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17 de septiembre, 2002

A paso de bastón: Mesalina parturienta

Manuel David Orrio, CPI

LA HABANA, septiembre (www.cubanet.org) - Nadie piense que la célebre Valeria Mesalina retornó desde la noche de los tiempos para parir en la Cuba del picadillo de soya. Ocurre que los padres de una persona que es muy cercana tuvieron treinta años atrás la humorística idea de bautizar a su hija menor con el nombre de la romana, aunque la versión del patio ni ha asesinado al marido ni parece adicta a los vicios de su antecesora.

La Mesalina cubana es mujer de trabajo, buena esposa y mejor madre de un chico ya adolescente. Por el aquello de no dejar al hijo sin hermano, una vez más se metió en la aventura del paritorio. Hará unos días completó "la parejita", como se llama en la isla tener un vástago de cada sexo. Por supuesto, para seguir las costumbres familiares eligió para su niña de ocho libras un nombre poco común en los escenarios isleños: Samantha. Por cierto, para disgusto de algunos parientes, fuertes cabilderos a favor de llamarla Condoleezza en honor nada menos que de la Asesora de Seguridad Nacional de los Estados Unidos de América.

Mesalina parturienta acaba de pasar por una curiosa experiencia. Declaraciones gubernamentales y hasta estudios de prestigiosos economistas no simpatizantes con el gobierno de Fidel Castro, afirman que el gasto de salud pública de Cuba expresa una tendencia al aumento, tanto en precios corrientes como en reales, lo cual debe traducirse en una mejoría sostenida de los servicios de salud, al punto de poder soñar con una paulatina extinción del llamado período especial en el ramo.

Pero Mesalina, que alumbró en un hospital especializado cuyo nombre tradicional es Maternidad Obrera, dice que fue pasar por un desastre, exceptuando la magnífica atención recibida en el salón de operaciones.

Maternidad Obrera está ubicado al oeste de Ciudad La Habana y es uno de los más importantes hospitales de la capital en lo referente a ginecología y obstetricia. Por tanto, cabe deducir que sea uno de los mascarones de proa de la salud pública cubana. Puede admitirse que en cualquier hospital de un lejano municipio se carezca de lo elemental, habida cuenta del embargo y sus derivados, la visita de James Carter y lo demás, ¡pero en Maternidad Obrera...!

Mesalina llegó al hospital en una noche de septiembre. La atendieron, le diagnosticaron y enviaron a la sala de preparto, donde para ingerir los alimentos compartió la cuchara con varias de las ingresadas. Nadie preguntó por cuchillos y tenedores: se da por sentado que se come solamente con cucharas. Pero destinadas a esa sala no hay.

Maternidad Obrera, como otros hospitales habaneros, se ve a simple vista que no recibe desde años el beneficio de una "pinturita" para sus paredes, para no contar de las ventanas rotas. Algunas habitaciones destinadas a pacientes carecen de iluminación, la que es suministrada desde otros cuartos previa asesoría técnica de los familiares. Así de simple: llega el primo y hace una conexión desde donde pueda.

Mesalina, créalo o no, estuvo trece horas después de parir a la espera de una cuna para su hija y de una cama para ella en las denominadas salas de post-parto, o sea las especializadas en la convalecencia. Cuando las consiguió se vio involucrada en una movilización general que tenía por propósito fumigar al ejército de mosquitos que confundió al hospital con una base aérea. Decenas de mujeres, recién paridas, hubieron de marchar hacia otros sitios con los hijos en brazos o arrastrando cunas con los recién nacidos dentro de ellas.

En Maternidad Obrera pasa algo raro con los apósitos, necesarios para mujeres que aún sangran por los genitales. Se entrega uno por mujer cada 24 horas, cuando lo aconsejable es consumir no menos de cuatro per cápita en igual tiempo. Por supuesto, la familia acude y sustituye las carencias hospitalarias. Pero por el hospital se rumora sobre la existencia de un próspero contrabando de apósitos, también útiles para la menstruación de las no parturientas.

Si continúo con el inventario, me recomendaron mencionar: colchones de niños donde anidan cucarachas, cuartos de baño en estado tétrico, como para ni sentarse a hacer la caca, exceso de pacientes por habitación y, una vez más, la familia hubo de transportar baldes de agua desde una vivienda cercana para que Mesalina se pudiera bañar. ¡Ah!, y la historia clínica de Samantha se extravió!

Por suerte para unos cuantos, Mesalina es cubana. Si fuera la otra, la Valeria, alguien iba a saber lo que es bueno.


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