Recordando a Mikoyan
en La Habana
José M. Juara Silverio,
El
Nuevo Herald, 9 de marzo de 2005.
Se cumplieron en febrero los 45 años del
inicio del proceso de la sovietización
de la sociedad cubana, programa puesto en marcha,
secretamente, por los comunistas cubanos desde
la toma del poder el 1 de enero de 1959. Fue en
octubre de ese año, en la ciudad de México,
durante la exposición de productos soviéticos,
donde se redactaron las minutas del primer pacto
comercial entre Cuba y la URSS y se decidió
que dicha exhibición se trasladara hacia
La Habana para realzar el evento. El primer viceministro,
Anastas Mikoyan, dirigiría la delegación
soviética a Cuba. Fue una época
confusa de la política cubana, donde en
cualquier tertulia habanera todavía se
discutía si Castro era comunista o no,
lo que favorecía al régimen porque
ganaba tiempo y se consolidaba cada día
más. Ante esta confusión, había
que quitarle la careta al régimen y creo
que ése era el objetivo de Alberto Müller,
Juan M. Salvat y otros líderes estudiantiles
universitarios.
Era la mañana del viernes 5 de febrero
y como estudiante del Colegio de La Salle esperaba
el final de la misa para ir al Parque Central,
protestar contra la presencia del ''verdugo de
Hungría'' --responsable de la masacre de
Budapest en 1956-- y romper la corona de flores
soviética como desagravio a la memoria
de Martí, que era nuestro objetivo, el
de los estudiantes de secundaria, llamado bachillerato
entonces.
Castro recibió al ruso en el aeropuerto
y, manteniendo una seguridad férrea, se
dirigieron a la estatua del Apóstol para
que Mikoyan depositara una corona, simbolizando
al continente americano en flores blancas, desde
Alaska hasta la Tierra del Fuego, imponiendo sobre
todo aquel hemisferio la figura de la hoz y el
martillo en flores rojas.
La vigilancia policial se concentró en
los alrededores de la estatua del Apóstol.
No obstante, se formó la manifestación
estudiantil, llegando al sitio con la corona de
desagravio y sus pancartas, mientras nosotros
nos dirigíamos a la corona de Mikoyan.
Entonces surgió la intervención
de los agentes encubiertos del G-2 y empezó
la pelea desigual entre la autoridad militar y
los estudiantes. Y asomaron en las azoteas de
los edificios que rodean al Parque Central las
sombras de la soldadesca, disparando sus armas.
Era la primera vez que oía los disparos
del fusil belga FAL. Ante la superioridad numérica
de la policía, que trataba de arrestarnos,
y el ruido de los disparos, los manifestantes
empezamos a replegarnos para evitar ser apresados.
Corriendo por el Prado, a mi lado Cleofé
Junior Rubí, compañero lasallista
y de aventuras, nos encontramos con una joven
mujer, quien presa del pánico por la persecución
y los disparos había caído de rodillas
sobre el pavimento. Casi sin parar, la tomamos
por sus brazos y mientras la levantábamos,
miré hacia la acera, vi una puerta corrediza
que empezaba a cerrarse y corrimos hacia ella.
Los tres entramos en aquel establecimiento que
nos dio refugio por algunas horas.
De esa forma, a palos, culatazos, tiros y arrestos
disolvió el régimen de Castro la
primera manifestación, pacífica
y anticomunista, de la juventud cubana. Desde
ese día los campos quedaron deslindados
y no hubo dudas entre el estudiantado del camino
a seguir: la conspiración y la lucha armada.
Allí empezó el rosario de mártires,
allí se forjó la resistencia interna
y podemos afirmar que fue allí, en el Parque
Central de La Habana, sin intervención
extranjera, que se forjó la Brigada 2506,
pues allí estaban junto a mí Javier
Souto, Luis Morse, Juan y Benito Clark, José
Basulto, German Kosh, paracaidista muerto en el
aire sobre Girón, Raúl y Rafael
Villaverde, Billy Shoes y Fernando Trespalacios.
Al día siguiente, como presidente de la
Federación Estudiantil de Colegios Católicos
de Cuba (FECCC) firmé junto a mi directiva
una carta de protesta, publicada por Prensa Libre
y el Diario de la Marina, donde destacaba este
último en primera página parte de
nuestra declaración: ''Somos anticomunistas
por ser estudiantes católicos y demócratas'',
documento que me obligó a tomar el camino
del exilio al iniciarse un verdadero acoso hacia
mí y mi familia. El 8 de julio, un día
después de llegar a Miami, acompañados
por Carlitos Varona fuimos Rubí y yo a
inscribirnos como voluntarios en los recién
estrenados campamentos en Guatemala, cuna de la
Brigada. Teníamos apenas 17 años
de edad, pero poseíamos en esa época,
y aún tenemos, la razón. Castro
declaró --con gran descaro y demostrando
su perversidad-- que había sido ''marxista-leninista
por toda la vida'' el 2 de diciembre de 1961.
El sueño castrista de sovietizar Cuba
se le hizo trizas con la desaparición de
la URSS. Tuvieron los comunistas que cambiar su
propia constitución, copia al carbón
de la rusa, para entre otras cosas suprimir en
su introducción aquello de que ''guiados
por la doctrina victoriosa del marxismo-leninismo
y apoyados por la amistad fraternal, la ayuda
y la cooperación de la Unión Soviética...'',
documento con el que le implantaron el bozal socialista
al pueblo cubano.
Fuimos unos pocos estudiantes quienes repudiamos
la sovietización en aquellos días.
Y estamos hoy al igual que ayer dispuestos a la
lucha y a juntar brazos con los estudiantes que
hoy resistan al castrismo en todas sus nefandas
facetas.
Ingeniero cubano exiliado, fue paracaidista de
la Brigada 2506 en Playa Girón.
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