Pablo Alfonso.
El
Nuevo Herald, junio 8, 2003.
Si la dictadura cubana pensó que reduciría al silencio a la
oposición interna con su último zarpazo represivo, se equivocó.
Tres meses después del encarcelamiento y condena de 75 opositores políticos,
periodistas, bibliotecarios independientes y activistas de derechos humanos, el
movimiento disidente mantiene su vigencia y las denuncias contra el régimen
continúan saliendo desde la isla.
Los primeros en mantener viva esas denuncias han sido los familiares de los
encarcelados. Desde Blanca Reyes, esposa del poeta y escritor Raúl Rivero
hasta Miriam Leiva, esposa del economista Oscar Espinosa Chepe, todos los
familiares han cerrado filas en favor de los suyos y en protesta contra las
condiciones carcelarias en que se encuentran.
Desde las prisiones del régimen los opositores tampoco han guardado
silencio. Ahí está el ejemplo del periodista, Manuel Vázquez
Portal, cuya esposa sacó de la prisión de Boniato, en la provincia
de Santiago de Cuba un diario apresurado, pero preciso, desde el momento mismo
en que fue arrestado; y el de José Daniel Ferrer García, dirigente
del Movimiento Cristiano Liberación, quien permanece desde el pasado 21
de mayo en huelga de hambre en la prisión Cinco y Medio de Pinar del Río,
en protesta por las pésimas condiciones existentes en las cárceles
del régimen.
Esta vez la dictadura cubana no ha podido actuar con impunidad. Se ha
encontrado con la repulsa de organismos internacionales como Amnistía
Internacional y con la atención que la prensa extranjera ha prestado al
movimiento disidente. Quizás por eso el canciller cubano, Felipe Pérez,
salió a la palestra pública el viernes en defensa del régimen.
''La Cancillería sólo puede decir con total seguridad que
existe en Cuba un régimen de derecho que impediría que se
produjera la violación de cualquier derecho'', aseguró Pérez
a la prensa extranjera acreditada en La Habana.
El canciller arremetió también contra la Unión Europea
(UE), molesto porque los países que la integran, acordaron el jueves una
serie de medidas diplomáticas contra la dictadura cubana, en respuesta a
la represión contra los opositores.
''La Unión Europea ha sido incapaz de formular una política
propia hacia Cuba, ha cedido a la presión, a los embates de la política
norteamericana contra Cuba'', dijo Pérez. "Las diferencias europeas
se han ido limando con EE UU como hemos visto en días recientes, quizá
Cuba es una víctima de ese arreglo''.
Estas declaraciones de Pérez contienen los dos elementos claves que
sustenta la propaganda castrista: Cualquier crítica al régimen está
instigada por Estados Unidos; la otra, es la teoría de la conspiración
y la confabulación.
Para la dictadura cubana ningún país, organización o
persona, parece tener suficiente autoridad o principios propios para ejercer un
juicio crítico sobre lo que sucede en la isla.
A partir de ese sofisma propagandístico, los cubanos que dentro o
fuera de la isla se oponen a la dictadura son ''mercenarios al servicio de
Estados Unidos''. Cuando en Naciones Unidas se alzan voces reclamando atención
a la situación de derechos humanos en Cuba, esos gobiernos son tildados
de ''lamebotas'' o sometidos a las "presiones norteamericanas''.
Todo forma parte de una gigantesca confabulación contra el régimen
castrista. Desde las denuncias de los organismos internacionales de derechos
humanos hasta los balseros que se tiran al mar o los que intentan secuestrar
aviones o embarcaciones.
No hay dudas de que la propaganda castrista se caracteriza por esta curiosa
simplicidad. Una simplicidad que, sin embargo, se nutre de los resentimientos y
la hostilidad contra Estados Unidos que existen en amplios sectores del mundo.
Por suerte para el futuro democrático de Cuba hace ya algún
tiempo que la época en que ''nadie escuchaba'' quedó atrás,
aunque todavía quedan algunos tontos -cada dia menos útiles-, que
se alimentan de promesas, consignas y mitos.
palfonso@herald.com |