CUBANET .INDEPENDIENTE

2 de junio, 2003

La economía enclenque cubana

LA HABANA, junio (www.cubanet.org) - Cuba vive por cuatro décadas una economía de guerra... sin guerra. La existencia de la anciana libreta de (des)abastecimiento, cada vez más recortada de productos, es elocuente de tal situación.

Los problemas cotidianos de economía es realidad que inquieta a la mayoría de los cubanos, cuyo intríngulis arranca del propio régimen.

Economía cerrada, harto controlada aún en sus mínimos resquicios liberales, sin brújula ni rumbo, siempre a saltos y por lo mismo muy vulnerable, lo que ha dado por resultado una economía enclenque, de altibajos constantes, sin respaldo financiero sólido, ni externo ni interno, y en la que siempre aflora, como cabeza de turco, el sonsonete del embargo norteamericano.

Y todo por el terror del gobierno a que en Cuba afloren formas neoliberales, que no obstante existen, aunque a lo "bonsai" porque, como dice cierto economista, el régimen quiere construir el socialismo con fuentes financieras capitalistas, sin otro resultado que amalgamas absurdas.

Lo que necesita la economía cubana -dicen los expertos del régimen- es moneda dura para comprar, para desarrollar al país. Sin embargo, los inversionistas extranjeros no se deciden a invertir en Cuba porque son demasiadas las trabas burocráticas, las regulaciones, la falta de seriedad, los incumplimientos de plazos y ahora, más que antes, una atmósfera política enrarecida por la estocada a fondo contra pacíficos opositores y periodistas independientes, sancionados a largos años de prisión, y la aplicación de la pena de muerte a tres de los secuestradores del ferry "Baraguá", lo que trajo aparejada la repulsa de la comunidad internacional.

Inoportuna y poco inteligente batida represiva en momentos precisamente en que la Unión Europea haría una dispensa al régimen de la Habana, aceptando a Cuba en el Acuerdo de Cotonou, y cuando iba a estrenarse una oficina de intereses y enlace de la Comunidad Europea en nuestro país.

Momento también en que nuevas voces se levantaban en los Estados Unidos pidiendo flexibilizar el embargo. Todo se vino abajo como si al gobierno de Cuba nada de esto le importara.

En cuanto a lo interno en materia económica, ningún dato más elocuente que el derrumbe de la industria azucarera, la principal del país a través de su historia, sin versatilidad agrícola e industrial sustituta, hueco que se quiere rellenar con la industria turística, renglón al que se dedican los principales recursos económicos.

Ni siquiera las industrias del níquel, el tabaco o ron logran equiparar las ventas anteriores a 1959.

A las claras, se ha perdido competitividad, a pesar del empeño de los ideólogos y economistas oficiales en demostrar que el país está en fase recuperativa. Pero la realidad desmiente la afirmación y hace recordar la máxima inglesa: "Los años son tercos".

Para que pueda ser cierta la afirmación de positiva transformación habría que empezar por soltar amarras y contar con una voluminosa inversión extranjera que el fundamentalismo político niega, y es precisamente el principal obstáculo.

Después, considerar la arrolladora dependencia del petróleo importado y en su relación, la existencia de plantas generadoras de electricidad obsoletas y derrochadoras del costoso y escaso combustible.

Habría que revitalizar -recrear- la producción interna a una proporción semejante a los altos volúmenes y calidad de los logrados hasta 1959, cuando el país era capaz de satisfacer en muchas regiones el mercado interno, e incluso lograba un margen exportador.

Tampoco hay dudas de que la actual política agraria no ofrece reales estímulos de producción, debido a los super controles estatales que monopolizan los mayores volúmenes de productos de la agricultura, así como la transportación y la comercialización.

A los pobres economistas oficiosos se les tiene enajenados tratando de encontrar fórmulas y teorías de equilibrio entre estómagos, cantidad y calidad de alimentos, en medio de disquisiciones sobre costos, producción, eficiencia, gestión económica, finanzas, pesos y dólares, contabilidad, controles financieros, auditorías, corrupción, ausentismo, delincuencia, "desvíos" (eufemismo de robo y hurto), bajos salarios, custodios, guardias obreras, vigilancia, presión del sindicato, trabajo voluntario, "jabitas" de estímulos, tribunales, separación laboral, "patria o muerte", desfiles... en fin, palabras, cálculos, porcientos, burocracia y, claro, la meta del Perfeccionamiento Empresarial que, después de tantos tumbos, es llegar a la conclusión de que se trata de formas capitalistas de dirección, control y producción.

¡Qué tan gran descubrimiento 44 años después de llevar la economía del país a tocar fondo! cnet/12


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