Acuse de
recibo
Ramón Díaz-Marzo
HABANA VIEJA, septiembre (www.cubanet.org) - Querido hermano Roberto Fernández
Palacio:
Esta carta te la debía. Tú siempre te has preocupado por
escribirme desde todas partes del mundo; incluso, cuando estuviste de profesor
en Angola. Yo pienso que han pasado muchos años desde que nos conocemos y
ha llegado la hora de reconocer en un texto el valor de nuestra amistad y la
deferencia con que siempre tú me has soportado.
En estos últimos años nunca te había escrito. Quiero
que sepas que cualquier mensaje tuyo siempre me conmueve y me proporciona
grandes satisfacciones espirituales. (Todos los mensajes que me has enviado por
la vía de CubaNet me han sido comunicados).
Me alegra tengan ustedes en España un lugar donde reunirse y
descargar la morriña (gallega). Esa nostalgia es natural en todos los
emigrantes del mundo. La tierra que nos vio nacer es la tierra, dígase lo
que se diga, y hágase lo que se haga. Lo que sucede es que uno tiene que
ser realista. Si vives en un lugar que está diseñado para que jamás
salgas a flote, lo lógico es buscar otro: la defensa está
permitida. Esto último sólo es válido para los que no son
masoquistas y necesitan un poco de respeto. Y en Cuba, a los cubanos de a pie no
se les respeta sus derechos civiles. Este país es un perenne ESTADO DE
SITIO, y pienso que la carga ideológica y de guerra que se ha producido y
provocado es demasiado complicada y agotadora para una Isla tan pequeña.
Dale a Marisol mi más sincero saludo, y sean felices. Amense mucho y
con sabiduría, y nunca olviden (para que vuestro amor se fortalezca más)
que nos encontramos en un mundo cruel y despiadado donde la única forma
de sobrevivir es combatiendo a la soledad con el cariño que, como el buen
vino, se añeja entre dos.
Cuando te comuniques con Evaristo pregúntale si se le ha olvidado el
idioma español.
En cuanto a ti, Roberto, me dio mucha alegría cuando me dijiste en tu
última carta que finalmente Madrid había revalidado tu Título
de Profesor Bachiller en Física. De cualquier manera, sea de chofer, o
impartiéndole conocimiento a las nuevas generaciones, lo importante es
que te sientas bien, especialmente si vives en tierra de libertad (aunque ya sé
que también la libertad tiene su precio).
Como quiera que sea, después de haber vivido tantos años bajo
la batuta de un gobierno paternalista y rígido, es difícil
(imagino) llegar a un lugar donde finalmente uno sabe que es absoluto
responsable de sus actos y nadie te vigila, y nadie te persigue, y nadie
pregunta por ti.
Esto te lo digo porque de cualquier manera que se mire el asunto cubano,
para los opositores pacíficos y los periodistas independientes, a veces
es halagador y hasta estimulante saber que la máxima dirección de
un gobierno piensa en ti; por supuesto, un gobierno que no ha sido sanguinario
como el de Gerardo Machado y el de Fulgencio Batista, que te mandaban a matar a
pesar de la bella Constitución de 1940.
Aunque también habría que esperar a que inventaran un aparato
medidor de violencia para comparar cuántas patadas en el trasero y cuántas
humillaciones hacen falta para equipararlas con la muerte. Esto te lo cuento
porque yo conozco aquí en La Habana
a varios cadáveres ambulantes que andan bajo el implacable sol. Es
cierto que están vivos, y hasta quizás nadie nunca los ha
golpeado, pero espiritualmente están muertos. Y entonces uno se pregunta
hasta qué punto una vida así vale la pena.
Algún día nos tomaremos una copa de vino en cualquier lugar de
la fría Europa; quizás Evaristo quiera acompañarnos, quizás
logremos sacar a nuestro amigo Alejandro por medio de una ponina para que
respire otros aires.
De cualquier manera pienso que a muchos de nosotros las cosas nos están
saliendo bien, y deberíamos darle gracias al Santísimo por las
bendiciones con que nos ha colmado en estos últimos años.
Especialmente en lo que toca a desgracias naturales. Vemos cómo anda
nuestro mundo atacado de plagas, inundaciones, terremotos, actos de terrorismo,
y muchas calamidades más, y aquí en La Habana hay una relativa
tranquilidad. Aún se puede salir a la calle, de noche o de día, y
no existe delincuencia que pueda hacerte daño; aunque el calor es
insoportable.
En cuanto a las direcciones que me pides de dos cubanos que viven en España,
no las tengo, y pedírselas a sus familiares aquí en La Habana sería
inútil. En ese sentido algunas personas que residen fuera de Cuba lo
hacen con un sigilo o temor más grande que el que ya padecemos aquí;
o sencillamente han determinado vivir al margen de cuanto tenga relación
con Cuba. Esto es una decisión privada, y la vida privada es la base
fundamental de la sociedad civil.
Le envío un saludo a la asociación cubano-española
donde ustedes se reúnen el último domingo de cada mes y que está
presidida por el Sr. Wilfredo Casañas.
Mi Apartado Postal #173 continúa abierto para toda persona que le
importe el problema cubano. Yo siempre estaré en la mejor disposición
de responder en privado o públicamente las cartas que me envíen.
Ramón Díaz-Marzo Apartado Postal #173 Habana 1
C.P.10100 Cuba
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