Argumentos
versus calumnias y falsedades
Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, septiembre (www.cubanet.org) - En enero pasado escribí un
artículo con el título "Sueños para los
extranjeros, pesadilla para los cubanos", en respuesta a otro que con
el sugestivo nombre "La Habana, sólo para soñar",
escribió el crítico cultural español Sergio Berrocal y
publicó el semanario internacional
Orbe,
que edita la agencia de información del gobierno cubano Prensa Latina.
En mi trabajo, con el mayor respeto hacia Berrocal, señalaba que
aunque La Habana continúa conservando su bella estampa de capital caribeña,
bastante deteriorada debido a tantos años de abandono y desidia por parte
de las autoridades, en ella conviven dos situaciones muy distintas: una ciudad
donde los extranjeros se solazan en lujosos hoteles e instalaciones turísticas,
en las que sólo se puede pagar con dólares y los cubanos únicamente
tenemos acceso para servir, y otra ciudad con falta de transporte, viviendas
deterioradas donde se hacinan varias generaciones, donde la población
afronta serios problemas para alimentarse y con un proceso de dolarización
más fuerte cada día que estratifica la sociedad entre los
afortunados poseedores de dólares y quienes no tienen esa moneda. Un
panorama aún peor existe en el resto del país.
A mi artículo, en ningún modo ofensivo, el señor
Berrocal ha reaccionado con un escrito lleno de insultos, calumnias y
menosprecio, carente de respuestas a mis señalamientos, el cual fue
publicado en el semanario Orbe correspondiente al 7-13 de septiembre de 2002 y
donde Berrocal afirma falsamente que yo lo acuso de terrorista cultural.
Cualquier persona que lea mi trabajo puede constatar que ello resulta totalmente
falso.
Asimismo, Berrocal recurre al manido argumento estalinista que tanto utiliza
el gobierno cubano para descalificar a las personas que disienten de la línea
política oficial, o sea, me acusa de ser agente de Estados Unidos de América,
y hasta sugiere que de la CIA. La única prueba que aporta para sustentar
sus fabulosas invenciones es que publico en CubaNet News Inc.
CubaNet es una organización conformada por cubanos que viven en el
exterior con la cual colaboro desde hace años porque en mi país
existe un monopolio total y absoluto de la información por parte del
Estado. Por ello me veo obligado a publicar mis trabajos en esa agencia, en
otras existentes en Venezuela y en la propia España. También a
través de Reporteros sin Fronteras y otros medios internacionales.
Si Berrocal hubiese sido más cuidadoso en su examen podría
haber leído en CubaNet muchos artículos míos donde, a la
vez que combato al totalitarismo imperante en Cuba, he señalado mi
inconformidad con el absurdo embargo comercial de Estados Unidos de América.
Todo ello ha sido publicado en CubaNet sin ningún tipo de discriminación
hacia mis puntos de vista.
Para que tenga elementos sobre mí, le diré que soy un
economista cubano que por más de treinta años de trabajo aporté
todo mi entusiasmo a un proyecto social que consideré justo, pero que se
ha torcido convirtiéndose en un yugo insoportable para el pueblo cubano.
Junto a la mayoría del pueblo creí que estaba construyendo el
paraíso en la Tierra, pero debo confesar que hemos terminado en una
sociedad llena de injusticias, llena de discriminación para los
nacionales, que han sido convertidos en ciudadanos de tercer orden y con un
futuro incierto a causa del obcecado mantenimiento de un fracasado sistema
estatista que bloquea el progreso de la nación.
Por plantear esos juicios de una manera responsable y respetuosa fui
expulsado en 1992 de mi trabajo en la sede central del entonces Banco Nacional
de Cuba, acusado de contrarrevolucionario. Meses después a mi esposa,
funcionaria del Ministerio de Relaciones Exteriores, quisieron obligarla a
divorciarse de mí, pero como no aceptó el chantaje también
fue echada a la calle.
Hoy soy una persona independiente que no pertenezco a ninguna organización.
