SOCIEDAD
Rodeados
de aguas albañales
José Antonio Fornaris, Cuba Verdad
LA HABANA, Cuba - Julio (www.cubanet.org) - Frente
a la panadería del reparto donde resido,
Embil, hace cerca de un mes que las aguas albañales
hicieron su aparición. Alguien tuvo la
"sabia" idea, porque hay un hueco bastante
grande en la acera para evitar que esas aguas
se estancaran e impidieran el paso de los peatones,
de "ranurar" el contén de la
acera. Así que ese fluido nada aromático
serpentea ahora por la calle hasta la rejilla
del alcantarillado.
En la siguiente cuadra, la calle 10, hay otro
derrame de aguas albañales que también
corre en busca del alcantarillado. El resultado
inmediato y pestilente es que ahora hay más
moscas que de costumbre en la panadería.
Hay tantas que a veces parece que se van a llevar
el pan que allí se produce.
A cuatro cuadras, orientado hacia la calzada
de Vento, hay otro salidero de aguas albañales,
excrementos que salen de un edificio familiar
de doce plantas que se encuentra a un costado
de la escuela Salvador Allende, hoy por hoy un
motel para venezolanos que esperan atención
médica, y frente al círculo infantil
Hijos del Pueblo. Como se aprecia, estamos casi
rodeados de aguas albañales.
Dicho sea de paso, en dos ocasiones diferentes,
cuando caminaba de noche por la acerca frente
al mencionado círculo infantil, del sitio
por donde salen ahora las aguas albañales,
me han lanzado algunos proyectiles; una vez dos
piedras, y otra, una botella vacía. En
ambas ocasiones los objetos han ido a dar contra
la cerca del círculo infantil. Imagino
que más que golpearme el fin que persiguen
ha sido tratar de atemorizarme para que no camine
por las calles de mi barriada. He tenido que responder
las agresiones con palabrotas, porque ni de lejos
he visto al enemigo.
Pero, a pesar de esas aguas albañales
y de algunas calles intransitables por su mal
estado, éste es un lugar de árboles,
de casas bonitas construidas en la década
de 1950 y en los primeros años de la del
sesenta. También hay edificios multifamiliares
construidos por las microbrigadas que, aunque
estéticamente no tienen nada que decir,
y arquitectónicamente no representan nada,
están en buen estado técnico.
Claro, también hay apagones. Aunque, miren
qué casualidad, donde están alojados
los venezolanos nunca quitan la electricidad,
a pesar de que a simple vista se aprecian en ese
lugar cientos de aparatos de aire acondicionado
que, según se afirma, consumen mucha energía
eléctrica.
A pesar de eso, la barriada es buena. No hay
casas desplomándose, ni grave contaminación
ambiental. Claro, como no hay contaminación
tampoco pasan ómnibus, y a veces hay que
"sonarse" unas caminatas tremendas para
entrar o salir del reparto. Tampoco se observa
el desagradable espectáculo de ancianos
tirados en las aceras, o registrando contenedores
de basura. Bueno, a decir verdad, aquí
no hay contenedores de basura. Sacamos los desechos
en jabitas plásticas, y por la mañana
dos hombres las recogen en un carretón
tirado por un caballo.
Independientemente de ese asunto de las aguas
albañales, mi reparto es un buen lugar
para residir. Si ustedes vieran en lo que se ha
convertido la mayor parte de La Habana, coincidirían
plenamente conmigo.
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