El
no de Venezuela
Tania Díaz Castro
LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - No
me extrañó el NO de Venezuela a la reforma constitucional.
No me sorprendió. Pienso que tampoco a Hugo Chávez,
quien al parecer, ya tenía ensayado el cínico discurso
de su derrota y el tono de su voz doliente. Y digo que no me sorprendió,
porque tampoco me sorprendería que un Referendo en Cuba por
el Sí o el No al Socialismo, el régimen castrista
quedara con un por ciento exiguo. Los que vivimos en la Isla, sabemos
cómo hasta muchos de la nomenclatura sueñan con librarse
de la pesadilla en que vivimos.
El gran semillero de asesores políticos que
flotan dentro de la población venezolana sabe del descontento
de una gran parte de esa población. Hasta la colega cubana
Rosa Miriam Elizalde lo dejó caer en las páginas de
Juventud Rebelde cuando se refirió al tema, aceptando que
en las encuestas realizadas en ese país todos tuvieron una
opinión al respecto y la expresaron abiertamente.
El único que se equivocó y se engañó
fue el señor Germán Campos, director de Consultores
y con más de 20 años de experiencia en análisis
de opinión de campañas electorales en Venezuela. Es
probable, dijo, que Chávez obtenga un 70 por ciento de respaldo
popular.
Pero, me pregunto, ¿qué habrá
pensado Fidel Castro sobre esta historia? El, que jamás ha
querido hacer un Referendo, mucho menos ahora, ¿habrá
sentido algún optimismo respecto al de Venezuela, en busca
de la consagración del socialismo y la perpetuidad de poder
de su aventajado alumno? No lo creo. Su reflexión del 29
de noviembre demuestra a todas luces que no esperaba lo mejor del
Referendo venezolano, sobre todo cuando dice que “Las semanas
y meses posteriores a esa fecha pueden llegar a ser sumamente duros
para muchos pueblos, entre ellos el de Cuba”.
Los estudiantes universitarios venezolanos no salieron
a las calles repartiendo volantes y protestando por la falta de
libertades impulsado por mentiras, ni fue un show que la oposición
reclamara sus derechos. Tampoco la violencia desatada fue consecuencia
del Imperio, sino del totalitarismo que se avecina con el chavizmo.
Venezuela, afortunadamente, todavía no ha
dejado de ser democrática. No ha caído en la abulia,
en el sueño del Feo Durmiente como ha ocurrido al pueblo
cubano, atado de pies y manos por el patrón Estado y su jefe
máximo, aún con vida.
Disparates como ese que se dijo sobre los que se
abstuvieron, como si se trataran de adeptos a Chávez, no
extrañan a nadie. Los comunistas, además de ansias
de poder, también padecen de parapatismo, una enfermedad
psíquica poco conocida que aleja de la mente el sentido de
la realidad, para imaginarse cosas.
Los que se abstuvieron, también votaron por
el NO.
Difícilmente Hugo Chávez hará
pasar al pueblo venezolano por el calvario que pasamos los cubanos.
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