Percepciones
Adolfo Rivero Caro, El
Nuevo Herald, 22 de septiembre de 2006.
Es obligado referirme al despido de los periodistas
de El Nuevo Herald. La dirección del Miami
Herald plantea que cobrar de una agencia del gobierno
entra en contradicción con la independencia
periodística. Independientemente de cuál
sea nuestra opinión sobre el tema, se trata
de una política corporativa. Por consiguiente,
hay que aceptarla. Sin embargo, la dirección
del Miami Herald yerra por no tomar con consideración
dos aspectos esenciales. El primero tiene que
ver con lo que significan Radio y TV Martí
para la comunidad cubanoamericana. A la dirección
del Miami Herald le encanta hablar de ''percepción'',
es una lástima que no hayan tenido en cuenta
nuestra percepción de Radio y TV Martí.
Su 'percepción' es que son simples emisoras
de propaganda. Para mi sorpresa, piensan lo mismo
de Radio Free Europe, la emisora que trasmitía
información a los países comunistas
de la Europa del Este. Para los pueblos de esos
países, sin embargo, Radio Free Europe
era como una brisa de aire fresco: la única
fuente alternativa de información en el
mundo asfixiante de la propaganda comunista. El
agradecimiento de esos pueblos a Radio Free Europe
siempre ha sido cálido y fervoroso. Es
lo mismo que siente el pueblo cubano por Radio
Martí. Para nosotros, colaborar con Radio
y TV Martí es un honor, un privilegio.
Es la oportunidad de hablarle directamente al
pueblo de Cuba.
El papel de Radio Martí, como el de Radio
Free Europe, no es trasmitir propaganda. La función
de Radio y TV Martí, como la que tuvo Radio
Free Europe, es trasmitir información.
La información que en Cuba, al igual que
en las otras dictaduras comunistas, se veta o
se mutila. Si eso socava al régimen, como
decía Ernesto Betancourt, eso no es un
problema de la emisora, sino de de la dictadura.
La política oficial de Radio y TV Martí
es trasmitir una diversidad de opiniones puesto
que eso es lo que caracteriza a una sociedad libre.
Todos están de acuerdo, por supuesto, con
una sociedad democrática y de libre mercado.
Es por ello que, para la dictadura, todas sean
equivalentes y trasmisoras del mismo mensaje.
Es por eso que lo consideran propaganda. Ahora
bien, este es el punto de vista de los enemigos
de la democracia. Es el punto de vista de los
que desprecian el estado de derecho, la democracia
parlamentaria y el libre mercado. ¿Cómo
es posible que también sea el punto de
vista del Miami Herald?
Es completamente legítimo ser objetivo
y rechazar a los enemigos de la democracia. Es
más, sólo así se puede ser
objetivo. ¿Por qué? Porque la objetividad
es un valor liberal, es un valor para los que
priorizan la libertad, es decir, el no estar sujeto
a la voluntad arbitraria de otros hombres. La
objetividad no es más que el respeto al
ejercicio de esa libertad, el respeto a tener
una opinión diferente. Ahora bien, no puede
haber respeto para los que quieren privarnos de
nuestra libertad, es decir, para los que quieren
privarnos de ejercitar esa libertad de tener opiniones
diversas. Eso es lo que hacen los plumíferos
castristas. Es por eso que hacen propaganda y
no periodismo. Esa es la gran razón que
asiste a Radio Martí frente al monopolio
castrista de la información. Esa es la
diferencia entre la información y la propaganda.
Sin Radio Martí no hubiera podido haber
una disidencia nacional en Cuba. ¿Cómo
conseguirlo en medio de una constante represión
y sin acceso a ningún medio de comunicación
de masas? ¿Como es posible que la dirección
del Miami Herald no comprenda eso? Es natural
que cause una profunda irritación en la
comunidad cubanoamericana.
Y eso nos lleva al segundo gran error de la dirección
del Miami Herald. ¿Cómo es posible
darle un tratamiento tan brutal a compañeros
tan queridos y respetados? ¿Acaso no tenían
otras opciones? Pablo Alfonso estaba en la cárcel
defendiendo el derecho de los cubanos a la libertad,
es decir, su posibilidad de ser objetivos, cuando
los dirigentes del Miami Herald estaban en pañales.
Para nosotros, Pablo Alfonso es una gran figura
del mejor periodismo latinoamericano. ¿Que
este lamentable incidente nos lleva a cuestionamientos?
Sin duda, pero no sobre Pablo Alfonso ni sobre
Wilfredo Cancio, uno de los más brillantes
de nuestros jóvenes periodistas, ni sobre
esa espléndida profesional que es Olga
Connor. Por no hablar del inexplicable acoso contra
Carlos Alberto Montaner. No. Lo que nos lleva
a cuestionar es a la dirección del Miami
Herald. No su integridad personal, que no está
en discusión, sino su relativismo moral
y su asombrosa falta de sensibilidad.
¿Le preocupa al Miami Herald la percepción
de un conflicto de intereses? Pues también
debió preocuparle la percepción
de la comunidad cubanoamericana. La percepción
de que el Miami Herald, por ejemplo, es un periódico
''liberal'', en el sentido americano. La percepción
de que, por eso, su dirección detesta a
una comunidad étnica como la cubanoamericana
que no se considera discriminada, que no es antiamericana,
que ama profundamente a este país y que,
mayoritariamente, vota republicano. Y la percepción
de que, por esas razones, se apresuraron a humillar
a nuestros mejores periodistas cubanoamericanos,
sirviéndole en bandeja de plata a la dictadura
castrista su mejor triunfo desde Bahía
de Cochinos. Seguramente nada de esto es así.
Pero es cuestión de percepciones.
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