Nuestros
ancianos no viven: ¡Sobreviven!
Héctor Maseda, Grupo Decoro
LA HABANA, septiembre (www.cubanet.org) - Fuentes del Ministerio de Trabajo
y Seguridad Social de Cuba dieron cuenta recientemente de los fondos y programas
destinados a la atención de los ciudadanos de la tercera edad o que
sufren limitaciones por invalidez. Sin embargo, un estudio del presupuesto
dedicado por el gobierno a estos fines demuestra que esas cifras apenas cubren
una pequeña parte de las necesidades básicas de nuestros
sexagenarios. Circunstancia que los obliga a llevar una angustiosa carrera en su
ya reducida lucha por la vida.
Informes del Instituto Nacional de Seguridad Social aseguran que existen en
el país alrededor de 1 millón 350 mil pensionados, magnitud que
corresponde al 12 por ciento de la población.
Según la misma fuente oficial, el presupuesto dedicado a las
pensiones por jubilación asciende a 1,944 millones de pesos para el año
en curso. Una simple operación aritmética nos dice que a cada
pensionado le corresponde mensualmente la cantidad de 123 pesos, equivalentes a
4 dólares con 73 centavos, cifra cuatro veces inferior a la requerida
para cubrir los gastos de alimentación y servicios fundamentales como
agua, electricidad, teléfono. No se incluyen los gastos de calzado, ropa,
medicamentos y recreación.
"Yo recibo una jubilación mensual de 80 pesos", nos dice
María I. del Valle, de 75 años, vecina de Neptuno 965, municipio
Centro Habana. "Me retiré en noviembre del año 2000. Era
auxiliar de cocina y tenía un salario de 106 pesos mensuales. Vivo con
mis cuatro nietos desde hace veinte años. No recibo ayuda económica
de nadie. Nuestras condiciones de vida son desesperadas. Comemos arroz, frijoles
y viandas; una o dos veces a la semana reforzamos con huevos, pescado o
productos cárnicos de los que venden por la libreta de artículos
racionados. La madre de mis nietos, mi hija, no se ocupa de ellos".
Por su parte, Julia Montes Vergara, vecina de Concordia No. 761, en la
capital, precisa:
"Tengo 80 años. Vivo sola y me jubilé en 1988. Recibo 85
pesos de pensión. Mis tres hijos viven en los Estados Unidos desde hace
22 años. Me dicen que no les va bien por allá, razón por la
cual no me ayudan económicamente. Estoy obligada a vender algunos objetos
de mi propiedad y la leche en polvo que me toca por dieta para comprar viandas.
Hago una sola comida al día. Por suerte la salud aún no me
abandona. Vivir en Cuba es como morir a pedacitos".
Estudios realizados por especialistas del Ministerio de Trabajo y Seguridad
Social indican que para el año 2025 el 25 por ciento de la población
cubana tendrá sesenta o más años de edad debido al aumento
de la esperanza de vida y a la reducción de los índices de
natalidad en el país. Del mismo modo, las estadísticas de la
institución oficialista anuncian que el 77 por ciento de nuestros
ancianos son atendidos por sus familiares, el 13 por ciento no tiene quién
los cuide y el 10 por ciento viven solos.
Precisamente para estos dos últimos grupos de abuelos el organismo
estatal creó en 1993 el Programa de Atención para Adultos Mayores.
El proyecto cuenta con 34 salas de geriatría en los hospitales docentes,
127 asilos que atienden a 9 mil personas, quienes pagan con su jubilación
la estancia en el lugar. Además, el programa cuenta con casas de abuelos
para 59 mil beneficiarios.
Lo cierto es que si sumamos el conjunto de prestaciones que contempla el
referido plan, apenas cubre algunas de las necesidades del 5 por ciento del
total de sexagenarios jubilados. El 95 por ciento restante no recibe ningún
apoyo adicional por parte del Estado.
Una anciana que se negó a revelar su nombre comenta que "no es fácil
entrar a un asilo, es casi imposible. Yo hice gestiones y es mucho lo que
exigen. Tienes que entrar por tus propios pies, y sobre todo, esperar que haya
una vacante, que sólo se produce cuando un anciano asilado muere. Llevo años
esperando a ser admitida en el asilo de mi barrio, Cayo Hueso".
Son pocos los hombres y mujeres de la tercera edad que tienen sus problemas
básicos resueltos y pueden hacer gimnasia matutina en el parque, ir de
excursión un fin de semana o sentarse con otras personas de su edad a
intercambiar secretos.
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