PRENSA INTERNACIONAL
Junio 27, 2005
 

El alto precio de la libertad

Vanessa Bauzá. El Sentinel, 25de junio de 2005.

Henry Hernández casi nunca había salido de su pueblo costero de Cienfuegos -- ni mucho menos de Cuba -- cuando su abuelo decidió reubicar a su familia en Sioux Falls, Dakota del Sur, después que le otorgaran asilo político a través de un programa ofrecido por una iglesia luterana.

Desde que llegó Hernández, de 32 años, extrañaba el calor familiar y la camaradería de su destartalado barrio, lleno de viejas calles y humildes viviendas. Odiaba el individualismo de Dakota del Sur, donde las relaciones con los vecinos rara vez pasaban de un "hola" o un "adiós". Y en lugar de pasar las tardes con sus amigos charlando sobre peleas de gallos o jugando dominó como lo hacía en Cienfuegos, Hernández estaba atado a un riguroso horario, trabajando en dos empleos, uno como techero y otro como mecánico.

Los interminables veranos en Cuba llenos de sol se tornaron en inviernos fríos y obscuros en la pradera."Hubo días en los que me encerraba en mi cuarto y lloraba. No me da vergüenza contarlo. No paraba de nevar en cuatro o cinco días", recordaba Hernández recientemente en una plazuela de Cienfuegos. "Desde que me fui, siempre quise volver".

Durante nueve años, Hernández se dedicó a trabajar para ahorrar suficiente dinero para visitar su tierra natal. Finalmente, el año pasado, logró convencer a su madre de que se sentiría mejor si regresaba a vivir Cuba, dejando a su familia en Estados Unidos.

Ahora vive en Cienfuegos con el dinero que sus familiares le envían de Estados Unidos. Funcionarios de inmigración están procesando su solicitud de repatriación. Hernández cuenta que algunos de sus amigos lo creen loco por haber regresado a Cuba donde muchos arriesgan la vida para poder salir. Pero él no lo lamenta.

"La gente acá [en Cuba] cree que en Estados Unidos los aviones vuelan por encima de uno tirando dinero por la ventana", dice Hernández. "No saben que uno tiene que trabajar 16 horas diarias para conseguir dinero mientras acá están sentados jugando dominó".

Mientras que la gran mayoría de inmigrantes cubanos se adaptan a los cambios que implica una nueva vida en Estados Unidos, un pequeño grupo no logra superar el choque cultural y la añoranza de su tierra natal.

En base a acuerdos entre Washington y la Habana, el gobierno estadounidense emite por lo menos 20,000 visas al año a los cubanos que deseen mudarse a Estados Unidos de forma permanente. El número exacto de cubanos inmigrantes que revocan su estatus migratorio es desconocido. Funcionarios cubanos en la Habana se negaron a ser entrevistados para esta columna.

Algunos inmigrantes jóvenes como Hernández son incapaces de lograr la transición del estilo de vida calmado en Cuba con la feroz competitividad de la vida moderna en Estados Unidos.

"Se trata de gente que nació durante la revolución [cubana] y no han visto nada más", dijo Andy Gómez, del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano Americanos de la Universidad de Miami, que entrevistó a 300 inmigrantes recién llegados a Miami.

"La realidad se hace evidente inmediatamente después que llegan; hay grandes oportunidades pero tienen que trabajar muy duro. Muchos de estos [inmigrantes] aún tienen conexiones con la isla o conexiones con el sistema en el que crecieron", dijo Gómez. Aún así, él calcula que sólo una pequeña minoría de cubanos decide regresar a la isla.

La decisión de regresar a Cuba no es común en Miami, una ciudad que ha recibido a generaciones de inmigrantes pero que tiene poca tolerancia por quienes simpatizan con el sistema socialista de la isla.

En algunos casos, cubanos ya mayores, como Escie Efraín Pérez, de 85 años, regresan a su tierra natal porque sienten que sus familiares en la isla van a cuidar mejor de ellos en su vejez.

"Estoy acá por mis hijos. No tengo nadie allá [en Estados Unidos]", dijo Pérez, quien fue prisionero político en Cuba en los años 60, mudándose a Jacksonville hace ocho años, para estar más cerca de sus hijos. Después de la muerte de uno de sus hijos en Estados Unidos, sus otros dos hijos, que viven en la ciudad de Cienfuegos, lo convencieron para que regrese a Cuba en enero.

Aún así, a pesar del choque cultural, decenas de cubanos hacen fila todos los días frente a la misión diplomática de Estados Unidos en la Habana para aplicar por las codiciadas visas para abandonar su tierra natal.

Puede comunicarse con Vanessa Bauzá a vmbauza1@yahoo.com

Copyright © 2005, South Florida Sun-Sentinel. Derechos reservados © 2003, elsentinel.com.

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