Escorpión:
una novela inusual
Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro
LA HABANA, octubre (www.cubanet.org) - Hace más de siete años
leí "La nada cotidiana", novela de la escritora cubana Zoé
Valdés. En ese momento no estaba seguro de que se tratara de una novela,
pero sí estaba convencido de que marcaría un punto de cambio en la
narrativa cubana de, y sobre, estos tiempos. El rosado tul de la época
complaciente que envolvía la novelística se desgarraba. Los héroes
de los relatos resultaban menos idílicos, más cercanos a la
realidad, más hechos de la sustancia con que estamos hechos los cubanos,
e hijos de las circunstancias que la amodorrada narrativa oficializada trataba
de edulcorar, cuando no escamotear.
"Escorpión", la novela premiada en el concurso Cirilo
Villaverde 2001, auspiciado por la Unión de Escritores y Artistas de
Cuba, de Judith Morales Montes de Oca, viene a apuntalar, de cierto modo, lo que
ya se barruntaba: una nueva época, una nueva visión, una nueva
manera de abordar la realidad literaria, una nueva concepción del héroe.
Camelia, la heroína de "Escorpión", es una mujer tan
cotidiana que, a primera vista, parecería simple. Sin embargo, a medida
que avanza la historia, con recursos estéticos -aunque archiconocidos,
usados, desechados y vueltos a retomar- útiles, se descubre su
complejidad. Es una hija legítima de circunstancias históricas que
la perfilan. Tan auténtica que pudiera afirmarse típica. Pudiera
contar por millares las Camelias que conozco, de ahí su fuerza como
personaje, de ahí esa testimonialidad que parece brotar de la novela.
"Escorpión" es una novela inusual porque parte de la
incoherencia coherente con que se nos presenta la vida misma. Nada parece estar
planificado de antemano. Las cosas suceden, o han sucedido, de manera revuelta,
inesperada. Los personajes entran y salen sin más propósito que el
de existir, independientemente de las intenciones del autor. No hay tramas que
requieran de soluciones, no hay personajes concluidos a la manera tradicional,
teatralista, diría yo, sino que viven, pasan, se desvanecen, no sabes más
de ellos, como en la vida.
El escenario de la novela es un pueblo de provincia. Pero este pueblo de
provincia, sin nombre, ubicado en Pinar del Río es toda Cuba. La
cotidianidad nacional se resume en él. No hay detalle de la vida del país
que, más o menos recreado, no se refleje. Desfilan por él todas
las vidas posibles en la nación: desde los muchachos hambreados becados
en una escuela en el campo, hasta el médico que pide botella (auto-stop)
a un camión para que lo traslade; desde el mercado en divisas hasta la
fajatiña en la bodega para comprar el kerosene asignado por la libreta de
abastecimientos; desde la obsesión por la emigración hasta la
defensa intransigente de los "logros revolucionarios". Todo ello sin
que la autora tome aparentemente partido; deja, simplemente, que los personajes
vivan dentro del relato.
La línea argumental de la novela, que fluye como jadeante, como con
cierta disnea narrativa diría yo, desemboca en un trágico final. A
través de las cartas recibidas desde Miami se va conociendo la
temporalidad de la historia, el tiempo no transcurre sino por medio de esas
torpes misivas -con errores ortográficos ex profeso, como para disminuir
al remitente- que van marcando las pautas, hasta que llega la última, la
que marca el final, un final que realmente no sorprende, pero que pudiera
convertirse, para unos, en homenaje a los muertos en el Estrecho de Florida;
para otros, en insulsa moraleja de corte propagandístico. La muerte de
Camelia en esas circunstancias, después de una vida matizada por la
presencia de un esposo homosexual, una madre exiliada desde la infancia, un
padre que se le aparece a los treinta años a reclamar su sitio, unos
hijos alimentados y educados por ella sola, puede que no resulte tan efectiva.
Judith Morales Montes de Oca nació en 1963, en Pinar del Río.
Según cuenta en la contraportada del libro publicado por Ediciones Unión,
es psicóloga y ha publicado varios libros en Ediciones Loynaz, entre los
cuales se destaca su novela "Las jinetas compramos en boutiques", y a
mi modo de ver, habrá que seguirla leyendo con atención.
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