CUBANET .INDEPENDIENTE

24 de octubre, 2002


Las bibliotecas

Ramón Díaz-Marzo

HABANA VIEJA, octubre (www.cubanet.org) - Constantemente se habla de fuentes de energía que desaparecerán en los próximos años, y la necesidad de emplear otras alternativas energéticas como la luz solar y el hidrógeno.

En Cuba, después que fuimos azotados el pasado año por el huracán "Michelle", se determinó ahorrar tanto el hidrocarburo que se produce en el país (que sólo sirve para la corriente doméstica), como el importado, que es vital para el sistema nacional de transporte.

En los actuales momentos, con la amenaza de una guerra inminente entre USA e Iraq, ese ahorro se ha intensificado en las instancias estatales: ministerios, fábricas, y toda dependencia controlada por el Estado; y entre estas dependencias se encuentran las bibliotecas.

Al comenzar este artículo hablé de "fuentes de energía"; y yo pregunto si una biblioteca, en sí misma, pudiera considerarse una fuente de energía.

El gobierno cubano constantemente declara que el país está librando una batalla de ideas y aspira a formar en la población una "cultura general integral" donde hasta los ancianos, con un pie en la tumba, también tendrán derecho a cursar una carrera universitaria.

Empecemos por señalar que en nuestro mundo existen dos tipos de energía universalmente reconocidas: la material y la espiritual. En tal caso intentaremos demostrar que hay lugares que nunca debieran cerrar sus puertas porque son los únicos que ayudan a que la llamada energía espiritual se mantenga con vida. Por citar dos ejemplos menciono las iglesias y las bibliotecas.

En este caso las bibliotecas son lugares tan sagrados como las iglesias, y en los momentos difíciles de una nación es cuando con más voluntad deben mantener sus puertas abiertas.

En la Habana Vieja estamos sufriendo el hecho de que nuestra querida biblioteca provincial "Rubén Martínez Villena", situada al final de la calle de los Obispos, está siendo cerrada a las seis de la tarde desde hace más de un año. Y motivos para cerrar cines, cafeterías, y lugares de solaz esparcimiento a disposición del cubano de a pie, siempre habrán; habrán tantos motivos que un día no podremos salir de la casa porque no habrá ningún lugar a donde ir.

Conozco a un grupo de jóvenes universitarios que manifiestan su deseo de que la biblioteca no sólo mantenga sus puertas abiertas hasta las doce de la noche los días hábiles de la semana, sino que también ofrezca sus servicios al público los sábados y domingos hasta la medianoche. Son jóvenes que trabajan 8 horas diarias en lugares que no guardan relación con el estudio y la meditación, y para ellos la biblioteca es la iglesia de sus vidas. En sus casas, viviendo hacinados junto a una numerosa familia con el ruido y las interferencias de la vida cotidiana, no pueden estudiar.

Sacando la cuenta del gasto insignificante de energía eléctrica de una biblioteca que no cuenta con salas de computación, ni de música, ni de videos culturales y científicos (que fue lo acordado antes de su reinaguración con la Oficina del Historiador que dirige el Sr. Eusebio Leal Spengler), y sacando la cuenta del atraso que representa para un joven estudiante no tener un lugar donde estudiar, pienso que el país pierde más con la segunda opción.

Es cierto que La Habana no es una capital del Primer Mundo como New York o Paris, cuyas bibliotecas públicas nacionales ofertan servicio hasta altas horas de la noche. Pero nuestro sistema totalitario de gobierno puede emplear su voluntad política para que nuestras bibliotecas funcionen como las del Primer Mundo.

Una biblioteca no es un hospital donde a veces falta el medicamento. Tampoco es una escuela con estudiantes y maestros emitiendo vibraciones negativas; porque todos los que asisten a una biblioteca lo hacen de manera voluntaria, lo cual es un acto de real libertad. Tampoco es una fábrica que tiene que cerrar por falta de materias primas. Una biblioteca, sin ser hospital o fábrica, cura heridas y reconstruye a los seres humanos con una de las fuentes de energía más poderosas de todos los tiempos: los libros, y tres o cuatro bombillas para no leer en la oscuridad; y por supuesto, un clima interno con aire-acondicionado, pues no creo que en Cuba alguien logre leer la "Divina Comedia" de Dante Alighieri sudando a mares con una temperatura de 35 grados a la sombra.


Esta información ha sido transmitida por teléfono, ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a Internet.
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como fuente.


[ TITULARES ] [ CENTRO ]

Noticias por e-mail

La Tienda - Libros , posters, camisetas, gorras

In Association with Amazon.com

Busque:


BUSQUEDA

Búsqueda avanzada


SECCIONES

NOTICIAS
Prensa Independiente
Prensa Internaional
Prensa Gubernamental

OTROS IDIOMAS
Inglés
Alemán
Francés

SOCIEDAD CIVIL
Introducción
Cooperativas Agrícolas
Movimiento Sindical
Bibliotecas
MLC

DEL LECTOR
Cartas
Debate
Opinión

BUSQUEDAS
Archivos
Búsquedas
Documentos
Enlaces

CULTURA
El Niño del Pífano
Artes Plásticas
Fotos de Cuba

CUBANET
Semanario
Quiénes Somos
Informe Anual
Correo Eléctronico


CubaNet News, Inc.
145 Madeira Ave, Suite 207
Coral Gables, FL 33134
(305) 774-1887