Cárdenas
en quiebra
Juan Carlos Linares Balmaceda, Cuba-Verdad
LA HABANA, septiembre (www.cubanet.org) - Cárdenas, ciudad enclavada
en la provincia de Matanzas (75 mil habitantes) fue bautizada como "La
Perla del Norte" debido a su privilegiada situación geográfica,
su belleza y su prosperidad industrial.
Cárdenas fue la primera población cubana donde fueron
instalados los servicios de electricidad a partir de una central generadora
ubicada en las calles Calzada y Cristina. Pero Cárdenas ya no es lo que
fuera antaño y cabe recordar aquellos versos: "Ayer maravilla fui,
hoy sombra mía no soy".
La quiebra de varias industrias estatales, el desempleo permanente y la
escasez cotidiana convirtieron a la ciudad, vecina de la playa de Varadero, en
hermana gemela de otras poblaciones cubanas del interior del país donde
la desolación brilla por su presencia.
El cierre de la gran industria Arrechabala, enclavada al borde de la bahía,
ensombrece aún más el panorama cardenense. Allí se refinaba
azúcar y se producían los célebres rones Havana Club,
Arrechabala. Varadero y Caribean Club. Un área dentro de la industria,
destinada a la producción de caramelos, que financiaba la firma española
"Paco" también cerró sus puertas.
Los centenarios centrales azucareros "Humberto Álvarez" y "José
Smith Comas" fueron dados de baja por decreto gubernamental. El primero será
convertido en museo del azúcar y el segundo pasará a peor vida.
De la floreciente industria naval cardenense, inaugurada a principios de la
década del 60 sólo queda una inmensa área improductiva y
destartalada. En los astilleros nacionales se construían y reparaban
embarcaciones de mediano y pequeño calado.
La industria Técnica Cubana S.A., fundada en 1958, también
desapareció del mapa. Dedicada a la producción de papel bagazo,
alcanzó volúmenes de producción excepcionales, elevándose
a los primeros planos nacionales. Ahora se produce allí papel sanitario,
financiado por una empresa canadiense. El papel, casi sobra decirlo, está
destinado al turismo extranjero.
Y así, la historia de la crisis económica de la ciudad se
repite: las líneas de ómnibus desaparecidas; los talleres Valdés
Piá, dedicados a la fundición de acero y a la construcción
y reparación de gran parte de los vagones ferroviarios destinados al
transporte nacional; los coches que adornaban los días y las noches de
los cardenenses se mudaron a Varadero en busca de dólares.
El presente no brinda otras alternativas que trabajar en la industria turística
o emigrar del país. Son los sueños de los más jóvenes.
Los más viejos sólo tienen un opción: la nostalgia de su
perla perdida.
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