La libertad de reunión
Soren Triff, El
Nuevo Herald, 31 de marzo de 2005.
La propuesta de Diálogo Nacional, de Oswaldo
Payá, y la Asamblea para la Promoción
de la Sociedad Civil, de Martha Beatriz Roque,
deben tomarse como lo que real y únicamente
son: el ejercicio de la libertad de reunión.
Es en ese sentido en el que deben presentarse
a la opinión publica y tienen que apoyarse
con confianza.
En el exilio y en la isla, los cubanos castrocéntricos
ya miran al líder pavlovianamente en busca
de la esperada represalia, trampa, añagaza.
Los providencialistas, creyendo que ahora sí
ocurrirá el milagro, releen los documentos
febrilmente en busca de entretelas y cortapisas.
Los describo con dureza y pido la más conmovedora
comprensión para todos. Esta incapacidad
para comprender la realidad es precisamente la
prueba de los efectos de la represión extrema
a la que los isleños han estado sometidos
por tiempo prolongado. La víctima, el esclavo,
sabe que su vida pende del amo o del milagro.
Pero la oposición no tiene nada que temer.
Lleva en estos momentos ventaja al régimen
porque tiene proposiciones mejores, mantiene un
discurso moderado y razonable, sostiene valores
no violentos, pluralistas y de diálogo
para resolver problemas concretos para los que
el régimen no tiene una respuesta civilizada.
He tomado unos ejemplos de la prensa para mostrar
lo que digo. Miguel Angel Moratinos, el canciller
español, se reúne con Felipe Pérez,
su homólogo cubano, para dialogar sobre
derechos humanos. El cubano aprovecha la ocasión
para calificar de ''provocación'' la planeada
Asamblea para Promover la Sociedad Civil y amenazar
con dar una ''respuesta adecuada'' a la reunión,
según Cubaencuentro.com. La oposición
presenta varios escenarios para el diálogo,
como Diálogo Nacional y la Asamblea para
Promover la Sociedad Civil. Fidel Castro ofrece
ollas de presión en un discurso ante la
Federación de Mujeres Cubanas. Los planes
de reformas económicas y sociales como
el Proyecto Varela proponen la expansión
de las fuerzas productivas. Castro, en el mismo
discurso, amenaza a los pequeños propietarios.
Coaliciones como Todos Unidos y Arco Progresista
se abren al diálogo para resolver los problemas
del país. Raúl Castro afirma que
el gobierno es un bloque monolítico.
Para el observador imparcial es imposible identificarse
con los valores, las actitudes y las conductas
de Castro. El régimen ha perdido la batalla
por el contexto, es decir, la explicación
del mundo según la cual sus acciones parecen
razonables al observador imparcial. La oposición
se apropia progresivamente del vacío de
significado que deja el régimen en su retirada.
Los valores, actitudes y conductas de la oposición
tienen cada vez más sentido para los interlocutores
internos y externos, y son cada vez más
imitados por la burguesía burocrática
e independiente en la isla.
Las metáforas del antiyanquismo ya no
tienen eco. Pero peor que todo, Castro no practica
lo que dice. No hay integridad en sus palabras;
hay cobardía en sus acciones violentas.
Por otra parte, las metáforas del diálogo
y el pluralismo son el vocabulario de valores
y actitudes que la oposición y los activistas
de la sociedad civil practican con su ejemplo.
Los activistas muestran integridad. Sus palabras
van unidas a las acciones; ofrecen confianza.
Si los activistas y opositores son capaces de
ver ''el bosque'' --el contexto de las acciones--,
se mantienen enfocados en la esencia de sus convocatorias
y actúan serenos, determinados y confiados,
se anotarán una victoria. Si se dejan llevar
por ''el árbol'' --la superficie de las
acciones-- el régimen manipulará
las actividades con relativa facilidad.
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