Por Isabel Parrazal. Yupi Internet, noviembre 29, 2002.
México, 28 Nov (Notimex).- Ernesto Lecuona Casado, el compositor y
pianista cubano más difundido en el mundo, con obras como "Canto
Carabalí", "Siboney", "La Comparsa", "Malagueña"
y "Maria La O", falleció en Santa Cruz de Tenerife, el 29 de
noviembre de 1963.
Lecuona, con una personalidad multifacética y abarcadora en el
contexto de la creación, quien junto a Gonzalo Roig y Rodrigo Prats,
forman la trilogía más importante de compositores del teatro lírico
cubano y en especial de la zarzuela, nació en Guanabacoa el 7 de julio de
1986.
Fue hijo de un periodista español establecido en la isla de Cuba.
Desde los cinco años de edad demostró un gran interés por
la música, al comenzar a estudiar piano, primero con su hermana y, luego,
con maestros como Hubert de Blanck, Joaquín Nin y Peyrellade.
Su cuidada formación musical pronto dio óptimos frutos y a los
11 años se inició en la composición.
Con tan sólo 15 años compuso lo que se considera su primera
obra de calidad, "Danzas Cubanas", en la que además de un
dominio musical, se observa su interés por la utilización de temas
procedentes del sustrato folklórico cubano.
Poco después estrenó su "Vals del Rhin", cuya
partitura, a pesar del título, reitera su tendencia folklórica.
A los 17 años se graduó en el Conservatorio Nacional Cubano e
inició una larga gira por Estados Unidos, España y Francia. En
este viaje conoció nuevas técnicas y dio a conocer algo de su obra
mientras ofrecia conciertos en importantes salas.
Su fama de compositor de canciones de tipo ligero internacional se basó
en éxitos como "Canto Carabalí", "Siboney"
(1927), "La Comparsa" y "Malagueña" (1933).
De manera paralela cobró renombre en el terreno de lo clásico
con obras como "Rapsodia Negra" para Piano y Orquesta, "Gitanerías",
"Andalucía", "Suite Española", así como
por incursiones en determinados ritmos de influencia africana como la
rumba-musulmana o danzas del folklore cubano como la "Danza Lucumí",
y la "Danza de los Ñáñígos".
Ernesto Lecuona fue un hombre de grandes iniciativas que organizó la
Orquesta Sinfónica de La Habana y una compañía de teatro lírico
con la que estrenó algunas de sus obras, entre las que destacan la ópera
"El Rumbero de Yarey", y la zarzuela "El Cafetal".
Sus zarzuelas más brillantes que estrenó el 1 de marzo de
1929, fueron: "María la O" (1930), "Rosa la China"
(1932), "El Maizal", "El Calesero", "El Batey"
(1929), "La Flor del Sitio", "El Amor del Guarachero", "La
Tierra de Venus", "Diablos y Fantasías".
Todas ellas de tema cubano con partituras a medio camino entre el esquema de
la zarzuela española y los ritmos cubanos que animan la acción
dramática.
En España Lecuona estrenó "Radiomanía", "Levántate
y anda", "Al caer la nieve", "La revista sin trajes", "Rosalima"
y "Tropicana".
Sus extraordinarias condiciones como intérprete del piano lo llevaron
a ejecutar obras representativas del repertorio universal para este instrumento
y a obtener el beneplácito de destacadas personalidades como Maurice
Ravel, Joaquín Turina, Adolfo Salazar, Joaquín Nin y George
Gershwin, entre otros.
Para el teatro musical compuso una inmensa cantidad de obras de todos los géneros,
mientras que su piezas para piano constituyen soporte y pilar de la producción
más relevante de la pianística nacional e iberoamericana.
En lo que a la técnica se refiere, el aporte más importante de
Lecuona al género teatral es la fórmula definitiva de la romanza
cubana, que, según la concibió, consta generalmente de dos partes.
La primera, por lo regular, hace las veces de introducción, con un
cierto sentido de gran recitativo. La segunda es la romanza propiamente dicha,
sobre un ritmo marcado y constante.
La música que Lecuona impuso en el teatro lírico cubano es
representativa, ambiciosa, tan importante como el libreto y muy a menudo mucho más
importante que el libreto mismo.
En colaboración con Eliseo Grenet compone "Niña Rita"
o "La Habana" en 1830, sainete lírico con libreto de Riancho y
Castells, estrenado en el Teatro Regina de La Habana el 29 de septiembre de
1927.
Es la totalidad de su trayectoria creativa un legado que lo confirma, a través
de todos los tiempos, como un clásico de la cultura musical
iberoamericana.
Ernesto Lecuona falleció en Santa Cruz de Tenerife, el 29 de
Noviembre de 1963, lugar al que había viajado con la intención de
conocer la tierra natal de sus padres. |