Cuba:
La vuelta al "sándwich estatal"
Fidel Castro echa pie atrás
a las tímidas reformas económicas
que permitió a principios de los 90 después
de la caída de la Unión Soviética.
El
Mercurio. Chile, 28 de junio de 2005.
Por cerca de una década, han existido
puestos en la calle, ubicados a las afueras de
hospitales, universidades y otros puntos de encuentro
en La Habana, capital de Cuba, manejados por privados,
y en ellos se han vendido sándwich, pizzas,
dulces, milkshakes, entre otros cosas parecidas.
Pero este mes, el gobierno comunista de Fidel
Castro cerró los kioscos, anunciando que
en su lugar un órgano estatal ofrecerá
un servicio de snacks. Los consumidores ahora
esperan bocados poco apetitosos y servidos con
mala cara. Incluso, los que apoyan al régimen
se quejan.
Los puestos cerrados eran de unas 2.000 pequeñas
empresas. Este es el último paso de una
campaña del Presidente de Cuba para echar
pie atrás a las tímidas reformas
económicas que él se sintió
obligado a permitir a principios de los 90 después
de la caída de la Unión Soviética,
la socia y patrona de la isla.
La respuesta de Castro fue abrir la puerta a
la inversión extranjera y permitir que
los cubanos se instalaran por su propia cuenta.
Pero ahora, su régimen ha sido empujado
por nuevas alianzas. Hugo Chávez, Presidente
de Venezuela, les proporciona petróleo
barato, y China, préstamos suaves. A principios
de este año, Castro declaró formalmente
terminada la crisis económica post Unión
Soviética.
Las autoridades dicen que el movimiento en contra
de los vendedores es para asegurarse de que el
pequeño sector privado respete las leyes.
Pero por años, las filas de kioscos fueron
toleradas, aunque legalmente sólo se puede
vender comida preparada en las casas. Esa ley
invocada es una de las muchas regulaciones intrincadas
que permiten evitar los negocios privados. A los
cubanos que le venden artesanías a los
turistas se les ha dicho que se detengan si los
materiales utilizados no son hallables en las
tiendas estatales, único lugar donde se
supone que se debe comprar.
En 2004, el gobierno dijo que no entregaría
nuevas licencias en 40 de las 170 categorías
que existen de pequeños negocios. En los
90, había 240.000 emprendedores con licencia,
manejando restaurantes o cafés basados
en las casas o trabajando como peluqueros o maestros.
Actualmente, el número ha caído
bajo los 140.000.
A los negocios extranjeros pequeños y
medianos les está yendo un poco mejor que
a los locales. Más de la mitad de las 800
compañías extranjeras registradas
en 2000 se han ido, además de 400 empresas
en las zonas de libre comercio. De los 700 joint
ventures, quedan menos de 300. La mayoría
involucra a grandes firmas de turismo, energía,
tabaco, ron, telecomunicaciones, minería
y biotecnología, negocios que son vistos
como "estratégicos" por el gobierno.
Excepción
La mayoría de los que se fueron lo hicieron
silenciosamente. Una excepción fue Peñasanta,
una firma de lácteos española que
tenía un joint venture de US$ 8,5 millones
en Cuba. Un administrador declaró que era
imposible realizar negocios en la isla, por la
existencia de una organización caótica
en la economía.
Los administradores de joint venture más
grandes alegan de los altos costos.
Ello, debido a las recientes reevaluaciones del
peso cubano, las inspecciones de los ministerios,
los cambios en las reglas de los negocios y la
decisión de quitarle a las empresas estatales
la autonomía en el comercio y finanzas.
© El Mercurio S.A.P
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