CUBANET .INDEPENDIENT30

18 de septiembre, 2002


Argumentos versus calumnias y falsedades

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, septiembre (www.cubanet.org) - En enero pasado escribí un artículo con el título "Sueños para los extranjeros, pesadilla para los cubanos", en respuesta a otro que con el sugestivo nombre "La Habana, sólo para soñar", escribió el crítico cultural español Sergio Berrocal y publicó el semanario internacional Orbe, que edita la agencia de información del gobierno cubano Prensa Latina.

En mi trabajo, con el mayor respeto hacia Berrocal, señalaba que aunque La Habana continúa conservando su bella estampa de capital caribeña, bastante deteriorada debido a tantos años de abandono y desidia por parte de las autoridades, en ella conviven dos situaciones muy distintas: una ciudad donde los extranjeros se solazan en lujosos hoteles e instalaciones turísticas, en las que sólo se puede pagar con dólares y los cubanos únicamente tenemos acceso para servir, y otra ciudad con falta de transporte, viviendas deterioradas donde se hacinan varias generaciones, donde la población afronta serios problemas para alimentarse y con un proceso de dolarización más fuerte cada día que estratifica la sociedad entre los afortunados poseedores de dólares y quienes no tienen esa moneda. Un panorama aún peor existe en el resto del país.

A mi artículo, en ningún modo ofensivo, el señor Berrocal ha reaccionado con un escrito lleno de insultos, calumnias y menosprecio, carente de respuestas a mis señalamientos, el cual fue publicado en el semanario Orbe correspondiente al 7-13 de septiembre de 2002 y donde Berrocal afirma falsamente que yo lo acuso de terrorista cultural. Cualquier persona que lea mi trabajo puede constatar que ello resulta totalmente falso.

Asimismo, Berrocal recurre al manido argumento estalinista que tanto utiliza el gobierno cubano para descalificar a las personas que disienten de la línea política oficial, o sea, me acusa de ser agente de Estados Unidos de América, y hasta sugiere que de la CIA. La única prueba que aporta para sustentar sus fabulosas invenciones es que publico en CubaNet News Inc.

CubaNet es una organización conformada por cubanos que viven en el exterior con la cual colaboro desde hace años porque en mi país existe un monopolio total y absoluto de la información por parte del Estado. Por ello me veo obligado a publicar mis trabajos en esa agencia, en otras existentes en Venezuela y en la propia España. También a través de Reporteros sin Fronteras y otros medios internacionales.

Si Berrocal hubiese sido más cuidadoso en su examen podría haber leído en CubaNet muchos artículos míos donde, a la vez que combato al totalitarismo imperante en Cuba, he señalado mi inconformidad con el absurdo embargo comercial de Estados Unidos de América. Todo ello ha sido publicado en CubaNet sin ningún tipo de discriminación hacia mis puntos de vista.

Para que tenga elementos sobre mí, le diré que soy un economista cubano que por más de treinta años de trabajo aporté todo mi entusiasmo a un proyecto social que consideré justo, pero que se ha torcido convirtiéndose en un yugo insoportable para el pueblo cubano.

Junto a la mayoría del pueblo creí que estaba construyendo el paraíso en la Tierra, pero debo confesar que hemos terminado en una sociedad llena de injusticias, llena de discriminación para los nacionales, que han sido convertidos en ciudadanos de tercer orden y con un futuro incierto a causa del obcecado mantenimiento de un fracasado sistema estatista que bloquea el progreso de la nación.

Por plantear esos juicios de una manera responsable y respetuosa fui expulsado en 1992 de mi trabajo en la sede central del entonces Banco Nacional de Cuba, acusado de contrarrevolucionario. Meses después a mi esposa, funcionaria del Ministerio de Relaciones Exteriores, quisieron obligarla a divorciarse de mí, pero como no aceptó el chantaje también fue echada a la calle.

