Isabel y sus
rositas
José Antonio Fornaris, Cuba-Verdad
LA HABANA, septiembre (www.cubanet.org) - Cualquiera que en las primeras
horas de la tarde camine por el Parque Central de La Habana, o las zonas aledañas,
podrá ver a una señora que frisa los sesenta años, cojea a
ojos vista apoyándose en un bastón y vende rositas de maíz
a peso el paquetico. Se trata de Isabel del Pino Sotolongo, presidenta del
Movimiento Humanitario Seguidores de Cristo Rey.
Hace años Isabel forma parte de la oposición pacífica
al régimen de Fidel Castro. Por sus actividades en favor de la democracia
ha sufrido arrestos y hostigamientos de todo tipo. Actualmente es muy raro que
pase un mes sin que Isabel reciba en su casa "la visita" (eufemismo
usado por los agentes de la Seguridad del Estado cuando acosan a un disidente en
su domicilio) de la policía política para, entre amenaza y
amenaza, advertirle que se porte bien y sugerirle que se vaya para Estados
Unidos de América.
La organización que preside Isabel ha ayudado a innumerables cubanos,
entre ellos madres divorciadas o solteras, ancianos, prisioneros políticos
y sus familiares, por lo que comienzo preguntándole ¿por qué
vende rositas de maíz?
"Porque tengo que ayudarme a mí misma, pues con los 79 pesos
mensuales (3.03 dólares al cambio vigente) que recibo como pensión
de la Seguridad Social me es imposible vivir. Tengo que pagar las cuentas de los
servicios de electricidad, agua, gas y tratar de alimentarme con lo mínimo.
Los 79 pesos no me alcanzan para nada".
El sitio que Isabel escogió para vender rositas de maíz dista
unas doce cuadras de su casa y ella tiene serias limitaciones físicas. ¿Es
dura la tarea?, le pregunto.
"Sí, pero por encima del esfuerzo físico que tengo que
hacer y de los diez o doce pesos (menos de 0.50 dólar) que me gano
diariamente, están las muestras de solidaridad. Hay personas, a las que
nunca antes había visto, que me piden rositas, me las pagan y después
se retiran sin coger el paquetico. Hace poco, en el parque que está al
lado de la escuela secundaria básica José Martí
(antiguamente el Instituto de La Habana), un joven me compró los ocho
paqueticos que me quedaban, luego de decirme que a él no le gustaban las
rositas pero que ya era hora de que me fuera a descansar. Evidentemente hay
solidaridad humana en Cuba".
Los hoteles Inglaterra, Plaza y Telégrafo radican en la zona donde
Isabel vende rositas. Se trata de instalaciones dedicadas principalmente al
turismo extranjero. ¿Isabel, cuál es la reacción de los
turistas cuando la ven a usted vendiendo paqueticos de rositas de maíz a
peso?
"Algunos ni siquiera se percatan de que existo. Otros me miran con desdén.
Esto es muy molesto, porque me parece que esas personas creen ser los dueños
del país. Quizás han olvidado que, aunque a los cubanos nos han
convertido en ciudadanos de tercera categoría, esto es un estado
transitorio, algo que terminará posiblemente muy pronto, y que los
verdaderos dueños del país somos los cubanos".
Isabel ha sido sometida a varias operaciones quirúrgicas, una de
ellas para extirparle un tumor canceroso. También padece de hipertensión
arterial y tiene linfangitis crónica en la pierna izquierda. A este
cuadro físico se suma el trauma mental de que su hija y su nieta tuvieron
que emigrar a Estados Unidos de América como refugiadas políticas
por el hostigamiento de la Seguridad del Estado. Isabel califica esta ruptura
familiar como su "gran dolor".
¿De donde sacas fuerzas para dirigir el Movimiento Humanitario
Seguidores de Cristo Rey?
"De Dios y del convencimiento de que la situación en Cuba tiene
que cambiar para bien", sentenció Isabel.
En estos días el huracán Isidore pasó por la región
occidental de Cuba. En Ciudad La Habana ha llovido bastante e Isabel no ha
podido salir a vender sus rositas de maíz.
¿Qué has hecho durante el mal tiempo?
"Visitar algunas personas que viven muy mal para ver cómo la
estaban pasando, he rezado con los pobres, sobre todo con los pobres de espíritu,
por ésos que no creen en el futuro y que la luz alcanzará a todos".
Isabel sonríe y yo no puedo describirle esa sonrisa a los lectores de
CubaNet, no la pude apuntar en mi cuaderno de notas, por tanto la guardé,
al tiempo que reflexioné en lo necesario que es comprar o vender rositas
de maíz.
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