Cuba, como siempre
Fernando Escalante Gonzalbo.
La Crónica
de Hoy, México, 23 de marzo de 2005.
Chicago, Il.- Lo más triste que hay en
la discusión sobre los derechos humanos
en Cuba es que siga en el mismo punto, exactamente
el mismo, que hace diez, quince o veinte años.
Se repetirá de nuevo en estos días,
en la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra:
tampoco conducirá a nada. El foro no tiene
casi ninguna utilidad. Es un escenario para manifestar
otras cosas, que ni remotamente se refieren a
los derechos humanos. Nadie se llama a engaño
respecto a eso pero tampoco nadie va a ponerle
remedio, porque tal vez no hay remedio. Todo el
mundo sabe que en términos prácticos
no se puede esperar nada de la discusión,
todo el mundo sabe que sólo es una oportunidad
para que los gobiernos de Cuba y Estados Unidos
rentabilicen algo del valor simbólico de
su conflicto.
En esta ocasión, como parte de su campaña
de propaganda, Fidel Castro ha ordenado la excarcelación
de catorce disidentes, presos desde marzo de 2003.
Catorce de un grupo de setenta y cinco, no hay
que olvidarse, que fueron sentenciados en un juicio
sumario, condenados a pasar hasta veintiocho años
en prisión. La mayoría sigue allí.
La decisión se anunció con el tono
bombástico, campanudo y jactancioso de
siempre; según el gobierno cubano, el gesto
"corrobora una vez más la naturaleza
magnánima, el profundo humanismo, la ausencia
de rencor y odio" que lo inspiran. Nada menos.
Con eso tienen Saramago y García Márquez
para dejarse las manos aplaudiendo, lo mismo que
González Casanova y los demás rentistas
del capital revolucionario. Como hace diez o veinte
años, o treinta.
Para completar la información del tema
la semana pasada publicó La Jornada una
entrevista con un escritor cubano, de nombre Miguel
Barnet. Escritor y político, según
dice él, funcionario en activo, que vive
en Paris, acreditado ante la UNESCO, y que está
en Ginebra en estos días para defender
la dictadura de Castro. La frase que destaca el
periódico como titular dice todo lo que
hace falta: "Cuba es una nación con
una dignidad del carajo". Fuera de eso, dijo
lo de siempre. Que en Cuba "el concepto de
democracia es muy original" y que Estados
Unidos no quiere que eso se sepa, porque su propósito
es "aniquilar la cultura cubana". Ya
sé: no es para tomárselo en serio.
No hay más que volver la página,
olvidarse, dejarlo pasar. Sólo que hace
tres semanas -no lo sabe el señor Barnet,
ni lo menciona- murió en Londres Guillermo
Cabrera Infante, el más grande escritor
cubano del último medio siglo, equiparable
únicamente a ese otro prodigio que fue
José Lezama Lima. Murió en el exilio,
acosado siempre, injuriado, sin haber perdido
nunca ni el sentido del humor ni la capacidad
de indignación. No: hoy no se pueden pasar
por alto las infames majaderías del burócrata
Barnet, que se hable de la dignidad y de la cultura
de Cuba sin mencionar a Guillermo Cabrera Infante,
sin decir que murió en el exilio, que sus
obras no pueden publicarse en la isla.
La nota de color en la entrevista la pone el
sentido crítico del señor Barnet,
que es realista y crítico, por supuesto.
Reconoce que hay "contradicciones" en
Cuba. Por una razón: hay turistas y con
los turistas llegan "algunas cositas malas";
no puede evitarse, dice, "debemos entender
que a veces entran cosas feas". Es un aviso
para sicofantes: hay que recurrir a esos eufemismos
de mujeruca provinciana, hay que bajar la mirada
con resignación, lamentar la fealdad del
mundo, para no poner en riesgo el negocio de padroteo
al que está dedicado el régimen
en su vejez indecorosa, decrépita.
Dentro de algunos años, pocos, quedará
una imagen de Castro muy similar a la que tenemos
de Ceaucescu. Los que hoy aplauden serán
los primeros en denunciarlo: se echarán
las manos a la cabeza, se lamentarán a
gritos de haberse dejado engañar; conservarán
íntegra su autoridad moral: después
de todo, no tienen más culpa sino haber
sido soñadores. En Cuba ganarán
lo de siempre, los funcionarios obedientes, que
ya se han ido colocando en los resquicios de la
economía que viene, lo mismo que sucedió
en Rusia. Serán entonces como ahora los
más airados defensores de la dignidad cubana.
Todo viejo, todo insoportable y trágicamente
repetido.
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