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2 de septiembre, 2002


Alimentos estadounidenses en el mercado cubano

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, agosto (www.cubanet.org) - Pollos, huevos, trigo, maíz, arroz y manzanas, entre otros alimentos procedentes de Estados Unidos de América han llegado a Cuba mediante operaciones de compra efectuadas al contado desde finales de 2001, por un valor ascendente a más de 100 millones de dólares estadounidenses.

El pollo fue el primero de esos productos que llegó a la población, vendido a través del sistema de racionamiento. Después fue el huevo "americano", ofertado en las tiendas por divisas a 12 centavos de dólar la unidad, un 20 por ciento más caro que el precio usual, que a partir de entonces se mantiene para los huevos nacionales, cuando aparecen, pues están perdidos hace semanas.

Posteriormente hizo su incursión el arroz a través de la venta fuera de racionamiento, a cuatro pesos la libra, 50 centavos por encima de lo habitual.

También a las tiendas dolarizadas llegaron las manzanas de Washington.

La acogida de la ciudadanía ha sido calurosa. Muchas personas interrogadas sobre la calidad del pollo afirman que tienen mejor sabor que el recibido previamente, mientras que algunos vendedores, con sonrisa socarrona, responden acerca de la calidad del arroz: "¡Figúrese, es americano!"

Aunque hacía unos 40 años que no llegaban artículos directamente desde el vecino del norte, los cubanos de mayor edad recuerdan que la calidad de los mismos era muy elevada. Ahora las nuevas generaciones coinciden con aquellas apreciaciones; por lo menos esto es lo que señalan los jóvenes sobre las manzanas que pueden comprar en el concurrido mercado de Carlos III, en el municipio Centro Habana.

En Cuba, los artículos básicos se siguen identificando en muchos hogares con los nombres de las marcas estadounidenses. Se le llama "frigidaire" a los refrigeradores, vengan de donde vengan. Para otros una máquina de coser es una Singer, mientras muchos propietarios de automóviles Ford, Chevrolet o Buick que datan de medio siglo atrás no los cambiarían fácilmente por otros más nuevos como los Lada, de fabricación rusa.

Todo ello explica el entusiasmo que se aprecia entre la población por el arribo de los productos de Estados Unidos de América, y la abrumadora aceptación que tienen en el deteriorado mercado cubano, a lo que se agrega la generalizada esperanza de que estas compras de alimentos sean el inicio de una era de comprensión y amistad entre cubanos y estadounidenses.

Por supuesto, no todos en Cuba están contentos con la aparición de esos productos agrícolas. Según reportan algunas agencias de noticias, entre los disgustados están los comerciantes de otros países que hasta el momento habían vendido sus productos sin tener que enfrentar la molesta competencia yanqui.

Por ejemplo, el pollo se está vendiendo a las empresas importadoras cubanas a 0.70 dólar el kilogramo, pero otros suministradores lo hacían a 1.20 dólar por kilogramo. Además, se quejan de que se pagan en efectivo las entregas estadounidenses, mientras que a ellos no se les paga las líneas de crédito utilizadas para financiar sus ventas.

Con Venezuela existe un serio diferendo, al parecer, porque el gobierno cubano no paga 142 millones de dólares estadounidenses por entregas de petróleo efectuadas al amparo de un convenio muy ventajoso suscrito el 30 de octubre de 2000.

Otros perdedores con la llegada de los productos alimenticios estadounidenses al mercado cubano son los burócratas y voceros del régimen, que empiezan a perder la gran coartada del embargo, usada hasta el cansancio para justificar el desastre nacional.

Desde hace algún tiempo, en los medios de prensa nacionales han disminuido las referencias al embargo para justificar las carencias de medicinas y alimentos, pues ya la población conoce muy bien que si las primeras no se compran es porque el gobierno no quiere, por los motivos que sean, y los segundos están a la vista.

La continuación del suministro de productos estadounidenses tendrá que vencer serias dificultades, aún cuando fuera resuelto el otorgamiento de líneas de crédito para financiar las operaciones. La capacidad de pago cubana es muy reducida debido a las graves limitaciones financieras. El nivel de déficit del intercambio comercial de bienes se ha incrementado notablemente a partir de 1995, y en 2001, por segundo año consecutivo, fue superior a los tres mil millones de dólares estadounidenses, prácticamente el doble del total de las exportaciones.

Las tensiones financieras provocadas por ello se paliaban con los ingresos recibidos del turismo y las remesas provenientes, de modo principal, de los cubanos residentes en Estados Unidos de América. Sin embargo, con las dificultades iniciadas el año pasado en la actividad económica internacional, agravada por los sucesos del 11 de septiembre, la llegada de los turistas y las remesas han mermado considerablemente. Esto aumentó la carencia de divisas.

Sin discusión alguna, Cuba representa un excelente mercado para los productos estadounidenses, y podría admitir fácilmente más de mil millones de dólares al año en ellos. El problema está en cómo se pagaría la factura.


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