Andrés Oppenheimer /
El
Nuevo Herald, mayo 29, 2003
WASHINGTON
¡Paren las máquinas! Justo cuando estaba por entrar en prensa
esta columna despotricando contra el nuevo gobierno argentino por darle una
bienvenida real a Fidel Castro, y por afirmar que en Cuba no se violan los
derechos humanos, me llegó la llamada del canciller argentino, Rafael
Bielsa.
No se apresure a concluir que Argentina votará sistemáticamente
junto a Venezuela y Cuba en contra de Estados Unidos en los foros
internacionales, dijo el nuevo canciller, que respondía a mi llamada. Y
por favor, tome en cuenta el momento en que hice mis declaraciones sobre los
derechos humanos en Cuba, agregó.
Bielsa, un respetado jurista con poca experiencia en política
internacional, había sido citado por el diario español ABC el
martes diciendo que "no me atrevo a decir abiertamente que se violan los
derechos humanos en Cuba. No tengo autoridad moral ni el cargo que me permita
decir una cosa con tanta ligereza''.
Bielsa había respondido a una pregunta de ABC sobre las recientes
ejecuciones de tres cubanos que intentaban huir de la isla en una embarcación
secuestrada. El canciller había agregado que "si yo tomo las cosas
en términos formales, ha habido un juicio, ha habido una acusación,
un abogado defensor, un fiscal. Se han cumplido todos los pasos''.
Las declaraciones de Bielsa fueron dadas a conocer en momentos en que Castro
recibía una bienvenida de héroe en Argentina.
El domingo, en la toma de posesión del presidente Néstor
Kirchner, el visitante cubano --en su primer viaje al exterior desde las
ejecuciones y el encarcelamiento de 75 opositores pacíficos-- recibió
el aplauso más largo de los 12 jefes de Estado extranjeros presentes en
el Congreso.
El lunes, Kirchner le concedió a Castro la audiencia más
larga, según reportaron los periódicos argentinos.
Ese mismo día, antes de que buena parte del centro de Buenos Aires
fuera cerrado al tránsito para que el gobernante cubano pudiera
pronunciar un discurso frente a la escuela de derecho de la Universidad de
Buenos Aires, el alcalde capitalino, Aníbal Ibarra, le dio a Castro una
medalla de reconocimiento de la ciudad.
Ibarra, un aliado político de Kirchner, le dijo a Castro que ''usted
es uno de los hombres más respetados del mundo'', según informó
el diario La Nación.
¿Estamos ante un gobierno de gente que se quedó congelada en el
tiempo? ¿Aislará Kirchner a la Argentina más de lo que está,
después de la suspensión de los pagos de su deuda externa en
diciembre del 2001?
¿Cómo puede gente como ustedes, que lucharon contra una
dictadura de derecha en la década de los años 70, apoyar a un
dictador que hace 40 años no permite elecciones libres, ni libertad de
prensa, ni sindicatos independientes?, le pregunté al canciller.
Bielsa respondió que la entrevista con ABC tuvo lugar hace más
de una semana.
''La semana pasada no era canciller'', me dijo. Agregó que la
pregunta de ABC "se limitó específicamente a los
fusilamientos, y yo no tenía ni la investidura ni la autoridad moral para
hacer un pronunciamiento al respecto''.
Entonces, ¿qué respondería a la pregunta más
amplia, sobre si se respetan los derechos humanos en Cuba?, pregunté.
Bielsa respondió que hará un pronunciamiento sobre el tema una
vez que examine el expediente sobre las razones del gobierno anterior para
cambiar el voto argentino en la Organización de las Naciones Unidas
(ONU), de una condena a una abstención.
''Considero que Estados Unidos es un país amigo'', agregó
Bielsa. "Argentina no ha resuelto un alineamiento automático con
Cuba y Venezuela para enfrentar sistemáticamente a Estados Unidos en los
foros internacionales''.
Funcionarios argentinos resaltan que el canciller no estuvo presente en la
ceremonia en que fue condecorado Castro, ni en el discurso de Castro en la
escuela de derecho.
¿Mi opinión? Agradezco al canciller haber respondido mi llamado
telefónico. Sin embargo, como se lo dije, tengo dos serias reservas sobre
sus argumentos.
Primero, creo que Argentina --que todavía está luchando por
revertir la imagen que dio al mundo cuando su Congreso aplaudió eufóricamente
la suspensión de la deuda externa hace dos años-- no se hizo ningún
favor al permitir que Castro se robara el show de la toma de posesión de
Kirchner.
El país no puede aplaudir a un dictador que viene de fusilar a tres
personas sin un juicio abierto y luego pedirle a Estados Unidos y Europa que le
ayuden a ser considerado como una democracia moderna, digna de ser tomada en
serio por los organismos financieros internacionales.
Segundo, y más importante, un país que ha vivido una
dictadura, como Argentina, debería ser el primero en alzar la voz cuando
un país sentencia a 25 años de prisión a periodistas por el
delito de criticar al gobierno.
Al abandonar su política pro derechos humanos de años
recientes, Argentina está regresando a la época en que se creía
que existían los ''dictadores buenos''. Argentina debería saber
mejor que nadie los peligros que eso encierra. |