Noche
habanera
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, noviembre (www.cubanet.org) - La famosa noche habanera que otrora
valió a la capital cubana el apelativo de París de América,
hoy no es tal. Calles y plazas en penumbras y casi vacías regalan una atmósfera
un tanto fantasmal a la ciudad antaño bulliciosa y sandunguera.
Únicamente, algunos polos de atracción ligados al turismo no
duermen hasta muy tarde. Y sólo hasta el comienzo de la noche, lugares céntricos
de la capital muestran la actividad de personas que tratan de alcanzar
transporte para regresar a sus hogares.
Eso sucede en los alrededores del Capitolio habanero. Contiguo a la mole de
Prado y Dragones, el Parque de la Fraternidad languidece entre penumbras. Del
otro lado, un islote entre las calzadas de Monte y Reina sirve de punto de
embarque a transeúntes que se dirigen a zonas de los suburbios habaneros.
Justo allí, un grupo de mujeres apenas salidas de la adolescencia
muestran la última hornada de prostitutas habaneras del nuevo milenio.
Son jóvenes, muy jóvenes, aunque puede entre ellas encontrarse
a algunas que no lo son tanto. Allí esperan para vender su mercancía.
Noches atrás trataba de encontrar en qué regresar a mi casa,
cuando encontré muy cerca a un amigo, dentista de profesión, ya
entrado en años, quien esperaba el arribo de su esposa en un transporte público.
Las chicas, a la caza de clientes, lo tomaron por un extranjero, y como
abejas a la miel, lanzaron sus proposiciones. Medio disgustado, medio halagado,
pero más que nada sorprendido, mi amigo el dentista me confesó
-con pudor de "temba" cincuentón- que nunca imaginó
encontrar un espectáculo semejante a las 9 de la noche.
La prostitución resurgió luego de un período de azote
de las autoridades. Al final de la adolescencia, sin las vestimentas y
accesorios de sus antecesoras inmediatas, las "jineteras" del Vedado,
estas vendedoras de sexo apelan a una clientela de origen nacional, manejadas de
cerca por sus chulos, que esperan en los pocos bancos de la exigua plazoleta.
Una señora que junto a mí esperaba la llegada de un ómnibus,
me explicó que ese comercio alcanza su apogeo entre las 9 y las 12 de la
noche. Pero el detalle que la señora destacó fue la presencia de
mujeres no tan jóvenes entre las prostitutas. "Los tiempos -dijo-
están duros y el dinero falta".
Pero las prostitutas de "bajo costo", según una expresión
de moda, no se encuentran solamente en el lugar mencionado.
Un colega periodista me explicó que en la intersección de la
Avenida Santa Catalina y Calzada de Vento, junto a una estación de
gasolina "dolarizada", un Cupet, se encuentran las dedicadas al sexo
oral. La misma oferta puede encontrarse en Santa Catalina y Boyeros, frente a
otro expendio de gasolina.
Éstas recién llegadas a las filas de la prostitución sólo
cobran 50 centavos de dólar.
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