En memoria de José Antonio
Por Alberto Muller. Diario
Las Américas. 16 de marzo de 2005. Hay hombres que pasan
por la historia para dejar signos imperecederos de coraje, de bondad y de amor
generoso por su tierra. Y definitivamente el recuerdo de estos hombres-insignias,
obliga, al menos, a reflexionar sobre la ruta que trazaron y transitaron con absoluta
fidelidad. José Antonio Echeverría nació en la ciudad
de Cárdenas, rodeado de ternuras en el seno de una familia de sólidos
principios católicos. Viajó a la capital para estudiar arquitectura
en la Universidad de La Habana. Y muy pronto la inquietud y la corrupción
de la época despiertan en él la vocación de servicio y el
carácter de rebeldía, que la historia recoge con admiración.
Ayer se cumplieron 48 años de la muerte de José Antonio Echeverría
y el aniversario colmó los predios de la Iglesia Católica Príncipes
de Paz, ubicada en un extremo tranquilo y apacible del condado de Miami-Dade,
para conmemorarlo con una Santa Misa. Cuando el 10 de marzo de 1952 quiebra
el ritmo constitucional y democrático de la nación cubana, José
Antonio se encuentra entre los dirigentes universitarios que se movilizan para
resistir el golpe militar desafortunado e innecesario. En noviembre de
ese año se lanza José Antonio, con un grupo de compañeros
estudiantes al terreno del Stadium del Cerro, para protestar por el escenario
dictatorial del país. El 16 de enero de 1953, muere Rubén
Batista, producto de la represión oficial, y José Antonio y el resto
del grupo de sus compañeros se encuentran a su lado en esa hora trágica.
El 28 de marzo de 1954, José Antonio junto a Fructuoso Rodríguez,
Juan Pedro Carbó y otros, enarbolan una tela frente a la Comisión
de los Carnavales habaneros, en rechazo a la represión imperante en el
país. Ese mismo año es elegido José Antonio a la Presidencia
de la Federación Estudiantil Universitaria . El domingo 13 de febrero
de 1955, José Antonio es golpeado salvajemente hasta quedar inconsciente
en el pavimento, durante la manifestación de protesta por el segundo aniversario
de la muerte de Rubén Batista. Unos meses después es golpeado
nuevamente con fuerza en un acto de recordación a Antonio Guiteras en Matanzas.
Se funda entonces el Directorio para encabezar la lucha insurreccional. El
asalto al Palacio Presidencial fue una acción concebida por el Directorio,
conjuntamente con el grupo revolucionario encabezado por Menelao Mora. Se planeó
un ataque simultáneo al Palacio y la toma de la estación Radio Reloj.
El grupo que atacaría el Palacio estaría al mando de Carlos
Gutiérrez. Y el grupo que se encargaría de la alocución radial
al pueblo para anunciar la acción, estaría dirigido por José
Antonio Echeverría. A los pocos minutos caería José
Antonio abatido por las balas de la policía en un combate fortuito al costado
de la gloriosa Universidad de La Habana. Finalmente el objetivo del plan
fracasaría, pero como curiosidad histórica desde la Sierra Maestra
y por órdenes expresas de Fidel Castro, el ataque a Palacio sería
calificado públicamente "como un acto putchista contra la revolución".
Paradójica coincidencia que ni Fulgencio Batista, obviamente, ni
Fidel Castro, sorpresivamente para algunos, vieron con simpatía la acción
heroica del 13 de marzo. En el caso de Batista, la lógica humana
es simple y entendible. En el caso de Fidel, la lógica es baja y cobarde,
aunque haya que decir que es históricamente cierta. ¿Por
qué estos dos hombres, Batista y Fidel, coinciden en oponerse a José
Antonio y a su generación? La respuesta la ofrece espontáneamente
la historia posterior a 1959, porque en las intenciones de Fidel Castro se escondía
entonces un malévolo proyecto de traicionar el proceso revolucionario y
convertirse en un fiel imitador del dictador soviético, José Stalin,
para instaurar en Cuba una dictadura totalitaria cruel y sanguinaria. Y
precisamente porque el Ataque al Palacio Presidencial, el 13 de marzo de 1957,
aunque no exento de violencias y quebraduras, iba dirigido a encauzar la república
por senderos de justicia, de libertad y de paz social. No permitamos que
la distancia y el cansancio del largo camino, nos aleje de aquel acto heroico
que ayer recordamos con profunda emoción, junto a los hermanos que sobreviven,
Lucy y Sinforiano, y los familiares de José Antonio, pues el 13 de marzo
sigue teniendo enseñanzas válidas para todos en estas horas dramáticas
que padece Cuba. No temamos en decirlo, aunque haya voces serpentinas que
se escandalicen. El objetivo del Ataque a Palacio aún está por cumplirse.
Honremos a aquella generación generosa de jóvenes que confiaron
a Dios su pureza de intenciones, para lograr el imperio de la justicia en Cuba.
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