El mercado
clandestino del arte
Armando Soler
LA HABANA, noviembre (www.cubanet.org) - Un conocido me aborda:
- Estoy atrás de figuras de porcelana... angelones, ¿tú
sabes? Mira, que sean Lenci, Leberdetti o Cachapotti. Oye, busca, que me dan
doscientos 'fulas' por cada uno".
El mercado clandestino de obras de arte y objetos suntuarios pulula en la
capital. Un grupo creciente de hombres jóvenes se dedica a peinar casa
por casa los desbaratados antiguos barrios de la clase media y media alta. Son
una especie de oteadores. Buscan de todo: libros, cerámicas, pinturas,
permutas. En su mayoría trabajan para los grandes compradores, un grupo
reducido de nacionales con mucho "cash", que se conocen entre sí.
Algunos desde la cárcel.
Estos "comerciantes" tampoco son desconocidos para la policía.
En un país donde la actividad privada es celosamente restringida, estos
individuos campean por su respeto. Muchos colaboran como confidentes; otros son
ex miembros del Ministerio del Interior y aún mantienen algún tipo
de vínculo con el aparato represivo y realizan trabajos encubiertos.
Disfrutan de patente de corso para sus negocios.
Algunos comenzaron trabajando como expertos tasadores en la febril compra de
oro y valores que organizó la corporación estatal CIMEX en Ciudad
de La Habana en los años ochenta del siglo pasado. A estas tiendas de
cambio de oro, plata y obras de arte por televisores, cocinas, videos, autos, se
les llamó "las casas de Hernán Cortés".
A su vez, todos son clientes fijos de algunos extranjeros que visitan periódicamente
la Isla, e inspeccionan y compran lo que estos individuos han atesorado en casas
que no son registradas ni requisadas por la policía ni el Comité
de Defensa.
Objetos de arte muy valiosos han salido del país por vía aérea
o marítima sin ningún contratiempo.
Los propietarios de la gran cantidad de valores artísticos que aún
permanecen en manos privadas sufren múltiples necesidades y están
dispuestos a obtener dinero a través de la venta de esas obras.
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