Dos ciclones
en 15 días
Miriam Leiva
LA HABANA, octubre (www.cubanet.org) - El huracán Lily siguió
una trayectoria similar a su predecesor Isidore, que azotó la Isla hace
unos días. Según el centro de pronósticos de Ciudad de La
Habana, una coincidencia similar se produjo en el año 1948.
Para un país sumido en una fuerte depresión económica
desde hace doce años, cuando se inició el llamado "período
especial", enfrentar dos huracanes en tan corto tiempo no ha sido fácil.
Peor aún, si se tiene en cuenta que todavía no se ha concluido la
construcción de las viviendas destruidas por Michelle que castigara la
Isla de sur a norte en noviembre de 2001.
A esto se suman los derrumbes ocasionados por causas diversas y que
mantienen a muchas familias viviendo en albergues o en casas de familiares
allegados.
Lily atravesó los mares al sur de la Isla, de oriente a occidente,
castigando con fuertes lluvias esa extensa zona del país. En la provincia
Granma no existían antecedentes de aguaceros tan fuertes desde hacía
15 años. Pero lo peor se ha concentrado en Isla de la Juventud y la
provincia Pinar del Río, territorios que habían sufrido
directamente los embates de Isidore.
Cuando se aprecia en las imágenes de la televisión cubana los
pueblos destruidos por los tres ciclones antes mencionados, se evidencia el
terrible estado en que se encuentran las viviendas por todos los rincones del país.
Las débiles casas de madera y los techos de teja, zinc, fibrocemento o
yaguas (hojas de palma), de incalculable edad, no pueden soportar los embates de
las aguas, y mucho menos la furia de los vientos.
Cualquiera pensaría que situación análoga no se podría
presentar en Ciudad de La Habana, pero lamentablemente la capital de la república
se encuentra en un estado muy deplorable. Son frecuentes los derrumbes, como el
que se produjo de manera parcial en el edificio Alaska, en las céntricas
calles 23 y M, en el mes de agosto. O los dos derrumbes totales en dos inmuebles
de la calle Belascoaín por la misma fecha.
Con estas experiencias los habaneros se han sentido aliviados cuando los
ciclones han pasado tangencialmente por sus fronteras, pues con la gran
concentración de casas y edificios viejos en pésimas condiciones
donde habitan miles de habaneros, el desastre sería terrible.
A lo largo del país hay que añadir la destrucción de fábricas,
escuelas, policlínicos, carreteras, puentes, etc., lo que ha ocasionado
una molesta incomunicación entre poblados y provincias.
Para que la población enfrentara al huracán Lily, el gobierno "adelantó"
la venta de los productos racionados correspondientes al mes de octubre.
Por otra parte, se careció, como ya es habitual, del suministro
adicional de combustible para cocinar y enfrentar los cortes de electricidad. Ni
siquiera las velas estuvieron disponibles. En las tiendas de venta en divisas
había velas. Los dólares son los que escasean cada vez más.
Es temprano todavía para contabilizar los daños de Lily. Pero
pueden esperarse escenas y cifras escalofriantes gracias a los antecedentes
dejados por Isidore.
Hasta el presente el gobierno ha sido renuente a solicitar ayuda
internacional, y se ha preciado de poder enfrentar los desastres naturales y la
reconstrucción con sus "reservas", Pero, ¿es que aún
tiene reservas? ¿Es justo que el pueblo cubano siga viviendo en condiciones
paupérrimas cuando se puede reconocer la imposibilidad de asumir las catástrofes
imponderables?
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