¿Se
recuperan las farmacias?
Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, septiembre (www.cubanet.org) - La reconstrucción de
farmacias comenzó hace meses. Estos centros de venta de medicamentos a la
población permanecieron abandonados durante años, por lo que la
estructura de muchos de ellos se han caído a pedazos, sus anaqueles están
deteriorados por la acción del comején, no tienen las debidas
condiciones para la refrigeración de los fármacos que lo
necesitan, la iluminación es deficiente y en general poseen condiciones
de trabajo precarias. Además, los trabajadores del ramo, la mayoría
del sexo femenino, cobran salarios sumamente bajos. Pero lo más
importante es que los productos farmacéuticos escasean.
Esta calamitosa situación contrasta con las lujosas y bien surtidas "farmacias
internacionales" que venden en dólares sus productos, a altos
precios, sólo para extranjeros o cubanos residentes en el exterior.
Instalaciones donde los nacionales sólo tienen acceso subrepticiamente
por las pocas divisas que consiguen.
Además de la reconstrucción de las farmacias, el periódico
Trabajadores, órgano oficial de la Central de Trabajadores de Cuba, el 16
de septiembre anunció que se están repartiendo batas sanitarias a
los dependientes de las farmacias habaneras, y que en algunas unidades se ha
comenzado a reinventar el servicio de mensajeros, eliminado hace decenios,
quienes no tendrán motocicletas como antes, sino bicicletas en algunos
casos y en otros el servicio se hará a pie.
El proceso de remodelación se inició en el municipio Habana
Vieja en los establecimientos Johnson, Sarrá y Taquechel, que antes de
1959 además de venderle directamente al público también
trabajaban como centros mayoristas e incluso producían líneas de
patentes y artículos de perfumería. Los nombres de estos lugares
provienen de los apellidos de los antiguos dueños, y no sólo han
sido respetados sino incluso realzados para la atracción de los turistas
que asiduamente deambulan por la zona.
Esta práctica también se ha adoptado en el resto del país,
donde algunas farmacias reconstruidas han recuperado los anuncios con los
nombres de los exitosos propietarios que le dieron lustre y prestigio en la "época
capitalista", y que la población ha seguido usando para
denominarlas.
Pero la solución del estado de las farmacias no depende
exclusivamente del acondicionamiento de los locales. El mejoramiento de este
servicio a la población dependerá mucho del estímulo que se
dé a los trabajadores. Un dependiente gana hoy 148 pesos al mes (5.48 dólares
estadounidenses al cambio vigente), mientras un técnico medio en farmacia
cobra mensualmente 231 pesos (8.55 dólares). Esto es insuficiente para
vivir en la dolarizada sociedad cubana e incluso inferior al salario promedio
mensual de 245 pesos (9.07 dólares) que muestran las estadísticas
oficiales del 2001.
Por otra parte, no se hace nada con el arreglo de los locales donde radican
las farmacias si no se llenan los anaqueles con las medicinas que necesita la
población, y si productos tan simples como el algodón, el
bicarbonato, el yodo, el esparadrapo, la leche de magnesia y muchos otros no se
venden con regularidad.
La producción de medicamentos se trasladó recientemente del
Ministerio de Salud Pública al Ministerio de la Industria Básica.
La medida podría tener cierta lógica teniendo en consideración
que el Ministerio de Salud Pública atiende como tarea primordial el
servicio a la población en hospitales, policlínicas y demás
instalaciones asistenciales, lo que probablemente le resta atención a la
importante actividad elaboradora de medicinas.
Sin embargo, debido a las difíciles condiciones económicas
prevalecientes -sobre todo la acrecentada escasez de divisas- resulta muy difícil
resolver la aguda carencia de medicamentos que ha sufrido la población,
durante muchos años, con un simple cambio administrativo.
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