Santa
Bárbara en llamas
Leonel Alberto Pérez Belette
LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) –
La Habana, tradicionalmente se colma de fiestas hogareñas
durante la víspera de la celebración de Santa Bárbara,
asociada al sincretismo de cultos africanos y cristianos. Este año
no ha sido así. Las calles permanecieron vacías y
silenciosas, a la par que cientos de ciudadanos de a pie amanecieron
escépticos sobre el futuro del país, debido a las
noticias que involucran a cuatro enigmáticos jinetes apocalípticos:
Chávez, Fidel, la sucesión y el petróleo
El gobierno cubano y las autoridades venezolanas,
por su parte, ya se habían encargado de adicionar aires de
guerra en el enrarecido ambiente del buque, a partir de recientes
ejercicios militares para enfrentar una invasión militar
fantasma. Maniobra denominada Moncada 200, en la que participaron
efectivos militares venezolanos que lucieron sus uniformes por la
capital. Por lo que no pocos temieron que la fiesta se tornara en
un San Quintín, dado a las alucinaciones, delirios de grandeza
y esquizofrenia que padecen ambos máximos líderes.
Y que les ha dado por decir que escuchan la voz del “libertador”.
Curiosa capacidad de escuchar la de Chávez, que no le permitió
oír (según las reflexiones de Fidel Castro) el magnifico
reclamo de Don Juan Carlos: ¿Por qué no te callas?
Intelectuales, opositores, amas de casa, trabajadores
por cuenta propia, partidarios del régimen, religiosos, estudiantes,
bohemios anárquicos, liberales, se plantean similares interrogantes.
¿Qué repercusión puede traer para la ineficiente
economía cubana la reciente victoria del No en Venezuela?
¿Qué rumbo tomará el presunto espacio de dialogo
con la población, abierto por el presidente interino Raúl
Castro, ante la posibilidad de que su ultra-conservador hermano
Fidel Castro retome las riendas del poder al haber sido nominado?
¿Estamos a un paso de retornar a la década del 90?
No se puede predecir el futuro. Para mentirosos los
meteorólogos. Resulta tan complicado el escenario y hay tanta
carencia de información, que la mayoría permanece
a la expectativa. En la política, como en el amor, a veces
lo más importante no es lo que se dice, sino lo que no se
dice. En ese punto es donde se agua la fiesta.
El referendo fue un asunto interno del pueblo venezolano,
solucionado con el No. Esto ha demostrado que ya no se sustentan
las excusas esgrimidas por los periodistas de la Mesa Redonda sobre
la influencia de los medios de difusión o círculos
de poder estadounidenses en los asuntos de Venezuela. O estos funcionarios
castristas aceptan los resultados, o tendrán que inventar
nuevos pretextos.
Las tendencias de opinión rozan los extremos.
Desde los que comparan a Cuba con un arcaico galeón que se
hunde lentamente y donde está a punto de estallar la Santa
Bárbara; y los que esperan que Hugo Chávez Frías
revierta la situación con una triquiñuela política
de última hora. Tal vez asesorado por el viejo diablo a quien
denomina su padre espiritual, Fidel Castro.
Algunos señalan que el gobierno de La Habana
ha repetido varios de los errores en que incurriera el Consejo de
Ayuda Mutua Económica (CAME). El más importante es
la centralización y reorientación de la actividad
mercantil sobre una sola área especifica. La pérdida
de algunas libertades alcanzadas durante la etapa más cruenta
de la década de los años 90.
Hace unos años la dirección económica
de la Isla se deshizo de muchos de sus principales amigos empresariales
con negocios dentro del territorio. Fueron afectadas decenas de
compañías europeas, mexicanas y de otras nacionalidades,
que se tuvieron que retirar. Hecho que creó un nefasto precedente
para la confianza de futuros inversores, ya que estas entidades
habían sostenido al régimen durante los momentos más
difíciles del periodo especial.
Por otra parte, no son pocos los que desconfían
de los datos de crecimiento económico publicados por el régimen
(más de un diez por ciento estimado para este año).
Sobre todo en lo referente a la disponibilidad y extracción
de hidrocarburo, algo esencial en momentos en que los precios del
barril de crudo han alcanzado niveles estratosféricos y siguen
escalando, lo cual aumenta el precio de los alimentos y en general,
deteriora más el nivel de vida de la población. Leche,
queso, mariscos y carne de res, son vocablos desconocidos por la
población; a no ser que se acuda lo que se oferta a precios
de estafa en el mercado negro o en el de divisas.
En cuanto al “dialogo” abierto por Raúl
Castro, las opiniones se dividen en tres. Los partidarios del régimen
ven el proceso como algo necesario que continuará su curso.
Se basan en que no creen que Fidel Castro se haya mantenido al margen
del asunto, en caso de reasumir el poder. En parte repiten el discurso
oficialista. Algunos opositores al régimen entienden que
en la práctica no es una señal de buena voluntad para
cambiar el estatus quo, dado a que no se ha tratado nunca de un
dialogo, sino de un monólogo encerrado en el estrecho margen
de la frase: “dentro de la Revolución todo, fuera de
esta nada”. O lo que es igual: “Los que no están
conmigo, están contra mí”.
Existen compatriotas que opinan que la decisión
electoral venezolana va a propiciar necesariamente un replanteamiento
de algunos asuntos de la política interna cubana, lo que
podría conducir a valoraciones y moderadas aperturas con
el fin de dar otra imagen. No son pocos los extranjeros que visitan
el país y se dan cuenta que los nacionales son ciudadanos
de segunda clase; amen del atraso en materia de derechos civiles
y la letanía de las prohibiciones.
No son pocos los que se preguntan a dónde
irán a parar los proyectos y las promesas hechas por los
personeros del régimen sobre el desastroso sistema de salud
pública, los servicios, los proyectos educacionales, productivos
y los referentes al sector de la construcción de viviendas,
y al transporte.
Nadie se atreve a predecir qué va a
pasar. Pero luego del discurso de Hugo Chávez y las reflexiones
del dictador cubano, es evidente que huele a pólvora quemada.
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