Costosa
gratuidad
Carlos Linares Balmaceda, Cuba-Verdad
LA HABANA, septiembre (www.cubanet.org) - Para algunos cubanos el número
siete tiene una significación mística, siempre y cuando no se
diga: UNA PATADA EN EL SIETE. Así piensa Ramón cada vez que
recuerda la desagradable experiencia vivida por él en días
pasados.
El salario mensual de Ramón asciende a 195 pesos, lo que equivale a 7
dólares y 50 centavos. Su hijo Ariel, de seis años, está
enfermo. El primer síntoma de la enfermedad fue la diarrea, que sólo
pudo ser controlada con un remedio casero. Días después la diarrea
regresó acompañada de vómitos. Entonces Ramón llevó
al hijo a la consulta del médico de la familia, encargado de atender y
controlar la salud de los ciudadanos en un área determinada por las
autoridades gubernamentales. También el médico de la familia
cumple funciones de control político cuando es requerido.
El consultorio de la familia es el sitio obligado al que debe acudir
cualquier paciente para iniciar algún procedimiento de investigación
médica. Por supuesto, si el enfermo tiene un "amigo" en algún
hospital, entonces el burocratismo se simplifica.
El médico dispuso que se le realizaran análisis de heces
fecales al hijo Ramón en el hospital materno infantil Hijas de Galicia,
perteneciente al municipio capitalino 10 de Octubre. El resultado demoró
una semana. Ramón regresó al consultorio, pero ese día el médico
no fue a trabajar. Había dejado un cartel en la puerta: Estoy para una
reunión en el policlínico.
Al día siguiente, Ramón volvió al consultorio. El
doctor leyó el resultado de los análisis y diagnosticó que
Ariel padecía de yiardias. "Eso no fue lo peor" -comentó
Ramón. Lo peor fue cuando el médico le previno que los
antiparasitarios nacionales (metrodinasol) no eran efectivos porque se elaboran
con productos de mala calidad, comprados en el exterior a bajos precios. "El
doctor -agrega Ramón- me aconsejó que comprara el medicamento en
las farmacias que venden en dólares".
En La Habana existen varias farmacias "dolarizadas". Entre las más
conocidas están la del hotel Habana Libre, en la barriada de El Vedado;
la del hospital Cira García, en el barrio de Miramar, y la del hospital
Calixto García. Los productos en esas dependencias estatales son, en su
mayoría, de mejor calidad, pero sus precios son impagables para la mayoría
de la población.
Ramón optó por comprar el medicamento en la farmacia del hotel
Habana Libre. El tratamiento completo cuesta 17 dólares y 80 centavos.
Llegó a la droguería a las diez de la mañana. Preguntó
por el último en la cola. Le respondió un mexicano. Cuando le llegó
el turno, la dependienta le dijo en voz baja: "Aquí no está
permitido vender a los cubanos. Por favor, busque a un extranjero que le compre
la medicina". Entonces Ramón acudió a un español que
se encontraba cerca para que le comprara el medicamento.
Hace unos días visité a Ramón, quien jugaba con el
hijo. El muchacho tenía mejor semblante. El mal había sido
erradicado. El medicamento cumplió su función. Cuando me retiraba
de su casa, Ramón colocó su brazo sobre mi hombro y me dijo: "Estuve
tres meses reuniendo ese dinerito para comprarle a mi hijo un par de zapatos
nuevos. Ahora tengo que empezar otra vez desde cero".
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