¿Es un
censo de verdad?
Víctor Rolando Arroyo, UPECI
PINAR DEL RIO, septiembre (www.cubanet.org) - En los próximos días,
al decir de los cubanos, se iniciará la mayor investigación
policial de toda la historia nacional, justo en el momento en que se comiencen a
obtener los datos para el censo de población y vivienda 2002.
Por disparatado que parezca, hasta la propia dirección del gobierno
y el Partido Comunista de Cuba saben que el censo pasa por un momento de riesgo,
pues la población manifiesta su inquietud por las preguntas a formular y
sobre las consecuencias que traerán en el futuro. Prueba de ello es cuánto
se ha repetido por los medios masivos de comunicación que el objetivo del
censo es sólo estadístico. Mensaje que a pocos convence.
"Este es un país cuyo régimen es obsesivo en materia de
información, lo que se utiliza por su aparato represivo, ya sea político
o militar" -expresó un vecino.
Más de una persona me ha afirmado su intención de no declarar
todos sus equipos domésticos, pues su obtención no siempre está
avalada por un documento de propiedad, además de que su uso pudiera ser
reprimido en el futuro por el régimen.
No ha faltado quien jocosamente reclame que se indague por el número
de bicicletas por domicilio o de abanicos de cartón, ya que pocos pueden
adquirir un ventilador dado su precio en el mercado.
Lo cierto es que existe recelo en la población por lo que se le
preguntará. Algo difícil de admitir, si tomamos en consideración
que ese mismo pueblo es el masivo participante en marchas y desfiles, y el que
en "número abrumador" acudió a firmar la perpetuidad de
la Constitución Socialista Cubana.
Por otra parte, los más avezados impugnan los objetivos del censo. ¿Cuántos
somos? Nadie lo sabe mejor que el registro de población del Ministerio
del Interior. Baste decir que sin el carné de identidad no se puede
obtener ni siquiera un pasaje para un viaje local dentro de la propia provincia
donde se reside.
¿Dónde vivimos? Pues el mejor informado es el Comité de
Defensa (CDR) de la cuadra, donde existe un libro de residentes a nivel de
vecindario.
¿Cómo son nuestras viviendas? Más de lo mismo. Se pierden
en el tiempo las promesas de mejorarlas. Los proyectos y programas con este fin
se materializan de otra forma.
En cuanto a la supuesta mejora que resultaría en el equipamiento a la
población, basta decir que una guarapera, una tintorería o una
modesta cafetería no saldrán de estas encuestas. No hay voluntad
en el régimen para ello. Con sólo recorrer las calles de una
ciudad o pueblo e indagar dónde existió uno de estos servicios y
reponerlos, bastaría. Y si esto no fuera posible, pues que se revisen las
demandas de los ciudadanos que cada seis meses repiten sin que nadie las
escuche.
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