Fuentes
protegidas, noticia veraz
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, octubre / www.cubanet.org - No es un secreto que en las muy
particulares circunstancias en que viven y trabajan los periodistas
independientes cubanos uno de los principios éticos de mayor
autoexigencia es el de la protección de las fuentes confidenciales.
Bajo el régimen unipartidista isleño, un nombre revelado puede
significar la pérdida del empleo, y algo más a cualquier
funcionario que aporte información necesaria al bien público, pero
censurada por el gobierno.
Por ello, los periodistas independientes han devenido maestros en el uso de
formas de protección de fuentes confidenciales, como el non atribution,
el background o el deep background. En otras ocasiones emplean recursos
creativos como difundir con carácter de rumor lo que han verificado
exhaustivamente y saben es certidumbre absoluta, lo cual ha provocado la
confirmación gubernamental del hecho censurado.
Curiosamente, apenas han ocurrido casos de difusión de noticias
falsas, y han consistido en denuncias hechas ¡por fuentes citadas con
nombres y apellidos! La típica noticia falsa -de rara ocurrencia- ha sido
una entrevista fraudulenta, inventada, entre cuyas contadas víctimas se
encuentran el Cardenal Jaime Ortega y el disidente Elizardo Sánchez.
Muchos dentro del periodismo independiente atribuyen esas falacias a agentes
de la policía política involucrados en operaciones de descrédito
del movimiento de los reporteros libres, por cuanto nada ha ocurrido a los
autores, quienes por tales acciones podrían ir a la cárcel, no por
motivos de conciencia, sino por actuar como vulgares delincuentes.
En cambio, verdaderos escándalos nacionales revelados por colegas
honestos han provocado su detención y acoso para hacerles revelar sus
fuentes, aunque al final, cuando la verdad se ha impuesto, siempre han sido
liberados sin que la policía política obtenga los nombres
ambicionados.
Parece absurdo, pero lo cierto es que la policía política ha
sido para los periodistas independientes la excelencia pedagógica en el
arte de proteger fuentes y reportar hechos confirmados. Su "espada de
Damocles" ha inculcado ética y responsabilidad entre los colegas.
Quien primero lo sabe es "la profe".
Por tales antecedentes, llama la atención que reiteradamente personas
residentes fuera de Cuba, como la reportera holandesa Maya, Pablo Reyes, de
Miami, o dos estudiantes suecos de periodismo que recientemente visitaron La
Habana, insisten, se preocupan y hasta exigen a los periodistas independientes
una revelación de fuentes que la gran prensa no practica.
Para sólo mostrar un caso, la prestigiosa revista Newsweek publicó
en su edición en castellano del 28 de agosto el reportaje titulado "Caravanas
de la muerte en Afganistán", que ilustra sobre escalofriantes
matanzas de prisioneros de guerra. El reportaje es el plato fuerte de ese número.
Ocupa nueve páginas de la revista y ejerce la protección de
fuentes confidenciales en no menos de veinte ocasiones. Newsweek denuncia algo
terrible: a los prisioneros los encerraban en contenedores como si fueran
sardinas en lata y los dejaban morir. La publicación se pregunta si el
gobierno de los Estados Unidos de América tiene responsabilidad en lo que
denomina "atrocidades de sus aliados" y apunta que "portavoces
del Departamento de Defensa han hecho declaraciones falsas".
Según parece, nadie ha tomado un avión en Europa para viajar a
los Estados Unidos y preguntar a Newsweek cómo se atreve a publicar tales
explosivos informes sin revelar los nombres de las fuentes en por lo menos
veinte ocasiones. Que se conozca, a Cuba no han llegado noticias de que la
revista fue demandada por el Departamento de Defensa estadounidense, tras
afirmarse que ciertos voceros son unos mentirosos, porque eso fue lo que dijo
Newsweek.
Pero con Cuba no ocurre así. Los periodistas independientes sí
reciben semejantes visitas que, por su carácter reiterado, ya ponen en
guardia. Tanta exigencia, por ejemplo, encarnada en la figura de una escultural
nórdica, cuyos senos casi expuestos hacen la boca agua, comienza a
parecer sospechosa, por mucho que los varoncitos del periodismo independiente
disfruten el feroz interrogatorio. Había que ver aquello: las pomas de la
vikinga eran colirio para los ojos.
Pechugas de tal encanto por lo menos dejan un consuelo: si hay gente por ahí
buscándole "detallitos" al periodismo independiente cubano, eso
quiere decir que se lee, es creíble para un montón de personas, y
llega bien lejos.
Entonces, enhorabuena la "inspección".
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