Maratón
totalitario
Ramón Díaz-Marzo
LA HABANA, septiembre (www.cubanet.org) - Durante los pasados meses de julio
y agosto se han reparado miles de escuelas y se les ha incorporado una nueva
infraestructura basada en tecnología de punta. Pero después del
maratón totalitario de reparar todas las escuelas del país en
tiempo récord, volverá la indolencia que caracteriza a nuestro
sistema de gobierno. Estas sacudidas sociales ocurren cada cierto tiempo.
Al principio, cuando comienzan estas cruzadas nacionales, parece que el
mundo se va a terminar. Toda la nación se pone en pie para librar la
batalla, pero no terminan por aprender que el método, la sistematicidad,
sin necesidad de matar a la gente trabajando, es la base del éxito social
con sentido común.
De cualquier modo, en medio de tantos fracasos internos ofrecer la imagen de
la victoria es una medida maquiavélicamente correcta.
Con tres o cuatro brochazos de pintura, tres o cuatro computadoras
concebidas, inventadas, y fabricadas en territorio enemigo, y machacar en el
cerebro de las gentes, a través de los medios masivos y oficiales de
comunicación, que cuanto ocurre es gracias a la Revolución, la
población recupera o reactiva su ilusión por la Revolución.
El truco consiste en mantener a la población entretenida, hacerles
creer que algo está sucediendo, que ahora sí se resolverán
los problemas.
Cuando pasen estos años turbulentos, muchos cubanos, que aún
duermen, despertarán horrorizados al descubrir que nos tocó vivir
un espejismo que nos robó la vida.
Antes de la Revolución, la prensa de la época no le otorgaba a
la inauguración de unas pocas escuelas la importancia epopéyica
que la prensa oficial de ahora le otorga a unos hechos que deberían ser
cotidianos y no extraordinarios.
En la Cuba pos-revolucionaria se le ha dado demasiada importancia a las
estadísticas, a los títulos y certificados escolares, y no a la
creatividad individual despolitizada. Es decir, somos una sociedad
mayoritariamente de académicos, universitarios, y técnicos, cuyo
rendimiento real no se corresponde con los títulos que ostentan. Porque más
importante que innovar e inventar nuevas formas de tecnología es repetir
en las marchas patrioteras y concentraciones políticas los eslóganes
revolucionarios.
Esta es una sociedad patriarcal que ha desembocado en un callejón sin
salida y será sustituida por la avalancha del desarrollo científico
y técnico del mundo libre.
Ahora han improvisado en una marcha maratónica a jóvenes
maestros que no tienen una sólida formación ética civil;
por sus pocos años de experiencia en un mundo complejo están
llenos de problemas y lagunas personales que en algunos casos son traumatizantes
y contradictorias. Esto será lo que le trasmitirán, sin quererlo,
a los nuevos educandos. Significa que a un grupo de jóvenes
pertenecientes a una sociedad enferma, y que están enfermos, se les pondrá
bajo su tutela a retoños que recibirán el virus contradictorio y
deformador de nuestra sociedad.
Para este nuevo curso escolar se ha hecho demasiado hincapié en la
existencia de las computadoras en las escuelas. Los programas sirven para
escribir, diseñar, sintetizar información para llegar a una
conclusión, pero si los individuos carecen de iniciativa creadora
individual (que sólo germina cuando hay real libertad), esas computadoras
en las escuelas no determinarán ningún progreso social.
Con bellas metáforas y frases inteligentes y chistosas no se conduce
el destino real de una nación. La realidad de un país siempre será
más grande que cualquier individuo encumbrado por el poder de las
pistolas y la delación colectiva.
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