Dictadura
perfectible: alegría de castristas y varelistas
Reinaldo Cosano Alén
LA HABANA, mayo (www.cubanet.org) - Cuando se supo que era inminente la
visita del ex presidente de Estados Unidos de América James Carter a
Cuba, luego de reiteradas invitaciones del gobernante Fidel Castro, opiné
que significaría "el perfecto balón de oxígeno"
para el régimen castrista.
El tiempo, el mejor de los jueces, parece ahora confirmar la tesis.
La tournée del ex presidente norteamericano con el gobernante cubano
por las vitrinas del país, los criterios expresados por Carter sobre el
Proyecto Varela y las "sugerencias democráticas" para reformar
al castrismo han constituido un visible espaldarazo al régimen de Castro.
Tras la partida del ilustre visitante ha quedado una lamentable estela de
profundas divergencias en medios opositores y confusión en la opinión
pública de dentro y fuera del país, debido a que no son pocos los
que desconocen en su verdadera extensión al Proyecto Varela, entre ellos
hasta los propios firmantes.
Para algunos pudiera parecer que Castro ha decidido convertirse a demócrata,
o que hemos vivido 43 años engañando al mundo diciéndole
que subyacemos bajo una dictadura antidemocrática, ya que hasta en la
Constitución comunista "se garantiza" que el pueblo decida si
quiere o no un cambio de gobierno. Y, para colmo de males, hasta propagandizan
esta iniciativa en la hermética prensa oficialista.
Daría la impresión a quien conoce a fondo la compleja realidad
cubana actual que ésta resulta la única vía posible y
segura para desembarazarnos del régimen castrista, cuando en verdad, y a
todas luces, esa vía llama a eternizarlo.
Imaginamos a castristas y varelistas ebrios de gozo, si bien cada cual por
su lado, al pasar balance de los casi idénticos frutos políticos,
que a unos y a otros dejó la visita de Carter cuando destapó la
Caja de Pandora, de la que huyó hasta la esperanza.
¿Qué esperanza podría haber con Castro dirigiendo hipotéticos
cambios en su contra?
Sin duda, al ex presidente Carter le han hecho creer, y a su vez él
quiere hacernos creer a todos, que el Proyecto Varela es la salvación de
Cuba o, peor aún, la única vía de salvación.
Quien así piense está desconociendo las entrañas
intolerantes del régimen, su capacidad de manipulación y el total
apego al poder del gobernante cubano.
Ni Carter ni nadie debía dejarse deslumbrar por el espejismo de que
en Cuba existe una democracia perfectible, susceptible de reformas mediante diez
mil firmas y una precipitada e incompleta solicitud de referéndum dentro
del marco de las leyes comunistas a hechura del régimen que resguardan.
En conclusión, una visita potencialmente tan provechosa para la
oposición cubana como ésta de Carter ha devenido desafortunado y
productivo marketing para castristas y partidarios del Proyecto Varela.
No hay que olvidar que en esta ocasión se ha querido demostrar que
para nada se necesita el solidario, generoso y desinteresado apoyo material y
hasta a veces financiero que a la disidencia hacen llegar nuestros hermanos del
exilio, así como otras personas, instituciones, organizaciones y
gobiernos del mundo libre, preocupados por la democratización de Cuba.
¿Es posible ignorar que enfrentamos a un régimen con dominio tal
que al más pequeño viso de disensión (salvo raras
excepciones) nos arrebata el elemental derecho al empleo?
Y si ése no fuera el caso de todos los gestores del Proyecto Varela, ¿acaso
el salario que pueda recibir un ingeniero por su esforzada jornada laboral para
el gobierno alcanzaría siquiera para imprimir la décima parte de
las planillas que se necesitan en una campaña tan extensa como la que se
anuncia?
Si se lograra demostrar que ese apoyo material no es necesario, veríamos
a prisioneros políticos peor atendidos, sin la socorrida jaba para
aliviar el hambre y la enfermedad, y por demás sin la necesaria y
alentadora visita de las sufridas madres que no podrían siquiera
sufragar, con sus simbólicas pensiones, un costoso y agotador viaje hasta
las lejanas provincias a donde generalmente confinan a nuestros presos de
conciencia.
Veríamos a los periodistas independientes, voz de la verdad, la
realidad y el pueblo de Cuba, sin los recursos necesarios que permiten su
encomiable labor; veríamos a las bibliotecas independientes, promotoras
de la lectura libre y focos de cultura plural, careciendo de la literatura del
mundo libre y prescindiendo de los exitosos concursos literarios que realizan
cada año, al no contar con los ya tradicionales premios metálicos
para los ganadores.
Precisamente mientras redactamos estas líneas se han dado a conocer
los ganadores del concurso de poesía promovido por el Proyecto de
Bibliotecas Democráticas Independientes de Cuba que dirige el señor
Manuel de Jesús Infante Rodríguez, cuyos ganadores en su conjunto
recibirán mil dólares como merecido estímulo, gracias al
apoyo de nuestros compatriotas del destierro.
¿Qué sería de los programas de ayuda humanitaria o de
proyectos de salud independiente como el que a brazo partido sostiene el doctor
Leo Jiménez en Santiago de Cuba?
Aún más, ¿hubiera sido posible sin los recursos
necesarios enviados por manos amigas celebrar en una finca de Camagüey el
congreso más grande de la oposición, como el que efectuó la
Fundación Cubana de Derechos Humanos este año, cuyo presidente (el
ciego Juan Carlos González Leiva) sufre hoy injusta prisión, no
precisamente por recoger firmas para un referéndum?
¿Con qué pagar los trámites migratorios, pasajes y demás
gastos que inevitablemente deben sufragar aquellos que, desesperados ante la
represión, encuentran refugio fecundo en el destierro?
Debemos fijar la atención en nuevas pero practicables iniciativas que
sean compatibles con nuestros principios y nuestra historia, como también
consecuentes con el sufrimiento y sacrificio de nuestros mártires y los
muchos hermanos que continúan luchando desde el exilio.
Otras propuestas, como la Plataforma de Resistencia Cívica de la
Oposición, han nacido del corazón fortalecido y renovado de la
sociedad civil alternativa cubana, deseosas de acelerar el cambio radical y
definitivo que garantice las libertades que le han conculcado al pueblo cubano
todo, tanto dentro como fuera de la isla.
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