Cuba: los periodistas en la
mira
Abraham Santibáñez,
Escuela de Periodismo Universidad Diego Portales.
El Mercurio,
Chile, 5 de marzo de 2004.
En la isla se violan los derechos
humanos, y una manera de aliviar la situación
es que la Comisión de Naciones Unidas envíe
un relator a verificar la situación en
el terreno.
Cuesta creerlo, pero los dogmáticos de
siempre siguen negándose a aceptar la brumadora
realidad: en Cuba se violan los derechos humanos,
y una manera de aliviar la situación es
que la Comisión de Naciones Unidas envíe
un relator a verificar la situación en
el terreno. Chile puede contribuir con su voto
a lograrlo. Se nos dice, sin embargo, que proceder
de esta manera es hacerle el juego al mperialismo
norteamericano.
Al respecto, consideremos algunos datos objetivos.
La Unesco - organismo permanentemente criticado
por Estados Unidos- concedió el premio
mundial de Libertad de Prensa al periodista cubanoRaúl
Rivero. Junto con él, en abril del año
pasado, 75 disidentes fueron sentenciados a diversas
penas entre 14 y 28 años de cárcel
por atentar contra "la independencia o la
integridad territorial del Estado" y conspirar
y socavar los principios de la Revolución.
En el lenguaje oficial, se los acusó de
cometer "acciones que en concordancia con
los intereses imperialistas persiguen subvertir
el orden interno de la nación y destruir
su sistema político, económico y
social". Una tercera parte del total de condenados
corresponde a periodistas, lo que hizo reaccionar
de inmediato a Reporteros sin Fronteras. En diciembre,
al dar a conocer su clasificación mundial
de libertad de prensa, colocó a Cuba en
el penúltimo lugar; sólo Corea del
Norte tiene una evaluación peor. La lista
de 166 países confeccionada por Reporteros
sin Fronteras la encabezan, en empate, Finlandia,
Islandia, Noruega y Holanda. (Los siguen Dinamarca
y Trinidad-Tobago, empatados en el quinto puesto;
Chile se sitúa en el lugar 37). Este solo
hecho, sin contar las condiciones de aislamiento
y maltrato en que se mantienen los detenidos,
justifica plenamente cualquier voto negativo en
la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.
Es cierto que el régimen de Fidel Castro
sufre un bloqueo económico sistemático
y sostenido por parte de Estados Unidos desde
hace más de cuatro décadas. Nada
aminora la gravedad de esta medida, explícitamente
condenada por el Papa Juan Pablo II. Sin embargo,
con notable habilidad el régimen de La
Habana lo ha usado a su favor. Le sirvió
para lograr el apoyo de la Unión Soviética
y de Alemania Democrática en los duros
años de la Guerra Fría. Pero, sobre
todo, el bloqueo ha sido el permanente pretexto
para justificar la represión. En abril
pasado, en tres días, tres hombres que
se habían apoderado de una embarcación
para huir de Cuba fueron enjuiciados sumariamente
y ejecutados sin derecho a apelación.
Los meses transcurridos no deberían hacernos
olvidar estos hechos: forman parte del balance
del año que se verá en Ginebra.
La Unión Europea expresó en su momento
"su profunda preocupación por la continua
violación flagrante de los derechos humanos
y de las libertades fundamentales de los miembros
de la oposición cubana y de los periodistas
independientes". La situación no ha
cambiado. Lo acaba de reafirmar la Unesco.
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