica que Castro quería
deshacerse de Ché y de sus seguidores en tierra andina, pues
desde la llegada a ese país no reciben atención ni
ayudas de La Habana. Supone que la presión de los soviéticos
contra las acciones guerrilleras obligó al líder cubano
a “coincidir” con sus sostenedores del Kremlin y abandonar
al piquete de aventureros liderado por el argentino.
“Benigno” relata anécdotas y evasivas
al respecto. Describe otros hechos y arbitrariedades que, unidos
a las situaciones del país, la fabricación de mentiras
y a la corrupción de la élite revolucionaria, lo llevan
al desencanto y el abandono de los sueños libertarios por
los que expuso tantas veces la vida dentro y fuera de la isla.
Creo que Memorias de un soldado. Principio
y fin de la revolución, justifica las esperanzas de los lectores
que buscan una mirada menos virtual y empalagosa del proceso cubano
de la segunda mitad del siglo XX. La obra actúa como bumerán
contra los pregoneros de un régimen que se desmorona, aunque
el aparato ideológico y represivo sigue en pie. Este libro
se inscribe por derecho propio en nuestra historiografía.
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