Insuficiente
la producción hortícula
Lázaro Raúl González, CPI
HERRADURA, febrero (www.cubanet.org) - El consumo de hortalizas en Cuba
aumenta a toda velocidad. Según fuentes oficiales el año pasado se
habría alcanzado un 16.5 por ciento de crecimiento en la producción
de verduras. Sin embargo, la abundancia es limitada y los precios no decrecen.
El kilogramo de tomate no se atreve a bajar de los tres pesos siquiera en
temporada. El pepino vale tanto que suele venderse por unidades. Un anémico
pepinito puede costar un peso. Un "ejemplar" saludable alcanza los dos
pesos, y hasta más si hay escasez.
El tomate y el pepino son las hortalizas más producidas y consumidas
en la Isla. De la poca tierra que se trabaja una buena parte se dedica al
cultivo de ellas.
La situación es peor con otras verduras que requieren más
gastos y tiempo, como la col, la berenjena y el pimiento.
De acuerdo con una indagación realizada por la CPI en la provincia de
Pinar del Río, sólo el 10 por ciento de las amas de casa
consultadas pudo adquirir alguno de estos tres productos en los últimos
30 días (10 de enero-9 de febrero).
"Ay, m´ijito, qué deseos tengo de comerme una ensaladita de
col", dijo a este redactor una señora de 60 años, vecina de
San Juan y Martínez. "Pero no hay. Y si la encuentras, ya tú
sabes...".
Lo que se sabe es que una col llegó a costar hasta 10 pesos y todavía,
ya en temporada, vale 4 ó 5 pesos. Esto si se encuentra en la tarima de
algún verdulero particular, porque en los comercios estatales, donde los
precios son más bajos, hay un surtido muy escaso.
El abastecimiento es mejor en los establecimientos relacionados con organopónicos
ubicados en áreas urbanas. En estos puntos de venta hay presencia, a
precios de proletario, de lechuga, rábano, remolacha, habichuela, acelga,
etc.
En las denominadas placitas frecuentemente sólo hay tomates verdes, a
unos 85 centavos el kilogramo. Las empresas estatales que debían
surtirlas, propietarias del 80 por ciento de las tierras y receptoras
mayoritarias de recursos, garantizan sólo una pequeña cuota de
hortalizas.
Por su parte, al pequeño sector campesino, verdadero garante de la
producción hortícola nacional, no le es posible producir más.
Lejos de recibir incentivos, los guajiros cubanos cada vez reciben menos
recursos y más represalias. Las entidades estatales están siempre
listas para secuestrarles sus cosechas pagando por ellas precios ruinosos.
"Así no dan ganas de trabajar", dijo a la CPI Juan, un
experimentado horticultor pinareño.
Los resultados están sobre las tarimas de venta y en las mesas hogareñas:
una pobre variedad de legumbres a la que muchos no alcanzan, siquiera en una
cantidad mínima.
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