CUBANET .INDEPENDIENT30

13 de septiembre, 2002


La pasajera inesperada

Lucas Garve, CPI

LA HABANA, septiembre (www.cubanet.org) - El transporte urbano en Ciudad La Habana cuesta 40 centavos y a los ómnibus se les denomina "guaguas" en Cuba. Una guagua común y corriente posee dos características principales: la primera tiene que ver con el tiempo invertido en esperarlas, y la segunda que siempre circulan llenas.

Las guaguas y los camellos son los transportes públicos por defecto en Ciudad La Habana. No hay otros. Pero el público prefiere las guaguas. Los camellos llaman solamente la atención de los turistas, y los cubanos atraídos por ellos son generalmente carteristas.

En consecuencia, la casi totalidad de quienes viajan en camellos lo hacen a causa de que circulan pocos ómnibus.

En una guagua pueden ocurrir ocasionalmente eventos imprevistos. El ómnibus no cuenta con un pasillo lo suficientemente amplio para permitir el paso de los que descienden. Prácticamente, es necesario empujar a diestra y siniestra para ganar la puerta de salida. Entonces cualquier esfuerzo más allá del límite normal sirve de detonante a una explosión de mal humor.

Pero dentro de los imprevistos también hay eventos simpáticos. En una guagua repleta de pasajeros una viajera subió sin pagar por la puerta de salida y luego estimó correcto avanzar hacia la parte delantera del vehículo sobre las ventanillas de la guagua.

Todo tiene una explicación si le digo que la viajera fortuita no era otra que una rana. Una común rana verdosa, pero más temible para numerosos pasajeros que un dinosaurio mecánico de Parque Jurásico.

Porque la rana era real, concreta, y nadie supo de dónde apareció. Pero cuando su presencia fue detectada cundió el pánico.

Gritos, empujones, las personas sentadas junto a las ventanillas se abalanzaban sobre las del pasillo. En tanto, la saltarina rana llevada por la tendencia generalizada decidió saltar también hacia el pasillo y se produjo el caos total, al punto de que el gran alboroto en el interior del ómnibus llamó la atención de unos policías que estaban junto a un carro patrullero.

Los dos agentes le pidieron al chofer que detuviera la guagua y, con expresión hosca, comunicaron que se debía bajar el provocador del disturbio, momento en que una señora impertérrita agarró al batracio y lo lanzó por una de las ventanillas, y éste fue a parar sobre el techo del patrullero, para asombro de los policías.

La anciana, muy risueña, se excusó con la explicación más simple: "Ustedes pidieron que bajara el causante del disturbio...pues para allá lo lancé".


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