La
zafra que viene (final)
Fabián D. Arcos
LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - En
la actualidad los precios promedios del azúcar en el mercado
internacional oscilan entre 10 y 13 centavos de dólar estadounidense
por libra del dulce. Y según cálculos e informes realizados
sobre la producción de azúcar en Cuba el costo de
producción por libra está entre 6 y 6.5 centavos.
Una ganancia bruta cerca del 100 %.
Pero si ese análisis no fuera suficiente para
entender desde el punto de vista económico la necesidad de
revitalizar la que una vez fue la primera industria cubana, entonces
veamos qué otras ventajas se añadirían a ese
incremento.
En primer lugar, en el orden alimentario, la caña
de azúcar y su producción final desempeñan
un importante papel. En la actualidad, la ganadería moderna
se alimenta con cereales y granos, cuyos precios se van incrementando.
La caña y sus subproductos pueden desempeñar un papel
preponderante en la sustitución de esas fuentes de alimentación
animal.
La generación de electricidad es otra de las
grandes ventajas de la producción azucarera. Se calcula que
un central consume sólo el 30 % de la energía eléctrica
que pueden producir sus generadores en medio de la producción
fabril, aportando un alto volumen de energía a la red nacional.
Ello conservaría mucho mejor la tecnología de producción
eléctrica, y se ahorraría una cantidad grande de combustible
fósil necesario para su generación.
Pero el factor que más incide en las inversiones
que en distintos lugares del orbe se hacen para la industria azucarera,
es la posibilidad real de que pueda ser utilizada como fuente de
materia prima para la producción de biocombustibles, en momentos
que precios del petróleo se dispara cada día.
En los últimos tres años la producción
y comercio del etanol se ha incrementado. Si en 2005 el volumen
alcanzado fue de 33,500 millones de litros, en 2006 ya se había
elevado a 39,400 millones, con un incremento del 17,6 %. Y se ha
pronosticado que este año puede ascender a 47,000 millones
de litros, un 20 % más que el precedente. En la actualidad
los países mayores productores son Estados Unidos y Brasil.
El consumo mundial se aproxima a la producción:
en 2005 se consumieron 31,800 millones de litros, y en 2006 se alcanzó
38,000 millones, para un incremento del 21 %. Para este año
los cálculos prevén otro sustancial incremento, con
un monto de 46,700 millones. Y también los mayores consumos
se registran en Estados Unidos y Brasil. En el nivel de las importaciones
sólo Estados Unidos, la Unión Europea y Japón
adquieren el 75 %, siendo Brasil el principal suministrador, enviando
sólo a Estados Unidos 1,600 millones en el 2006.
En la actualidad el etanol se puede producir a partir
del maíz (Estados Unidos), mieles (Australia y la India),
caña de azúcar (Brasil y Tailandia) y remolacha y
trigo (Unión Europea). El producido a partir del maíz
en Estados Unidos cuesta 0.32 de dólar por litro, mientras
que en Brasil, con la caña de azúcar el precio llega
a 0.17, siendo los costos más elevados los de la Unión
Europea, a base de remolacha y trigo con 0.72 y 0.69 respectivamente.
Estados Unidos, tan celoso de su seguridad energética,
protege su producción de etanol subsidiándola en 0.18
dólar por litro y grava las importaciones del mismo en 0.14
por litro. Así y todo, la presencia del etanol brasileño
en el mercado norteamericano es significativa.
El coloso suramericano en la actualidad dedica el
50 % de su producción de azúcar a obtener etanol y
para 2011 prevé elevar esa participación al 57 %.
Para ello incrementarán el área dedicada a la caña
en 2,5 millones de hectáreas y sólo en inversiones
extranjeras para ese desarrollo ya tienen más de 1,000 millones
de dólares.
El gran científico cubano Álvaro Reynoso
demostró las excepcionales condiciones que tenía Cuba
para sembrar caña de azúcar y cómo lograr altos
rendimientos. La economía cubana alcanzaría un elevado
nivel de ingresos si dedicara parte importante de sus tierras ociosas
a un cultivo inteligente de la caña. Si el proceso de descapitalización
de la industria azucarera ha sido la principal causa de su declive
actual, con la perspectiva de producir etanol a precios tan competitivos
harían fluir cifras millonarias en inversiones foráneas.
Todo ello sin contar con el efecto benefactor para
el medio ambiente, y que la producción de biocombustibles
ayudaría sustancialmente a mejorar los precios de la industria
azucarera, al ahorrarse importantes cantidades de combustibles fósiles
que se consumen en el transporte y la maquinaria de la zafra al
mezclarse con los biocombustibles.
En fin, si se quiere salvar la industria azucarera
cubana, hay que virarse definitivamente a la producción del
etanol. Y ello sin comprometer la producción de azúcar
para el consumo humano.
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