Profanación
de tumbas
Ana Leonor Díaz, Grupo Decoro
LA HABANA, septiembre (www.cubanet.org) - Evelio González, un
espirituano residente en La Habana, tuvo la desgracia de perder recientemente a
su madre. A los treinta días de haber enterrado a la mujer, la hermana
de González convocó a éste para que se presentara
nuevamente en Sancti Spíritus. ¿El motivo? Habían profanado
la tumba y los restos de su madre.
A pesar de que el cementerio de Santi Spíritus tiene dos custodios
las 24 horas de cada día, allí se dedican a profanar las tumbas
para sustraerle a los cadáveres las prendas, o simplemente para
apropiarse de restos humanos que son usados por los practicantes de algunas
religiones afrocubanas como los paleros o nganguleros.
Evelio, indignado, habló con las autoridades del cementerio
espirituano y escribió a la prensa oficiosa, pero sólo obtuvo por
respuesta la crítica de los funcionarios de la Empresa de Servicios
Comunales por no haber dirigido directamente su queja a ellos.
Los culpables no han aparecido y los custodios recibieron una charla de cómo
tratar mejor a los que están vivos.
Pero el calvario de Evelio no es el único del país. La mayoría
de los que han perdido un ser querido tienen que cargar la cruz de la profanación
de tumbas, macabro pero lucrativo negocio que tomó fuerza con el llamado
período especial (1993 ... hasta el presente) y ha prosperado como las
flores del mal.
Ni siquiera el Cementerio Cristóbal Colón, al que equiparan
con los famosos de Génova y Barceló, logra escapar de la sistemática
depredación de que es objeto hace años.
Construido el 30 de octubre de 1871 tras numerosos litigios y destinado a
guardar los restos del gran almirante, entonces depositados en La Catedral, el
patrimonio monumental del Cementerio de Colón es constantemente destruido
y saqueado, mientras las autoridades actuales de esa necrópolis
manifiestan que la ley les impide actuar.
Existen panteones y tumbas monumentales de familias que se exiliaron luego
de 1959 o ya extinguidas en el país que, por carecer de dueños,
no tienen quien se ocupe de su mantenimiento constructivo.
Está el caso de los descendientes de la familia del Apóstol de
Cuba, José Martí, quienes acudieron a la oficina del Historiador
de la Ciudad, Eusebio Leal, le solicitaron la reparación con cargo a los
bienes familiares, pero nunca han recibido respuesta en los últimos 15 años.
En la avenida principal del Cementerio de Colón se destaca la severa
cripta que guarda los restos de los ex presidentes José Miguel y Miguel
Mariano Gómez, la cual se halla en tan precario estado que amenaza con
derrumbarse en cualquier momento, y la cadena que adorna el conjunto está
herrumbrosa, muy maltratada.
Sin embargo, a principio de los años 90 la oficina del historiador
Eusebio Leal habilitó como tienda las instalaciones que hasta los 50
sirvieron de morgue (ubicadas a la derecha de la puerta de entrada). En este
comercio se le venden souvenirs a los turistas extranjeros, además de
refrescos y cervezas.
Al mismo tiempo, frente al Cementerio de Colón, exactamente en la
intersección de las calles 12, 25 y Zapata, una ruidosa cafetería-bar
opera en el local que siempre tuvo una florería. La música disco,
que suena las 24 horas del día, sirve de fondo a los cortejos fúnebres
que pasan diariamente por allí para entrar al camposanto.
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