Cuba, sin adioses para Cabrera Infante
La Nación Line,
Argentina, 17 de Marzo de 2005. Quizás el gesto más
mezquino que se permitió últimamente el gobierno de Fidel Castro,
por medio, por supuesto, de sus órganos de prensa, haya sido ignorar la
muerte del gran escritor cubano -y enemigo acérrimo de su régimen,
es verdad- Guillermo Cabrera Infante, exiliado en Inglaterra desde hacía
ya largos años por no compartir la ideología castrista. Y
decimos mezquino porque lo que realmente va a sobrevivir de un artista como Cabrera
Infante no han de ser -con todo lo bien escritas y amargamente sarcásticas
que eran- sus diatribas continuas contra el gobierno de la revolución cubana,
al que había pertenecido en los primeros años. Aunque no parece
necesario aquí recordar que su obra como escritor y crítico de cine
representa uno de los ejemplos más espléndidos de dominio del español
en la segunda mitad del siglo XX, quien haya leído sólo uno de sus
libros más importantes -Tres tristes tigres, el más conocido y el
que le valió el premio Biblioteca Breve en 1964- sabe cuánto significa
su muerte para el arte y la cultura no sólo de habla hispana, sino también
universal. Sin embargo, en Cuba la noticia de su muerte fue ignorada por
el diario oficial Granma y los medios de prensa masivos. Para la inmensa mayoría
de los cubanos que viven en la isla, Guillermo Cabrera Infante no ha muerto; ni
siquiera saben que en 1997 ganó el Premio Cervantes. Por suerte, sus colegas,
los escritores cubanos que adhieren al régimen de Castro y los que no lo
hacen, pudieron ir más allá del recuerdo de su relación ideológica
personal y coincidieron en rendir homenaje a la grandeza del artista fallecido.
Pero no hubo para él, lamentablemente, ningún documento firmado
por destacados intelectuales del mundo, como el que se dio a conocer el lunes
último -con la firma del Premio Nobel de Literatura José Saramago,
entre las más de 200 personalidades que allí figuraban- donde se
pidió que no se apruebe una resolución contra Cuba en la próxima
reunión de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Finalmente
quizás no importe porque el Cabrera Infante que perdure será el
magnífico escritor que describió para siempre una Cuba brillante,
bella, hedonista y libre incluso bajo la dictadura de Batista. Como tantos otros
artistas en la historia de la política mundial, no pudo ver en vida el
reconocimiento de su gente, de aquellos para los cuales -no hay dudas de ello-
escribió sus libros. Pero también es cierto que para él habrá
un tiempo en que ni Fidel Castro ni ningún otro dictador y sus epígonos
puedan interferir en la legítima relación de un artista y su pueblo.
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