De Cuba llega el titiritero-exprés
Federico Jiménez Lozanitos
/ El
Nuevo Herald, 20 de marzo de 2005.
Madrid -- Lo de la olla exprés es un invento
menor dentro de la asombrosa historia de la tiranía
castrista, a cuyo lado el Tirano Banderas de Valle-Inclán
es la historia de Cincinato contada por Séneca.
Desde el ''quesoducto'' para llevar miles de toneladas
de gruyre a Francia, pasando por la vaca Ubre
Blanca y los cerdos quirúrgicamente afónicos
en el baño, el socialismo real es en Cuba
una historia de la estupidez humana con manchas
de sangre.
Pero hay algo que supera en miseria moral a la
propia tiranía y sus asesinos de uniforme,
a sus torturadores y carceleros, a sus delatores
de casa, manzana y barrio, y es la cuadra de intelectuales,
mayormente novelistas, cantantes y titiriteros
que, antes de que pueda producirse una leve condena
internacional de la cárcel más grande
del mundo, se apresuran a defender al carcelero.
En los últimos tiempos, la esclerotización
del régimen castrista y de su legión
de justificadores europeos está alcanzando,
con todo, niveles artísticos en sí
mismos, dentro del género grotesco, variante
espasmódica.
Aún no se ha producido una votación
en la ONU o en la Unión Europea (UE) sobre
la falta de derechos humanos en la isla y ya tenemos
en la prensa la habitual carta de los titiriteros
castristas atacando a los Estados Unidos o a quien
en ese momento diga la embajada, pero redactada
con tal servilismo político, con tal torpeza
intelectual que sólo la conjunción
de un funcionario muerto de miedo y unos titiriteros
comunistas muertos de aburrimiento en sus lujosas
mansiones occidentales podrían producirla.
Ahora van los Sabina, Aute y demás defensores
del crimen político en Cuba y dicen que
no ha habido un solo caso de tortura, asesinato
o desaparición en el régimen castrista.
Lo dicen horas después de que la Sociedad
Interamericana de Prensa (SIP) haya denunciado
el encarcelamiento de veintitantos periodistas
por el simple delito de querer serlo, tratados
con la habitual delicadeza castrista desde que
el carnicero Ernesto Guevara llegó a la
cárcel de La Cabaña en 1959 y se
puso a fusilar cubanos.
¿Que no hay desaparecidos en Cuba? ¿Y
cuántos han desaparecido en el Estrecho
de la Florida, a dientes de los tiburones o ametrallados
en la noche, padres e hijos vilmente asesinados
en transbordadores, chalupas o pateras por los
esbirros de Castro? Darían risa estos abogados
de la tortura, el liberticidio y el asesinato
masivo si no dieran asco. Decenas de miles de
fusilados, dos millones de exiliados, centenares
de miles de desaparecidos en una isla de once
millones y aún andan cantando las excelencias
del régimen.
Una cosa hay que reconocerle al tirano del Caribe:
la olla exprés no será invento suyo,
pero el del titiritero-exprés, esa Barbie
soviética que firma sin mirar y con mecánica
precisión de autómata lo que le
pongan delante siempre que sea antiamericano,
sí.
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