Alimentos
estadounidenses en el mercado cubano
Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, agosto (www.cubanet.org) - Pollos, huevos, trigo, maíz,
arroz y manzanas, entre otros alimentos procedentes de Estados Unidos de América
han llegado a Cuba mediante operaciones de compra efectuadas al contado desde
finales de 2001, por un valor ascendente a más de 100 millones de dólares
estadounidenses.
El pollo fue el primero de esos productos que llegó a la población,
vendido a través del sistema de racionamiento. Después fue el
huevo "americano", ofertado en las tiendas por divisas a 12 centavos
de dólar la unidad, un 20 por ciento más caro que el precio usual,
que a partir de entonces se mantiene para los huevos nacionales, cuando
aparecen, pues están perdidos hace semanas.
Posteriormente hizo su incursión el arroz a través de la venta
fuera de racionamiento, a cuatro pesos la libra, 50 centavos por encima de lo
habitual.
También a las tiendas dolarizadas llegaron las manzanas de
Washington.
La acogida de la ciudadanía ha sido calurosa. Muchas personas
interrogadas sobre la calidad del pollo afirman que tienen mejor sabor que el
recibido previamente, mientras que algunos vendedores, con sonrisa socarrona,
responden acerca de la calidad del arroz: "¡Figúrese, es
americano!"
Aunque hacía unos 40 años que no llegaban artículos
directamente desde el vecino del norte, los cubanos de mayor edad recuerdan que
la calidad de los mismos era muy elevada. Ahora las nuevas generaciones
coinciden con aquellas apreciaciones; por lo menos esto es lo que señalan
los jóvenes sobre las manzanas que pueden comprar en el concurrido
mercado de Carlos III, en el municipio Centro Habana.
En Cuba, los artículos básicos se siguen identificando en
muchos hogares con los nombres de las marcas estadounidenses. Se le llama "frigidaire"
a los refrigeradores, vengan de donde vengan. Para otros una máquina de
coser es una Singer, mientras muchos propietarios de automóviles Ford,
Chevrolet o Buick que datan de medio siglo atrás no los cambiarían
fácilmente por otros más nuevos como los Lada, de fabricación
rusa.
Todo ello explica el entusiasmo que se aprecia entre la población por
el arribo de los productos de Estados Unidos de América, y la abrumadora
aceptación que tienen en el deteriorado mercado cubano, a lo que se
agrega la generalizada esperanza de que estas compras de alimentos sean el
inicio de una era de comprensión y amistad entre cubanos y
estadounidenses.
Por supuesto, no todos en Cuba están contentos con la aparición
de esos productos agrícolas. Según reportan algunas agencias de
noticias, entre los disgustados están los comerciantes de otros países
que hasta el momento habían vendido sus productos sin tener que enfrentar
la molesta competencia yanqui.
Por ejemplo, el pollo se está vendiendo a las empresas importadoras
cubanas a 0.70 dólar el kilogramo, pero otros suministradores lo hacían
a 1.20 dólar por kilogramo. Además, se quejan de que se pagan en
efectivo las entregas estadounidenses, mientras que a ellos no se les paga las líneas
de crédito utilizadas para financiar sus ventas.
Con Venezuela existe un serio diferendo, al parecer, porque el gobierno
cubano no paga 142 millones de dólares estadounidenses por entregas de
petróleo efectuadas al amparo de un convenio muy ventajoso suscrito el 30
de octubre de 2000.
Otros perdedores con la llegada de los productos alimenticios
estadounidenses al mercado cubano son los burócratas y voceros del régimen,
que empiezan a perder la gran coartada del embargo, usada hasta el cansancio
para justificar el desastre nacional.
Desde hace algún tiempo, en los medios de prensa nacionales han
disminuido las referencias al embargo para justificar las carencias de medicinas
y alimentos, pues ya la población conoce muy bien que si las primeras no
se compran es porque el gobierno no quiere, por los motivos que sean, y los
segundos están a la vista.
La continuación del suministro de productos estadounidenses tendrá
que vencer serias dificultades, aún cuando fuera resuelto el otorgamiento
de líneas de crédito para financiar las operaciones. La capacidad
de pago cubana es muy reducida debido a las graves limitaciones financieras. El
nivel de déficit del intercambio comercial de bienes se ha incrementado
notablemente a partir de 1995, y en 2001, por segundo año consecutivo,
fue superior a los tres mil millones de dólares estadounidenses, prácticamente
el doble del total de las exportaciones.
Las tensiones financieras provocadas por ello se paliaban con los ingresos
recibidos del turismo y las remesas provenientes, de modo principal, de los
cubanos residentes en Estados Unidos de América. Sin embargo, con las
dificultades iniciadas el año pasado en la actividad económica
internacional, agravada por los sucesos del 11 de septiembre, la llegada de los
turistas y las remesas han mermado considerablemente. Esto aumentó la
carencia de divisas.
Sin discusión alguna, Cuba representa un excelente mercado para los
productos estadounidenses, y podría admitir fácilmente más
de mil millones de dólares al año en ellos. El problema está
en cómo se pagaría la factura.
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