Una
reinvidicación por justicia (II y Final)
Héctor Maseda, Grupo Decoro
LA HABANA, noviembre (www.cubanet.org) - Después de su captura, Zoila
Águila fue sometida a todo género de torturas para ablandar su
resistencia. Los narcóticos mezclados en los alimentos, los fusilamientos
simulados a los que fue sometida, las grabaciones de sollozos provenientes
supuestamente de su hija, fueron demasiado para su frágil cuerpo. Zoila
moriría en prisión, sin recuperar la cordura ni la libertad.
"Los militares no la dejaban dormir", recuerda un familiar de
Zoila que se encuentra en el exilio. "La sometían a intensos
interrogatorios que duraban semanas. La mantenían de pie, en una misma
posición durante horas. En las comidas le administraban drogas para que
perdiera el control de la voluntad y declarara contra ella misma. Realizaron
varios simulacros de fusilamiento, y la conminaban a testimoniar -sin lograrlo-
contra sus compañeros guerrilleros apresados con ella en la 'Operación
Maisinicú'. Uno de los mecanismos más crueles que utilizó
contra ella la policía política fue hacerle creer que había
asfixiado a su hija para evitar que el llanto de la pequeña denunciara a
la tropa enemiga que los rodeaba la posición de su grupo".
Siguió relatando el hombre, que pudo hablar con Zoila en sus momentos
de lucidez, que para lograr su propósito la hacían escuchar
grabaciones del llanto de una niña. Este tormento y los continuos
interrogatorios destruyeron el equilibrio psíquico de Zoila. En estas
sesiones -según le dijo Zoila- los oficiales le gritaban ¡mala
madre!, ¡asesina! ¡mataste a tu hija con tus propias manos!. "Zoila
nunca tuvo hijos, pero esta historia, repetida una y otra vez, destrozó a
Zoila, quien ya no establecía diferencias entre la realidad y la
pesadilla. Pero aquí no concluyó la trama. El colmo de la infamia
llegó al extremo de presentarle al pueblo cubano, en un capítulo
de la serie de televisión 'Sector 40', la versión de cómo
Zoila había asesinado a su pequeña. La intención
gubernamental era destruir su imagen y su ejemplo de mujer combatiente".
No es menos cierto que una mentira, para que surta los efectos deseados,
debe sostenerse en algunos elementos tomados de la realidad. Al respecto, Pedro
Librado Guillén Amador, quien conoció de las actividades
guerrilleras de Zoila por intermedio de su hermano Porfirio, jefe inmediato de
ella, señala:
"La historia contada por el gobierno sobre Zoila y su supuesta hija es
falsa. Ella no tuvo hijos. Lo que sí fue real es que perdió dos
embarazos durante su estancia en las montañas. Esa situación de
sacrificios extremos la colocó ante la disyuntiva de combatir contra la
tiranía o ser madre. De alguna manera, sus enemigos conocieron esta
situación y la utilizaron, no sólo para destrozar a Zoila
emocional y físicamente, sino para presentarla ante la población
como una mujer diabólica".
A doce de los guerrilleros capturados en la "Operación Maisinicú"
-según relata Enrique Encinosa en el libro "Cuba en Guerra"
(pag. 179), "los fusiló Castro entre el 22 y el 24 de junio de 1964.
Sus nombres: Julio Emilio Escajadillo (El Carretero), Mauro e Irenio Borges,
Manolo Manso La Guardia (esposo de Zoila), Raúl Morel Visiogo, Macho Jiménez,
Andrés Oramas, Tomás García Valle, Cuco Cedeño, Blas
Ortega, Vale Hernández y Benito Pedraja. Este último insurgente de
64 años que estuvo alzado 40 meses. Todos murieron cantando el Himno
Nacional".
Zoila Águila Almedia, la "Niña de Placetas", fue
condenada por un tribunal militar sumarísimo a muchos años de cárcel.
En la prisión se caracterizó por su rebeldía. Murió
en cautiverio en la sala de penados "Pedro Cabó Serviá"
del Hospital Psiquiátrico Nacional (Mazorra). Zoila perdió la razón
a consecuencia de las torturas a que fue sometida.
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