Mi bregar es por una Cuba democrática y con justicia social, en la cual
tengan cabida todos los ciudadanos, incluidos los comunistas y los que no lo
son, para que en un ambiente pacífico y de respeto a los derechos humanos
nadie tenga miedo a ser perseguido por sus ideas, expulsado de su trabajo o "visitado"
por la policía política.
En modo alguno tengo sentimientos xenófobos. Pienso que el turismo
constituye una buena vía para el conocimiento de los pueblos, y las
inversiones extranjeras son un puente que bien empleado puede servir para el
desarrollo y la prosperidad de las naciones menos desarrolladas.
Sí me opongo absolutamente a la discriminación que sufrimos
los cubanos en nuestra propia tierra, impedidos de tener negocios mientras a los
extranjeros se les permite establecer todo tipo de empresas; me opongo a que se
haya destruido nuestra moneda nacional, con la cual no podemos adquirir los
productos esenciales para la vida; me opongo a que se creen áreas
especiales sólo para turistas y también a que se le niegue a los
cubanos el derecho de viajar libremente al exterior y regresar cuando les
plazca, violándose el artículo 13 de la Declaración
Universal de Derechos Humanos, situación que solamente existe en Corea
del Norte y en Cuba.
Me opongo al vigente sistema de contratación de los trabajadores
cubanos por empresas extranjeras, por el cual el vínculo laboral debe
realizarse obligatoriamente mediante una empresa estatal que cobra en divisas
los correspondientes salarios a las entidades foráneas, pero efectúa
los pagos a los trabajadores en la desvalorizada moneda nacional, al mismo
tiempo que promueve un estricto clientelismo político.
En síntesis, abogo por la reconciliación entre todos los
cubanos, los que vivimos en la isla y los que han sido obligados a residir en el
extranjero, pues por encima de ideologías somos hermanos y debe ser
desterrado el odio en nuestro país. Una cosa está bien clara: más
temprano que tarde Cuba vencerá al totalitarismo igual que lo hicieron
los españoles en su momento.
Como podrá comprender el señor Berrocal, resulta risible su
alusión a un posible secuestro suyo por mí y mis supuestos
secuaces. Realmente es ridículo ese comentario suyo.
También Berrocal señala en su artículo que me enviará
un correo electrónico, por lo que deseo informarle que ese avance de las
comunicaciones que ya alcanza a tantos millones de personas en el mundo está
vedado para la mayoría de los cubanos, entre los que me encuentro. Sólo
poseen autorización para tener acceso a él en su hogar los ungidos
del gobierno, las organizaciones estatales, las empresas, los ciudadanos
extranjeros y los cubanos que se arriesgan aún conociendo las
prohibiciones.
Espero que el semanario Orbe, donde periódicamente aparecen trabajos
de Berrocal y se me ha insultado con tanta vehemencia, por lo menos publique
esta réplica. Sería el colmo que un órgano nacional permita
que a un cubano se le injurie y no tenga derecho a defenderse ante la opinión
pública del país.
De todas formas estoy muy lejos de sentir rencor hacia el crítico
cultural español. Mi impresión es que se trata de una persona
absolutamente confundida como lo estuvimos una gran mayoría de los
cubanos durante mucho tiempo ante un proceso que sólo arrojó
frustración y desencanto. Es más, si Berrocal viajara nuevamente a
La Habana lo invito a visitarme en mi modesta vivienda, ubicada en calle 39-A
#4212, apartamento 3, municipio Playa, para de forma civilizada intercambiar
nuestros puntos de vista.
Así Berrocal podrá comprender que no soy un fascista como
injustamente él me ha calificado, ni una persona que se cree dueño
de la verdad absoluta. Por otra parte, no considero que alguien la tenga. De tal
manera, en el marco de una conversación racional, podríamos
aclarar nuestras posiciones. Lo único que no puedo garantizarle es el
descafeinado que dice Berrocal que toma usualmente, pero podría compartir
con él la pequeña cuota de café mezclado con chícharos
que se le vende a los cubanos en el marco del racionamiento.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|