Preguntas
pendientes
Miguel Iturria Savón
LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Me
hubiera gustado hacerle unas preguntas por teléfono al coronel
Orlando Cardoso Villavicencio, quien fue invitado al programa televisivo
dominical de Carlos Otero. El carismático actor entrevistó
con mesura y desenfado profesional al uniformado Héroe de
la República de Cuba, el cual habló de su largo cautiverio
en Somalia, donde fue apresado en 1978 junto a otros militares etíopes
y cubanos que invadían ese territorio.
El programa del humorista coincidió con el
2 de diciembre, fecha que evoca el funesto desembarco del yate Granma
y el surgimiento del mitificado Ejército Rebelde, génesis
de “las gloriosas” Fuerzas Armadas Revolucionarias,
consideradas aún como “baluartes de la Patria y el
Socialismo”.
Al ver el programa de Carlos Otero yo trataba de
evadir la avalancha épica sobre un suceso histórico
tan remoto y distorsionado. Confieso que fui ingenuo. Cincuenta
años después de la llegada del Granma al sur de Cuba,
sus expedicionarios enaltecidos desembarcan cada día en los
asuntos más triviales de la vida insular.
Hasta en el guión de un programa humorístico
resuena esa carga pesada de nuestra historia a través de
un protagonista de otra invasión, enmascarada como ayuda
internacionalista ¿Acaso no saben los realizadores, el presentador
y hasta el propio coronel Cardoso Villavicencio que las costas de
Cuba no limitan con África?
La presencia de un alto oficial cargado de medallas
en un programa humorístico tintinea a surrealismo. Imagino
las caras de asombro del director y el guionista al recibir la orden.
Pero tanto Carlos Otero como el ilustre coronel eludieron la exaltación
rampante de las Fuerzas Armadas en busca de la intimidad del ex
prisionero.
El militar rememoró la década de penurias
que pasó en una cárcel africana. Tenía veinte
años, poseía preparación militar y carecía
de cultura. Llegó a pensar en el suicidio pero aprendió
a coexistir con la incertidumbre, pues frente a su pequeña
celda fusilaban a los prisioneros. Se refugió en la lectura
y en el estudio del inglés. Regresó muy flaco, con
una melena y una barba más larga que la del Comandante en
Jefe, quien lo distinguió como a un héroe.
Un testimonio tan patético pertenece a la
neblina de la guerra fría, no a un espacio humorístico
de la televisión cubana. El humor es una mirada irreverente,
no un instrumento para amplificar leyendas.
Por mucho respeto que merezca la entereza del coronel
Cardoso Villavicencio, no lo considero un héroe, sino un
mercenario atrapado en una guerra imperialista. Sirvió en
las tropas cubanas que apuntalaron en Angola a José Eduardo
Dos Santos y a Mengistu Haile Marian en Etiopía, en cuyas
huestes atravesó fronteras para ampliar el mapa de un déspota
que huyó de su país.
Supongo que el insólito invitado dominical
de Carlos Otero dispuso de tiempo para cuestionarse muchas cosas
en su largo cautiverio de África. Tal vez su lealtad al gobierno
comunista y su alto rango militar lo protejan del peligroso camino
de las dudas.
De todas formas, me gustaría preguntarle al coronel Cardoso
Villavicencio por asuntos similares encerrados en nuestros archivos.
Quizás alguien se las haga llegar personalmente o a través
de Internet.
-¿Puede decirnos cuántos cubanos han quedado en las
cárceles de África y América Latina por intervenir
en los conflictos de esas naciones?
-En su caso, ¿cree que valió la pena
tantos años de encierro para seguir sirviendo a un régimen
que ahora tiene el corazón en Pekín y el estómago
en Caracas?
-En Cuba existen más cárceles que centrales
azucareros. ¿Conoce usted nuestra abultada población
penal? ¿Sabe que sobreviven en ellas casi 300 prisioneros
de conciencia en celdas tan pequeñas como la que padeció
en una prisión africana?
Si el tintero de la memoria no me falla, no
recuerdo a ningún héroe entrevistado en nuestros programas
radiales y televisivos que aborde las penurias de las cárceles
cubanas. Ojalá el aniversario de “las gloriosas”
Fuerzas Armadas Revolucionarias propicie el desbloqueo del tema.
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