A paso de
bastón: Mesalina parturienta
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, septiembre (www.cubanet.org) - Nadie piense que la célebre
Valeria Mesalina retornó desde la noche de los tiempos para parir en la
Cuba del picadillo de soya. Ocurre que los padres de una persona que es muy
cercana tuvieron treinta años atrás la humorística idea de
bautizar a su hija menor con el nombre de la romana, aunque la versión
del patio ni ha asesinado al marido ni parece adicta a los vicios de su
antecesora.
La Mesalina cubana es mujer de trabajo, buena esposa y mejor madre de un
chico ya adolescente. Por el aquello de no dejar al hijo sin hermano, una vez más
se metió en la aventura del paritorio. Hará unos días
completó "la parejita", como se llama en la isla tener un vástago
de cada sexo. Por supuesto, para seguir las costumbres familiares eligió
para su niña de ocho libras un nombre poco común en los escenarios
isleños: Samantha. Por cierto, para disgusto de algunos parientes,
fuertes cabilderos a favor de llamarla Condoleezza en honor nada menos que de la
Asesora de Seguridad Nacional de los Estados Unidos de América.
Mesalina parturienta acaba de pasar por una curiosa experiencia.
Declaraciones gubernamentales y hasta estudios de prestigiosos economistas no
simpatizantes con el gobierno de Fidel Castro, afirman que el gasto de salud pública
de Cuba expresa una tendencia al aumento, tanto en precios corrientes como en
reales, lo cual debe traducirse en una mejoría sostenida de los servicios
de salud, al punto de poder soñar con una paulatina extinción del
llamado período especial en el ramo.
Pero Mesalina, que alumbró en un hospital especializado cuyo nombre
tradicional es Maternidad Obrera, dice que fue pasar por un desastre,
exceptuando la magnífica atención recibida en el salón de
operaciones.
Maternidad Obrera está ubicado al oeste de Ciudad La Habana y es uno
de los más importantes hospitales de la capital en lo referente a
ginecología y obstetricia. Por tanto, cabe deducir que sea uno de los
mascarones de proa de la salud pública cubana. Puede admitirse que en
cualquier hospital de un lejano municipio se carezca de lo elemental, habida
cuenta del embargo y sus derivados, la visita de James Carter y lo demás,
¡pero en Maternidad Obrera...!
Mesalina llegó al hospital en una noche de septiembre. La atendieron,
le diagnosticaron y enviaron a la sala de preparto, donde para ingerir los
alimentos compartió la cuchara con varias de las ingresadas. Nadie
preguntó por cuchillos y tenedores: se da por sentado que se come
solamente con cucharas. Pero destinadas a esa sala no hay.
Maternidad Obrera, como otros hospitales habaneros, se ve a simple vista que
no recibe desde años el beneficio de una "pinturita" para sus
paredes, para no contar de las ventanas rotas. Algunas habitaciones destinadas a
pacientes carecen de iluminación, la que es suministrada desde otros
cuartos previa asesoría técnica de los familiares. Así de
simple: llega el primo y hace una conexión desde donde pueda.
Mesalina, créalo o no, estuvo trece horas después de parir a
la espera de una cuna para su hija y de una cama para ella en las denominadas
salas de post-parto, o sea las especializadas en la convalecencia. Cuando las
consiguió se vio involucrada en una movilización general que tenía
por propósito fumigar al ejército de mosquitos que confundió
al hospital con una base aérea. Decenas de mujeres, recién
paridas, hubieron de marchar hacia otros sitios con los hijos en brazos o
arrastrando cunas con los recién nacidos dentro de ellas.
En Maternidad Obrera pasa algo raro con los apósitos, necesarios para
mujeres que aún sangran por los genitales. Se entrega uno por mujer cada
24 horas, cuando lo aconsejable es consumir no menos de cuatro per cápita
en igual tiempo. Por supuesto, la familia acude y sustituye las carencias
hospitalarias. Pero por el hospital se rumora sobre la existencia de un próspero
contrabando de apósitos, también útiles para la menstruación
de las no parturientas.
Si continúo con el inventario, me recomendaron mencionar: colchones
de niños donde anidan cucarachas, cuartos de baño en estado tétrico,
como para ni sentarse a hacer la caca, exceso de pacientes por habitación
y, una vez más, la familia hubo de transportar baldes de agua desde una
vivienda cercana para que Mesalina se pudiera bañar. ¡Ah!, y la
historia clínica de Samantha se extravió!
Por suerte para unos cuantos, Mesalina es cubana. Si fuera la otra, la
Valeria, alguien iba a saber lo que es bueno.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|