Por la boca muere
El
País, Uruguay,
14 de marzo de 2005.
Recordamos todos cómo les cuesta a los
militantes de la izquierda reconocer en Cuba,
aquella de los paredones y encarcelamientos a
los disidentes considerados autores de delitos
de opinión, y esta de la misma ferocidad
contra los presos de conciencia. Hoy nadie puede
ni siquiera insinuar una duda respecto de la naturaleza
dictatorial, autócrata, y despótica
del reino de Fidel Castro. Y cuando decimos nadie,
decimos nadie en el mundo, ni siquiera sus fervientes
adictos, a quienes parece no importarles demasiado
el detalle.
El gobierno uruguayo se preocupó de despreciar
semejante minucia, dándole un especial
significado a la reanudación de relaciones
diplomáticas con Cuba asignándole
una trascendencia exagerada en los fastos de su
asunción que no debía tenerla en
tanto se trataba casi de un acto de rutina. Pero
no se quiso disimular la intención de hacer
del acontecimiento un símbolo. A ello sigue
ahora la posición uruguaya de integrar
a Cuba como miembro asociado del Mercosur, en
lo que estarían de acuerdo Argentina (no
es de extrañar) y Brasil. Al conocerse
la decisión, nuestro ex Canciller y actual
senador el Dr. Sergio Abreu observó la
legalidad de la misma, pero el canciller en funciones,
Reinaldo Gargano, retrucó que la cláusula
democrática -es decir la que no admite
países con gobiernos de fuerza en la región-
es aplicable sólo a los miembros plenos,
y no a los asociados. Con lo cual -el pez por
la boca muere- vino tácitamente a admitir
que Cuba no es una democracia, aquello que le
costaba tanto decir a Tabaré Vázquez.
Pero insistimos, para la izquierda no es un problema
fundamental, pese a su vocación para erigirse
en la campeona de la defensa de los derechos humanos.
La integración de Cuba al Mercosur, sea
en la condición que fuera, no aporta absolutamente
nada. En el plano comercial es como si no existiera,
lo cual demuestra también que la decisión
tiene nada más que una naturaleza marcadamente
política. En momentos en que el aislamiento
de la isla se amplía, en momentos en que
se prohíbe al personal oficial de turismo
hablar con los turistas para informarles de la
dolorosa realidad que se vive en sus fronteras,
en momentos en que crece a pasos agigantados el
terror a la libertad del gobierno cubano, ahora
aparecemos los rioplatenses a tenderle una mano.
Copyright ©
EL PAIS S.A. 1918-2005
|