Hoy soy una persona independiente que no pertenezco a ninguna organización. Mi bregar es por una Cuba democrática y con justicia social, en la cual tengan cabida todos los ciudadanos, incluidos los comunistas y los que no lo son, para que en un ambiente pacífico y de respeto a los derechos humanos nadie tenga miedo a ser perseguido por sus ideas, expulsado de su trabajo o "visitado" por la policía política.

En modo alguno tengo sentimientos xenófobos. Pienso que el turismo constituye una buena vía para el conocimiento de los pueblos, y las inversiones extranjeras son un puente que bien empleado puede servir para el desarrollo y la prosperidad de las naciones menos desarrolladas.

Sí me opongo absolutamente a la discriminación que sufrimos los cubanos en nuestra propia tierra, impedidos de tener negocios mientras a los extranjeros se les permite establecer todo tipo de empresas; me opongo a que se haya destruido nuestra moneda nacional, con la cual no podemos adquirir los productos esenciales para la vida; me opongo a que se creen áreas especiales sólo para turistas y también a que se le niegue a los cubanos el derecho de viajar libremente al exterior y regresar cuando les plazca, violándose el artículo 13 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, situación que solamente existe en Corea del Norte y en Cuba.

Me opongo al vigente sistema de contratación de los trabajadores cubanos por empresas extranjeras, por el cual el vínculo laboral debe realizarse obligatoriamente mediante una empresa estatal que cobra en divisas los correspondientes salarios a las entidades foráneas, pero efectúa los pagos a los trabajadores en la desvalorizada moneda nacional, al mismo tiempo que promueve un estricto clientelismo político.

En síntesis, abogo por la reconciliación entre todos los cubanos, los que vivimos en la isla y los que han sido obligados a residir en el extranjero, pues por encima de ideologías somos hermanos y debe ser desterrado el odio en nuestro país. Una cosa está bien clara: más temprano que tarde Cuba vencerá al totalitarismo igual que lo hicieron los españoles en su momento.

Como podrá comprender el señor Berrocal, resulta risible su alusión a un posible secuestro suyo por mí y mis supuestos secuaces. Realmente es ridículo ese comentario suyo.

También Berrocal señala en su artículo que me enviará un correo electrónico, por lo que deseo informarle que ese avance de las comunicaciones que ya alcanza a tantos millones de personas en el mundo está vedado para la mayoría de los cubanos, entre los que me encuentro. Sólo poseen autorización para tener acceso a él en su hogar los ungidos del gobierno, las organizaciones estatales, las empresas, los ciudadanos extranjeros y los cubanos que se arriesgan aún conociendo las prohibiciones.

Espero que el semanario Orbe, donde periódicamente aparecen trabajos de Berrocal y se me ha insultado con tanta vehemencia, por lo menos publique esta réplica. Sería el colmo que un órgano nacional permita que a un cubano se le injurie y no tenga derecho a defenderse ante la opinión pública del país.

De todas formas estoy muy lejos de sentir rencor hacia el crítico cultural español. Mi impresión es que se trata de una persona absolutamente confundida como lo estuvimos una gran mayoría de los cubanos durante mucho tiempo ante un proceso que sólo arrojó frustración y desencanto. Es más, si Berrocal viajara nuevamente a La Habana lo invito a visitarme en mi modesta vivienda, ubicada en calle 39-A #4212, apartamento 3, municipio Playa, para de forma civilizada intercambiar nuestros puntos de vista.

Así Berrocal podrá comprender que no soy un fascista como injustamente él me ha calificado, ni una persona que se cree dueño de la verdad absoluta. Por otra parte, no considero que alguien la tenga. De tal manera, en el marco de una conversación racional, podríamos aclarar nuestras posiciones. Lo único que no puedo garantizarle es el descafeinado que dice Berrocal que toma usualmente, pero podría compartir con él la pequeña cuota de café mezclado con chícharos que se le vende a los cubanos en el marco del racionamiento.


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