Más
vale tarde que nunca... en el momento oportuno
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, septiembre (www.cubanet.org) - A casi un mes de conmemorarse el
cuadragésimo aniversario de la Crisis del Caribe, la cual puso al mundo
al borde del holocausto nuclear, el gobierno de Fidel Castro anunció ante
la Asamblea General de la ONU su intención de adherirse al Tratado de No
Proliferación de Armas Nucleares en América Latina y el Caribe,
conocido como Tratado de Tlatelolco.
Anteriormente, y a propósito de los atentados terroristas del 11 de
septiembre, dicho gobierno ratificó cuanto instrumento jurídico
internacional existe en cuanto a la lucha contra el terrorismo, algunos de los
cuales esperaban desde treinta años atrás por ese gesto de
contribución a la paz mundial.
Nadie en su sano juicio duda sobre el carácter totalmente positivo de
tales acciones, tanto por su valor para la posición de Cuba en los
escenarios internacionales como por su importancia para las estrategias y tácticas
que caracterizan la compleja partida de ajedrez constantemente librada entre los
Estados Unidos de América y la isla. Cuba, al declarar su intención
de consagrar de jure la desnuclearización de facto, se adhiere a un
compromiso que a entender de este periodista jugará un determinado rol
positivo en el destrabe de las relaciones con su vecino del norte.
Para los Estados Unidos de América, ahora Cuba es un país
comprometido con no permitir bajo ningún concepto la presencia de armas
nucleares en su territorio. Ni rusas, ni chinas, ni hindúes, ni paquistaníes,
que de todo hay en la viña del Señor.
Por ello, en el cuadro de la geopolítica mundial el hecho de que el
gobierno de Fidel Castro haya ¡por fin! accedido a tales garantías
significa en términos latos la inconfesa decisión cubana de
colocarse en el lugar del mundo que le corresponde: a 90 millas de Estados
Unidos de América, y lo demás se infiere.
Los críticos del gobierno de Fidel Castro, con muchísima
justicia, afirmarán que la decisión de hacer de Cuba un país
desnuclearizado de jure podía haber sido tomada por ese gobierno desde
hace unos cuantos años atrás. Desde muchos años atrás,
en verdad. También con notable retraso la isla se adhirió a los
instrumentos internacionales en contra del terrorismo. No es momento ni lugar
para incursionar en las entretelas históricas de esos retrasos. Pero sí
lo es para esbozar una sonrisa y responder a los críticos: "Más
vale tarde que nunca".
No obstante, entre lo positivo y lo negativo lo que parece resaltar como
tendencia de la política de relaciones exteriores cubana dirigida por
Felipe Pérez Roque es la curiosa contradicción observable entre la
agresividad del discurso oficial y el pausado, pero constante movimiento hacia
una verdadera aceptación por parte de Cuba de un conjunto de condiciones
básicas para que la isla inicie un tránsito hacia normas democráticas
internacionalmente aceptadas.
Desde luego, mucho falta para que el gobierno de Fidel Castro tenga la
valentía de adherirse a pactos fundamentales en materia de derechos
humanos como los de los Derechos Políticos y Civiles, y los de los
derechos Económicos, Sociales y Culturales. Pero el que ya pueda hablarse
en Cuba de un movimiento conductor hacia la aceptación de reglas básicas
de juego para el escenario geopolítico que por fuerza de la vida le
corresponde, es un dato fundamental para entender las próximas jugadas de
la partida de ajedrez entre Cuba y los Estados Unidos de América, entre
otros aspectos.
No por gusto, no por gusto la decisión cubana de consagrar su
desnuclearización de jure se produce a sólo un mes no sólo
del cuadragésimo aniversario de la Crisis del Caribe, sino además
a apenas treinta días de una importante conferencia internacional que
tendrá lugar en La Habana para analizar los hechos de aquellos terribles
momentos, y a la cual han sido invitados muchos de los protagonistas vivos que a
la altura del Potomac acompañaron a los hermanos Kennedy en la toma de
decisiones en aquellos 13 días de octubre de 1962.
Concatenar los hechos ayuda al entendimiento. Para esa conferencia el
gobierno de Fidel Castro, anfitrión, pondrá sobre la mesa esa
desnuclearización de jure, ante hombres que no han perdido su influencia
como líderes de opinión en los Estados Unidos de América,
sobre todo en su conocimiento de los asuntos cubanos.
Lo demás se infiere. Entonces, decir "más vale tarde que
nunca" puede significar, aunque parezca paradoja... en el momento oportuno.
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