CUBANET .INDEPENDIENTE

28 de octubre, 2002


Algunos números electorales

Manuel David Orrio, CPI

LA HABANA, octubre / www.cubanet.org - Acaba de concluir, en lo esencial, la primera etapa de las elecciones generales dispuestas por las leyes cubanas al realizarse la votación para los cargos de delegados (concejales) a las Asambleas Municipales del Poder Popular, equivalentes a los ayuntamientos en términos internacionales.

Este proceso continuará hasta la renovación o ratificación electiva de los cargos ejecutivos y legislativos provinciales y nacionales, incluido el de jefe de Estado y de gobierno que, como es de esperar, recaerá sobre la persona de Fidel Castro una vez más, si Dios o la Fuenteovejuna de Cuba no deciden algo distinto, lo que sería más noticia que una guerra entre Estados Unidos de América e Iraq.

El poder de Cuba afirma que los comicios cubanos son "los más democráticos del mundo". Por su parte, sus opositores dentro y fuera de la isla reiteran que las elecciones no cumplen con normas democráticas internacionalmente aceptadas, que casi por axioma otorgan a la oposición pacífica el derecho de disputar los cargos públicos electivos, lo cual no parece producirse en Cuba, o por lo menos está por verificar, por cuanto, que se conozca, ningún opositor isleño dio un paso para presentarse como candidato, aunque el gesto pudiera costarle la vida. Es bueno apuntar que sí existen antecedentes negativos sobre el ejercicio de ese inalienable derecho. Roberto Bahamonde lo intentó por los 80. A inicios de los 90 este periodista asistió a asambleas electorales virtualmente tomadas por la policía, nada más porque se corrió el rumor de que determinados opositores presentarían sus candidaturas.

Entretanto, el ya un tanto gastado debate sobre los procesos electorales cubanos parece perder de vista un sostenido crecimiento de la abstención, pese a que en las condiciones de Cuba ese ejercicio tiene una connotación política muy superior a la normal para otros países, por cuanto expresa una resistencia al régimen unipartidista vigente en la isla que puede tener implicaciones personales nada beneficiosas como la de no poder acceder a un empleo de rango competitivo.

A pesar de esas posibles consecuencias, los números oficiales publicados recientemente admiten de facto la abstención de 364,127 personas, más del triple de las que se negaron a votar un quinquenio atrás, casi un quíntuplo respecto a quienes se resistieron -según los datos de entonces- a refrendar la llamada "irrevocabilidad" del régimen unipartidista durante el proceso de suscripción masiva que se produjo en junio del presente año, sobre el cual fuentes diversas aseveran que la población fue compulsada por el poder a expresar una simpatía en realidad mucho menos existente.

Pero hay otro descubrimiento si se sigue la pista a los datos oficiales. Fuentes de la oposición interna aseguran que es costumbre borrar de los registros de elecciones a las personas cuya abstención se presume, en país donde los individuos con derecho a voto han de ser incluidos de oficio en dichos registros. De este modo, a los efectos mediáticos, aparecerían menos de los que en realidad no votan. De ser así, se confirmaría por segundos caminos el crecimiento de una resistencia al régimen, o por lo menos se haría posible reiterar una importante pregunta, de suponerse a todos los con derecho a voto en verdad incluidos en los registros: ¿por qué existen más de 200 mil ciudadanos aparentemente privados del derecho de elegir, sea por incapacidad física o mental, sea por estar cumpliendo una condena penal inhabilitante, únicas razones reconocidas por la ley para enajenar el fuero electivo?

Según los datos oficiales, para estos comicios hubo ocho millones 362 mil diez (8,362,010) electores registrados. Pero de acuerdo con el Anuario Estadístico de Cuba, el número de personas en edad de votar no puede ser inferior a ocho millones 631 mil 679 (8,631,679), cifra equivalente a la población media de ese carácter a la altura de 2000. Población que tiende a un ligero aumento neto, además de que se le deben sumar no contemplados, pues ese índice consiste en un promedio inferior al monto real.

Operaciones matemáticas dicen que en números redondos habría en la isla no menos de 270 mil ciudadanos más que no votaron, para un gran total de no menos de 634 mil, resultantes de sumar esa cifra a quienes se abstuvieron y están reconocidos, lo cual representa el siete por ciento de la población en edad electoral estimable sobre bases más o menos firmes.

No menos de 270 mil ciudadanos en edad de votar que no aparecen como electores registrados son motivo como para preocuparse. El poder de Cuba no ha explicado por qué prácticamente nada se sabe de ellos. Entre los mismos está la población penal, uno de los secretos gubernamentales mejor guardados. También hay discapacitados cuyo status jurídico no parece claro, además de probables resistentes no registrados.

El poder afirma que los comicios cubanos son "los más democráticos del mundo", lo que debe incluir una transparencia prístina. Pues bien, mírese cuánto aparece nada más al revisar... algunos números electorales.


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