Un documental
redondo
Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro
LA HABANA, octubre / www.cubanet.org - A nivel popular el criterio de
redondez implica, en Cuba, cierta perfección. Cuando algo o alguien es
redondo significa que es bueno o que se hizo bien. Al decir que Puri Faget es un
tipo redondo, estoy diciendo que es un hombre bueno; al decir que su documental
es redondo, estoy diciendo que alcanzó la suficiente perfección.
El documental "El son te salió redondo", recientemente
estrenado por la televisión cubana, del realizador Senobio Faget (Puri),
es digno de ciertos apuntes que, aunque apresurados, impresionistas, amistosos,
dejen constancia del impacto favorable que produjo entre los espectadores.
"El son te salió redondo" parte de dos libros del poeta
cubano Nicolás Guillén: Motivos de Son y Songoro Cosongo, ambos
publicados en los primeros años de la convulsísima década
del 30 cubana. Pero los libros y el homenaje al poeta pudieran ser, en realidad,
un pretexto para un homenaje mayor. "El son te salió redondo"
es un homenaje a una época, a una ciudad, a una música, a una miríada
de personalidades imprescindibles para la cultura cubana.
Si afirmara que "El son te salió redondo" es una recreación
de La Habana de los 30, y de la actual, no mentiría: ahí está
su vetustez, su eclecticismo arquitectónico, sus solares, sus centros
nocturnos, su gente. Si dijera que es una antología de sus músicos
más sobresalientes, tampoco mentiría: ahí están
Caturla, los hermanos Grenet (al fin, alguien no olvidó a Emilio, sin
desdorar a Eugenio), Rita Montaner, Bola de Nieve, el Trío Matamoros, el
Septeto Habanero. Si dijera que es un acercamiento crítico para demostrar
la relación entre música y poesía en la obra de Nicolás
Guillén, mucho menor sería el riesgo de error: ahí están
los músicos actuales (desde Osgdalgia hasta los Jóvenes Clásicos
del Son) retomando los versos del poeta y reajustándolos a las nuevas
sonoridades, al nuevo gusto, y los versos saliendo ilesos, porque la música
en los versos de Guillén es un fenómeno intrínseco.
Puri Faget, ya experimentado, veterano de la documentalística cubana
(de su cosecha son Caturla, Simplemente Leo, Las Parrandas Remedianas, Carlos
Enríquez, El jardín de los Afectos, entre otros), contó
esta vez con Néstor Cabrera como director de fotografía, Juan
Antonio Leyva y Magda Galbán en la música y Fermín Domínguez
como editor para conseguir uno de sus documentales más logrados, y digo
uno de los más logrados porque, desde mi punto de vista, Puri logró
la excelencia con Carlos Enríquez, cinta sobre la cual escribí en
el momento de su estreno.
Puri Faget estudió periodismo en la Universidad de La Habana, trabajó,
después de haber cumplido con el obligatorio "servicio social",
en el Noticiero Nacional de Televisión Cubana, donde fue desde redactor
de mesa hasta reportero. Más tarde formó parte del equipo del
centro de documentales del ICRT (Instituto Cubano de Radio y Televisión).
Ha recibido varios premios nacionales e internacionales por sus documentales. Ha
sido jurado de importantes festivales internacionales de cine.
"El son te salió redondo" vino a demostrar la maestría
alcanzada por Puri Faget, su paciencia y acuciosidad investigativa. En este
documental, de madurez, diría yo, se conjugan todas las obsesiones del
autor. Están presentes su cultura musical, histórica, literaria,
pictórica, cinematográfica. Es un documental redondo. Pero si
hubiera que resaltar la arista más sobresaliente, yo votaría por
las atmósferas de época que consigue. En ellas el centro focal
parece recaer sobre los versos y la música, pero el entorno -ese
personaje omnipresente- dado por muebles aparentemente inanimados, nos envuelve
con su hechizo y nos conduce por un viaje mágico desde el cuarto donde el
inquilino se mantiene en estado de gracia escribiendo versos inspirados por una
musa mulata de espalda reciente y bata de cristal, hasta los salones de la vida
nocturna habanera donde Bola de Nieve nos arrulla con los mismos versos, sin que
para ello fuera necesario la presencia física de personaje alguno. La
espiritualidad de los ambientes es tal que uno ve a las personas sin que estén,
porque, en realidad, están, Puri las mete en escena y nos las muestra en
sus rasgos más elevados, prístinos.
Durante los cuarenta minutos que dura el documental, aparte de la información
que nos brinda, uno parece flotar sobre una alfombra de cuentos orientales y
ver, desde lo alto, mezclándose como en un exótico caleidoscopio,
el pasado y el presente de una Habana mestiza, bullanguera, rítmica,
donde el Son parece ser la savia germinal y eterna, una Habana que resiste
amores y catástrofes sin que se pierdan sus esencias, gracias a la gente
que la habita y a los artistas que la reinventan para que permanezca intacta en
la memoria.
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